Nada excepcional haba en ello, ya que la familia daba nombres a todos aquellos que, por una razn u otra, les llamaban la atencin, y generalmente eran nombres procedentes de obras teatrales o de pelculas, y las normas ticas imperantes exigan que estos nombres, una vez aprobados, fueron utilizados por todos. Por ejemplo, su Bosola de La duquesa de Malfi era un tranquilo magnate naviero sueco, con una mirada que siempre andaba en busca de carne humana, y su Ofelia era una muy corpulenta ama de casa de Frankfurt ataviada con un gorro de bao con florecitas rosadas y poca cosa ms. Ahora, la familia declar que Joseph deba llamarse as en mritos de su aspecto semtico, as como por la chaqueta a rayas multicolores que llevaba en conjuncin con los cortos calzones negros, cuando llegaba a la playa o se iba de ella. Tambin mereca el nombre de Joseph por su alejamiento de los restantes mortales, y por su aire de ser el hombre elegido, en detrimento de otros no tan bien dotados. Joseph, despreciado por sus hermanos, se quedaba solo con su cantimplora llena de agua y su libro.
Desde el lugar en que se encontraba sentada a la mesa, Charlie escuch con triste irritacin la manera en que sus compaeros se apropiaban burdamente de su secreta propiedad. Alastair, que se senta amenazado siempre que alguien era alabado sin que l diera permiso para ello, se encontraba ocupado en llenar su vaso con la botella perteneciente a Robert, pero ello no le impidi anunciar audazmente:
-Joseph Y una mierda, Joseph. No es ms que un repulsivo marica, igual que Willy y Pauly, aqu presentes. Lo que ocurre es que va de caza. S, con sus ojos de to de cama Me gustara partirle la cara. Y pienso hacerlo.
Pero, aquel da, Charlie ya estaba ms que harta de Alastair, harta de ser la esclava de aquel fascista, la esclava corporal y la madre terrenal de l, al mismo tiempo. Por lo general, Charlie no era tan custica, pero la creciente repulsin que Alastair suscitaba en ella contrastaba con los sentimientos de culpabilidad provocados por Joseph. Volvindose hacia Alastair, al que dirigi una fea mueca de la boca, nacida de la ira, Charlie dijo furiosa:
-Si es un marica, a santo de qu ha de ir de caza? Dos playas ms all puede elegir entre la mitad de los maricas que hay en Grecia, cretino. Y t tambin.
Dando muestras de que se haba enterado de tan audaz consejo, Alastair propin un tremendo bofetn a Charlie, consiguiendo que la mejilla de sta quedara, en primer lugar, blanca y despus escarlata.
Las especulaciones de la familia prosiguieron por la tarde. Joseph era un voyer, era un merodeador, un presumido, un asesino, un culturista, un artista travesti, un miembro del partido conservador. Pero como de costumbre, Alastair fue quien dio la ltima definicin: Es un repulsivo masturbador. Lo dijo a gritos, con expresin de desprecio formada mediante el movimiento de una comisura de los labios, y esboz una sonrisa mostrando los dientes frontales, para subrayar la agudeza de su observacin.
Pero Joseph se comportaba de una manera tan indiferente a estos insultos que incluso Charlie qued satisfecha. Hasta tal punto que a media tarde, cuando el sol y la marihuana les baha dejado en un estado de casi total embrutecimiento -menos a Charlie, como de costumbre-, decidieron que Joseph era fro, lo cual, habida cuenta de la manera de ser de la familia, constitua le ms alto cumplido. Y, en tan espectacular cambio, fue tambin Alastair quien llev la batuta. Joseph se comportaba con total indiferencia con respecto a ellos, y no se mostraba atrado por Lucy ni por los bellos muchachos. En consecuencia, Joseph era fro, como el propio Alastair, que tambin lo era. Joseph tena su territorio, y su sola presencia lo deca: nadie me influye, y este lugar es mi acampamiento. Fro. Bakunin le hubiera dado notas muy altas.
Mientras acariciaba pensativamente la sedosa espalda de Lucy, desde lo alto hasta el borde del bikini, y desde aqu hasta arriba otra vez, Alastair concluy:
-Es fro y le amo. Si este tipo fuera una mujer, yo sabra exactamente lo que tendra que hacer con l. Verdad que lo comprendes, Lucy?
En el instante siguiente, Lucy se haba puesto en pie, siendo la nica persona que, con aquel calor, estaba erecta en la ardiente playa. Mientras se quitaba el traje de bao, Lucy dijo:
-Quin dice que yo no soy capaz de atraer a ese tipo?
El caso es que Lucy era rubia, con anchas caderas, y tentadora cual manzana. Interpretaba papeles de camarera, de prostituta y de lesbiana, pero su especialidad era la interpretacin de ninfmanas de menos de veinte aos. Era capaz de atraer a cualquier hombre con solo un parpadeo. Se enroll una toalla, que anud a la altura de los pechos, cogi una jarra de vino y un vaso de plstico y avanz hasta llegar al pie de la duna, sosteniendo la jarra de vino en la cabeza, ondulando las caderas y frotndose los muslos al andar, con lo que haca una satrica imitacin, segn su particular criterio, de una diosa griega de Hollywood. Despus de haber ascendido la brevsima cuesta, se puso rodilla en tierra junto a Joseph, y escanci vino, levantando mucho la jarra, en el vasito, dejando, al hacerlo, que la toalla en que iba envuelta se abriera. En el momento de ofrecer el vaso a Joseph, decidi dirigirse a Joseph en francs, dentro de los lmites de los conocimientos que de este idioma tena Lucy:
-Aimez-vous?
Al principio, Joseph no dio muestras de haberse dado cuenta de la presencia de Lucy. Volvi la pgina del libro que estaba leyendo, luego fij la vista en la sombra proyectada por Lucy, y a continuacin Joseph dio un cuarto de vuelta sobre s mismo, quedando de costado, y dando frente a Lucy, cuyo cuerpo examin con crtica atencin, teniendo los ojos a la sombra de la visera del gorro de golf. Acept el vaso, lo levant gravemente en el ademn del brindis, y bebi, mientras a veinte yardas de distancia, los partidarios de Lucy batan palmas y emitan esos fatuos sonidos de asentimiento que se oyen, de vez en cuando, en la Cmara de los Comunes.
Joseph, con el mismo entusiasmo con el que se lee un mapa, dijo a Lucy:
-Forzosamente has de ser Hera.
Y ste fue el instante en que Lucy hizo el espectacular descubrimiento: Joseph tena cicatrices!
Lucy casi fue incapaz de contenerse. La ms atractiva de las cicatrices de Joseph era un limpio orificio que pareca practicado con taladro, del tamao de una moneda de cinco peniques, igual que aquellos orificios de bala que Pauly y Willy fingan con pegatinas en su Mini. Pero el orificio de Joseph estaba en el lado izquierdo de su estmago! Desde lejos no se poda ver. Pero cuando Lucy lo toc advirti que la cicatriz era de verdad, suave y dura.
Lucy, que no saba quin era Hera, replic con vagos y ensoados acentos:
-Y t eres Joseph.
Nuevos aplausos sonaron en la playa cuando Alastair levant su vaso y brind a gritos:
-Joseph! Seor Joseph! El del fuerte brazo! Avasalla a tus envidiosos hermanos!
Robert grit:
-Venga con nosotros, seor Joseph!
Y, a continuacin, se oy la furiosa orden de Charlie ordenando a Robert que se callara.
Pero Joseph no fue con ellos. Levant el vaso, y, llevada por su calenturienta imaginacin, Charlie pens que el brindis de Joseph iba dirigido particularmente a ella. Pero cmo poda percibir esa particularidad, desde veinte yardas de distancia, en el caso de un hombre que brindaba por un grupo? Luego, Joseph prosigui su lectura. No, no les chasque. Tal como dijo Lucy, Joseph no hizo nada excesivo ni nada insuficiente. Se limit a ponerse boca abajo y a seguir leyendo. Y, s, ciertamente, aquello era un orificio de bala, ya que la cicatriz de salida de la bala se vea en la espalda, mucho ms grande. Lucy sigui observando a Joseph y advirti que ste tena varias cicatrices. Cicatrices en los antebrazos, debajo de los codos; islas de piel rara y sin pelo en la parte trasera de los bceps; y las vrtebras raspadas, dijo Lucy, como si alguien le hubiera pasado alambre de espino al rojo vivo, e incluso pareca que le hubieran arrastrado. Lucy se qued un rato a su lado, fingiendo que lea el libro de Joseph por encima del hombro de ste, mientras Joseph volva pginas, aunque en realidad Lucy luchaba con sus deseos de acariciarle la espalda, debido a que, adems de tener cicatrices, tena la espina dorsal velluda y hundida entre dos riberas de msculos, lo cual constitua la espalda favorita de Lucy. Pero Lucy no lo hizo debido a que, tal como cont despus a Charlie, no tena la seguridad de que si le tocaba una vez pudiera tocarle una segunda vez. En un inslito arrebato de modestia, Lucy dijo que se preguntaba si para tocar a aquel hombre era preciso, antes, llamar a su puerta. Ms tarde, esta frase qued fijamente alojada en la mente de Charlie. Lucy pens en la posibilidad de vaciar de agua la cantimplora de Joseph y llenarla de vino, pero no lo hizo debido a que el hombre apenas bebi vino del vaso, por lo que Lucy pens que quiz le gustaba ms el agua que el vino. Por fin, Lucy volvi a colocarse la jarra de vino en la cabeza y caminando lnguida y rtmicamente regres al lado de los suyos, en donde dio su emocionado parte de noticias, antes de dormirse con la cabeza apoyada en el vientre de alguien. Todos estimaron que Joseph era todava ms fro de lo que haban credo en un principio.