Estas palabras fueron suficientes. Charlie qued impresionada y sorprendida por el poder que ejerca sobre Joseph, precisamente en un instante en que crea que no tena poder alguno sobre l. Les sirvieron sus bebidas y mientras sorba limonada, Joseph pregunt a Charlie si haba visto muchos restos histricos en Grecia. Fue una pregunta de carcter extremadamente general, y Charlie la contest con la equivalente indiferencia. Al y ella haban estado en Delfos para ver el templo de Apolo, dijo. Esto era cuanto haba hecho. Se abstuvo de decir a Joseph que Alastair haba cogido una combativa borrachera en el barco, que el viaje haba sido un fracaso, y que, despus, Charlie haba pasado largas horas leyendo guas acerca de lo que haba visto. Pero Charlie tuvo la aguda intuicin de que Joseph ya saba que as haba sido.
Hasta el momento en que Joseph suscit el tema del billete de avin de Charlie para volver a Inglaterra, sta no comenz a sospechar que Joseph albergaba ciertas intenciones tcticas tras su simple curiosidad. Joseph le pregunt si poda ver el billete en cuestin. Despus de encoger con indiferencia los hombros, Charlie se lo mostr. Joseph lo cogi y estudi cuidadosamente los particulares del billete. Por fin, Joseph dijo:
-Bueno, la verdad es que puedes servirte perfectamente de este billete desde Tesalnica. Oye, por qu no dejas que llame a un agente de viajes que es amigo mo, para que te lo modifique en este sentido? En este caso, podemos hacer el viaje juntos.
Joseph dijo estas palabras cual si fueran la solucin que los dos haban estado buscando afanosamente.
Charlie nada dijo, absolutamente nada. Tuvo la impresin de que, en su fuero interno, cada uno de sus elementos estuviera luchando con todos los dems. La nia luchaba contra la madre, la fulana luchaba contra la monja. Senta que las ropas le producan un roce picante, senta la espalda ardiendo, pero de todas maneras, nada dijo.
Joseph explic:
-Dentro de una semana tengo que estar en Tesalnica. Podemos alquilar un coche en Atenas, y luego viajar hacia el norte durante un par de das. Te parece?
El silencio de Charlie en modo alguno impresion a Joseph, quien aadi:
-Si lo planeamos bien, podemos evitar las aglomeraciones, si esto es lo que te preocupa. Y, al llegar a Tesalnica, puedes coger el avin con destino a Londres. Si quieres incluso podemos turnarnos en la conduccin del automvil. Todos me han dicho que conduces muy bien. Como es natural, sers mi invitada.
Charlie dijo:
-Naturalmente.
-En este caso, por qu no lo hacemos?
Charlie pens en todas las razones que haba preparado en vistas a este momento o a otro parecido, y pens tambin en todas las fras y desalentadoras frases a las que recurra cuando hombres mayores le hacan proposiciones. Pens en Alastair, en lo aburrido que era estar con l en cualquier sitio, salvo en la cama, y en lo aburrido que incluso esto lleg a ser en los ltimos tiempos. Pens en el nuevo captulo de su vida que se haba prometido a s misma. Pens en el triste perodo de fregoteos y comidas frugales que le esperaba cuando se encontrase de nuevo en Inglaterra, con todos sus ahorros gastados, perodo que Joseph le haba recordado, ya intencionadamente, ya por casualidad. Una vez ms, Charlie mir de soslayo a Joseph, y no vio en su expresin rastro de splica alguno. Slo vio un Por qu no?, y nada ms. Charlie record el nervudo y poderoso cuerpo de Joseph, trazando su solitaria estela en el mar. Una vez ms: Por qu no? Record el contacto con su mano, y la extraa nota de reconocimiento en su voz: Charlie, mucho gusto. Y la simptica sonrisa que apenas haba vuelto a esbozar desde entonces. Y tambin record cun a menudo haba pensado que, si alguna vez Joseph se lanzaba, las consecuencias seran tremendas, lo cual, se dijo Charlie, era lo que la haba atrado hacia Joseph, ms que cualquier otra cosa.
Mientras beba con la cabeza baja, Charlie murmur.
-No quiero que mi grupo de amigos se entere. Tendrs que arreglrtelas para que as sea. Se moriran de risa.
A estas palabras, Joseph repuso que se ira el da siguiente por la maana y que lo dispondra todo:
-Naturalmente, si quieres que tus amigos no sepan nada
Charlie dijo que esto era, exactamente, lo que quera.
Bueno, pues en este caso, dijo Joseph en un tono de voz igualmente prctica, hara lo que acababa de decir. Charlie no pudo decidir si Joseph tena esa clase de mentalidad o si lo haba previsto todo de antemano. De todas maneras, le agradeci su precisin y claridad, aun cuando, luego, Charlie se dio cuenta de que haba dado por supuestas estas cualidades.
-Tus amigos y t iris en barco hasta el Pireo. El barco atraca a ltima hora de la tarde, aun cuando esta semana probablemente se demorar por culpa del trfico industrial. Poco despus de que el barco entre en el puerto, dirs a tus amigos que quieres ir de viaje sola, vagando a tu antojo, por la pennsula, durante unos das. S, ser una decisin tomada repentinamente, una de estas decisiones por las que eres famosa. No se lo digas con anticipacin, ya que entonces se pasarn todo el da intentando disuadirte.
Despus de un breve silencio, Joseph aadi con la autoridad propia de quien est habituado a ejercerla:
-No les des demasiadas explicaciones, ya que esto es un claro sntoma de no tener la conciencia tranquila.
Antes de que hubiera tenido tiempo de meditar sus palabras, y recordando que Alastair, como de costumbre, haba gastado el dinero de los dos, Charlie dijo:
-Supn que no tenga ni un dracma.
Charlie lament no haberse mordido la lengua. Y si Joseph le hubiera ofrecido dinero en aquellos instantes, Charlie se lo hubiera arrojado a la cara. Pero Joseph pareci darse cuenta de ello. Joseph dijo:
-Saben que no tienes ni cinco?
-Claro que no.
-En este caso, la historia que vas a contarles es inatacable.
Y como si estas palabras dejaran zanjado el asunto, Joseph se meti en el bolsillo de su chaqueta el billete de avin de Charlie. Esta, bruscamente alarmada, chill:
-Eh, dame eso!
Pero fue un chillido en sordina, aunque por poco. Joseph dijo: -Una vez te hayas desembarazado de tus amigos, coge un taxi y ve a la plaza Kolokotroni.
Joseph deletre el nombre de la plaza, y aadi:
-Te costar unos doscientos dracmas.
Esper a ver si este ltimo gasto poda ser un problema, pero result que no lo era. Charlie tena todava ochocientos dracmas, aunque no lo dijo a Joseph. Joseph repiti el nombre de la plaza y comprob que Charlie se lo haba aprendido. Causaba cierto placer someterse a la militar eficiencia de Joseph. Junto a la plaza haba un restaurante con terraza. Joseph le dijo el nombre -Digenes-, y se permiti un comentario humorstico: un nombre muy hermoso, uno de los mejores de la historia, y, a su juicio, el mundo necesitaba ms Digenes y menos Alejandros. El la esperara en el Digenes. No en la terraza sino en el interior, que era fresco e ntimo. Repite, Charlie: Digenes. Con absurda pasividad, Charlie as lo hizo.
-Al lado de Digenes est el Hotel Pars. Si por alguna circunstancia imprevista no puedo acudir a tiempo, dejar una nota en la conserjera del Hotel Pars. Pide por el seor Larkos. Es un buen amigo mo. Si necesitas cualquier cosa, dinero o lo que sea, mustrale esto al seor Larkos y te proporcionar lo que le pidas.
Joseph entreg una tarjeta a Charlie, y aadi:
-Recuerdas todo lo que te he dicho? Naturalmente, no en vano eres actriz. Esto te permite recordar palabras, ademanes, nmeros, colores, todo.
Charlie ley: Richthoven Enterprises, Export. Y, a continuacin el nmero de un apartado de correos, en Viena.
Al pasar ante una tienda de souvenirs, Charlie, que se senta maravillosa y peligrosamente viva, compr, para regalrselo a su maldita madre, un mantel de labor de punto, y, pensando en su venenoso sobrino Kevin, compr un gorro griego, con borla. Luego compr una docena de tarjetas postales, que dirigi al viejo Ned Quilley, su intil agente teatral de Londres, en las que escribi cmicos mensajes, con la intencin de avergonzar al agente ante las remilgadas seoras que trabajaban en su oficina. En una de ellas escribi: Ned, Ned, te voy a hacer todos los papeles. En otra escribi: Ned, Ned, es posible que una mujer cada se hunda? Sin embargo, en otra tarjeta postal escribi con toda seriedad, y en ella le deca que estaba pensando seriamente en demorar su regreso a Inglaterra, con la finalidad de poder visitar con detenimiento la Grecia continental. Haciendo caso omiso de los consejos de Joseph, en el sentido de no hablar o decir demasiado, Charlie explic a su agente: Ya es hora de que tu Charlie supere un poco sus niveles culturales, Ned. Cuando Charlie se dispona a cruzar la calle con el fin de echar las postales al buzn, experiment la extraa sensacin de estar siendo observada por alguien. Sin embargo, cuando Charlie dio media vuelta sobre s misma, para mirar hacia atrs, dicindose que probablemente vera a Joseph all, a su espalda, vio nicamente a aquel muchacho hippy, con el cabello del color del lino, el muchacho a quien le gustaba unirse a la familia de actores con la que Charlie haba vivido hasta el momento, y que estuvo presente en las gestiones efectuadas por Alastair para salir de Grecia. El muchacho con el cabello del color del lino caminaba cansinamente detrs de Charlie, con los brazos cados y adelantados, igual que un gran simio. El muchacho vio a Charlie, y levant muy despacio el brazo derecho, agitando la mano en un gesto que recordaba la figura de Cristo. Charlie le contest agitando el brazo, y con una sonrisa en los labios. Llevada por un estado de humor benvolo, Charlie se dijo que aquel muchacho haba emprendido un mal viaje, viaje de drogas, y que se encontraba en tal estado que no poda regresar al punto de partida. Charlie ech al buzn las tarjetas postales, una a una, y, entretanto, pens que quiz debiera hacer algo para ayudar al muchacho con el cabello del color del lino.