En tono de ecuanimidad, Kurtz contest:
-Esta no es su ciudad. Est aqu como un husped. Consigui una beca, tiene que aprender su oficio, tiene que organizarse una segunda vida. Estas son las razones por las que Peter se encuentra en Berln.
-Y es capaz de soportar el vivir en semejante montn de basura? Incluso para hacer una nueva carrera? Despus de haber vivido en Jerusaln, puede vivir aqu?
Kurtz no contest directamente la pregunta, y Litvak tampoco lo esperaba. Kurtz dijo: -Peter prest sus servicios, Shimon. No hay hombre alguno que los haya prestado mejores, de acuerdo con su capacidad. Luch duramente en lugares muy difciles, principalmente detrs de las lneas enemigas. Por qu no ha de comenzar de nuevo? Tiene derecho a vivir en paz.
Pero Litvak no estaba acostumbrado a dejar sus batallas inconclusas: -En este caso, a santo de qu molestarle? Por qu resucitar lo que ya est muerto? Si est comenzando de nuevo, dejmosle en paz.
-Porque se encuentra en un terreno intermedio, Shimon.
Litvak dirigi una penetrante mirada a Kurtz, para ver en su cara una explicacin de estas palabras, pero la cara de Kurtz estaba en la oscuridad. Kurtz dijo:
-Debido a que tiene esa desgana que puede transformarse en un puente. Debido a que medita. No te basta con esto?
Rebasaron la iglesia conmemorativa, y avanzaron por entre los helados fuegos de la Kurfrstendamm, luego volvieron a sumergirse en el amenazador silencio de los oscuros aledaos de la ciudad.
En tono de benvola sonrisa en la voz, Kurtz pregunt:
-Y qu nombre utiliza en la actualidad? Dime qu nombre se atribuye.
Secamente, Litvak repuso:
-Becker.
Kurtz expres jovial desencanto:
-Becker? Y qu diablos significa este nombre? Peter Becker, siendo un sabra?
Sin irona, Litvak repuso:
-Es la versin alemana de la versin hebrea de la versin alemana de su apellido. A peticin de sus jefes, ha retrocedido a su punto de partida. Ya no es un israelita, es un judo.
Sin dejar de sonrer, Kurtz pregunt:
-Vive con alguna seora? Cmo anda de mujeres en la actualidad?
-Una noche aqu, una noche all. Nada fijo.
Kurtz rebull en el asiento para hallar mejor acomodo, y dijo:
-En este caso quiz necesite un trabajo comprometido. Y luego podr volver al lado de su simptica esposa Frankie, en Jerusaln.
Despus de penetrar en una calleja, se detuvieron a corta distancia de una casa de tres plantas, con fachada de piedra moteada. El portal con columnas haba sobrevivido a la guerra. A un lado de la casa, a la altura de la calle, en una tienda de telas, iluminada con neones, se exhiban unos deslucidos vestidos femeninos. Un cartel deca: Slo al por mayor.
Litvak dijo:
-Oprima el timbre de arriba. Dos timbrazos, una pausa y un tercer timbrazo y, entonces, saldr. Le han alojado encima de la tienda.
Kurtz se dirigi hacia la casa, mientras Litvak le deca: -Buena suerte. Realmente le deseo buena suerte.
Litvak mir a Kurtz mientras ste cruzaba la calle. Le vio alejarse con paso decidido, demasiado de prisa. Luego vio que se detena bruscamente ante el srdido portal. Vio cmo su recio brazo se alzaba hasta que la mano alcanz el timbre. Instantes despus, la puerta se abra, como si alguien hubiera estado esperando detrs de ella. Y Litvak sospech que realmente as haba sido. Vio que Kurtz separaba los pies e inclinaba los hombros para abrazar a un hombre ms bajo que l. Vio que los brazos del otro hombre abrazaban a Kurtz en un rpido y enrgico abrazo militar. La puerta se cerr, quedando Kurtz dentro.
Mientras conduca lentamente al travs de la ciudad, Litvak dirigi furiosas miradas a cuanto vea, dando as salida a su sentimiento de celos. Para l, Berln era un lugar odioso, un enemigo heredado para siempre. Berln, palestra del terror ahora y siempre. Litvak se diriga a una pensin que causaba la impresin de que nadie durmiera en ella, ni siquiera l. A las siete menos cinco, estaba de regreso en la calleja en que haba dejado a Kurtz. Toc el timbre, esper un instante y oy pasos bajando la escalera, pasos de un solo hombre. Se abri la puerta y Kurtz sali con alivio al aire matutino. Luego, se desperez como un viejo perro. Iba sin afeitar y se haba quitado la corbata.
Tan pronto se encontraron en el interior del automvil, Litvak le pregunt:
-Bien?
-Bien, qu?
-Qu ha dicho? Lo har o prefiere vivir tranquilamente en Berln, y aprender a fabricar ropas para un atajo de campesinos polacos?
Kurtz pareci genuinamente sorprendido. Se encontraba en mitad de aquel movimiento que tanto haba fascinado a Alexis, el movimiento mediante el que pona su reloj de pulsera al alcance de su vista, mientras echaba hacia atrs la manga con la mano derecha. Pero, al or la pregunta de Litvak interrumpi el movimiento y dijo:
-Es un oficial de Israel, Shimon.
Luego sonri tan clidamente que Litvak, pillado de sorpresa, le devolvi la sonrisa. Kurtz
dijo:
-Reconozco que primero dijo que prefera seguir estudiando su nueva profesin en sus muchos y diferentes aspectos. Habl de su excelente actuacin en Suez, el ao sesenta y tres. Luego dijo que el plan no poda tener xito, por lo que discutimos detalladamente los inconvenientes de vivir encubiertos en Trpoli y de mantener una red de agentes libios extremadamente mercenarios, cosa que l hizo durante tres aos, si mal no recuerdo. Luego dijo, Busca a un hombre ms joven, palabras que ninguno de los dos tomamos en serio, y recordamos sus muchas incursiones nocturnas en el Jordn, as como las limitaciones de la accin militar contra objetivos guerrilleros, punto en el que estuvimos plenamente de acuerdo. Despus de esto, hablamos de estrategia. Y qu ms?
-Y el parecido es suficiente? Su altura, su cara?
Las facciones de Kurtz se endurecieron, resaltando sus viejas arrugas, y contest:
-Si, el parecido es suficiente. Lo estudiamos. Y, ahora no me hables ms de este hombre, ya que, de lo contrario, me induciras a quererle demasiado.
Kurtz abandon su grave talante y se ech a rer hasta el punto de que lgrimas de alivio y de cansancio resbalaron por sus mejillas. Litvak tambin ri, y gracias a la risa su envidia se esfum. Estos bruscos y alocados cambios de humor estaban profundamente arraigados en la manera de ser de Litvak, en la que actuaban muchos factores contradictorios. Cmo se vea a s mismo? Un da se vea como un hurfano de un kibbutz, de veinticuatro aos de edad, y sin un solo pariente vivo, el da siguiente se vea como un hijo adoptivo de una fundacin ortodoxa norteamericana y de las fuerzas especiales, y otro da se vea como un polica al servicio de Dios, entregado a la limpieza del mundo.
Tocaba el piano maravillosamente.
En lo referente al secuestro poco caba decir. Con un equipo experto, estos asuntos se llevan a cabo muy de prisa y casi rutinariamente en los actuales tiempos, o no se pueden llevar a cabo. nicamente la posible magnitud de la presa le dio emocin. No hubo estruendo de tiros ni brutalidades, sino tan slo el acto de apoderarse de un Mercedes color rojo vino y de su ocupante, el conductor, en Grecia, a unos treinta kilmetros de la frontera grecoturca. Litvak estuvo al mando del equipo y, como de costumbre, cuando se hallaba en el campo de operaciones, lo hizo de manera excelente, tan tranquilo y con la mente tan clara como un buen navegante en plena tormenta. Kurtz, que se hallaba de nuevo en Londres para resolver una sbita crisis que se haba producido en el Comit Literario de Schwili, pas las horas decisivas sentado junto a un telfono en la embajada de Israel. Los dos chicos de Munich, despus de haber comunicado la devolucin del automvil alquilado, sin que ste fuera sustituido por otro, siguieron a Yanuka hasta el aeropuerto y, naturalmente, tres das despus se volvieron a tener noticias de Yanuka en Beirut, cuando un equipo de vigilancia auditiva que operaba desde un stano del barrio palestino, capt la alegre voz de Yanuka saludando a su hermana Fatmeh, que trabajaba en una de las oficinas revolucionarias. Dijo que haba llegado para pasar un par de semanas y saludar a sus amigos. Tena su hermana un rato libre? Los del equipo auditivo dijeron que el tono de Yanuka era verdaderamente alegre, excitado, franco, apasionado. Sin embargo, Fatmeh reaccion con frialdad. O bien Fatmeh no aprobaba de todo corazn la actitud de Yanuka, o bien saba que tena el telfono intervenido. Quizs ambas cosas. El caso es que hermano y hermana no se reunieron.