-Oigan, no pretendern comprarme o cometer otra barbaridad, supongo?
Kurtz solt una tranquilizadora carcajada:
-Ned, puede usted tener la seguridad de que no queremos comprarle.
Litvak tambin ri. Ned les entreg las copas, y dijo con profundo sentimiento:
-Doy las gracias a Dios por ello! Saben ustedes que en la actualidad se compra a todo el mundo? Tipos de todo gnero, de quienes en mi vida he odo hablar, me ofrecen dinero por telfono. Se estn tragando a todas las firmas pequeas y antiguas, las firmas decentes, como si tal cosa. Es escandaloso. A su salud. Buena suerte. Bienvenidos.
Y mene la cabeza, llevado todava por sus escandalizados sentimientos.
Los ritos de cortesa de Ned prosiguieron. Les pregunt dnde se alojaban, y Kurtz dijo que en el Connaught, hotel que realmente les gustaba mucho, y en el que se haban sentido como en su casa, slo al llegar. Esto era verdad en parte. Los dos se haban alojado all, lo cual significaba que Misha Gavron se desmayara cuando viera la factura. Ned les pregunt si haban hallado los debidos medios para ocupar agradablemente su tiempo libre, y Kurtz contest, con mucho calor, que la estaban gozando en grande, en todo instante. Maana se iban a Munich.
Ned, interpretando el papel propio de un hombre de su avanzada edad, el papel de anacrnico y poco mundano dandi, pregunt:
-Munich? Y qu diablos van a hacer en semejante lugar?
Realmente, el mundo es para ustedes como la palma de la mano! Como si con sus palabras lo explicara todo, Kurtz repuso: -Dinero de coproduccin.
Hablando con una voz tan suave como su sonrisa, Litvak dijo: -Y mucho dinero. El teatro alemn es muy importante, actualmente. Ha llegado a un punto muy alto, muy alto, seor Quilley. En tono indignado, Ned dijo:
-No tengo la menor duda! Lo he odo decir. Los alemanes son muy fuertes, ahora, y esto es algo que debemos reconocerlo y tenerlo en cuenta. Son muy fuertes en todo. La guerra se ha olvidado, ahora. S, han escondido el recuerdo, lo han escondido muy lejos.
Animado por un misterioso impulso de actuar ineficazmente, Ned fingi que echaba ms jerez a las copas de sus visitantes, como si no se hubiera dado cuenta de que apenas haban bebido. Luego, solt una risita ahogada y dej la botella. Se trataba de una botella para utilizarla en barcos, del siglo xviii, con la base muy ancha, a fin de que se mantuviera en pie, a pesar del oleaje. Cuando trataba con extranjeros, Ned explicaba esto ltimo muy a menudo, con el fin de suavizar tensiones. Pero en este caso, Ned percibi en sus visitantes una cierta seriedad que le aconsej no hacerlo, por lo que se produjo un breve silencio, slo roto por el gemido de las sillas. Al otro lado de la ventana, la lluvia se haba transformado en densa y hmeda niebla.
Midiendo con toda exactitud el momento de iniciar la conversacin de carcter prctico, Kurtz dijo:
-Ned Ned, me gustara explicarle un poco quines somos, por qu le escribimos y las razones por las que estamos ocupando su valioso tiempo.
Ned repuso:
-Mis queridos amigos, ser para m un placer, realmente.
Y sintindose una persona totalmente diferente, Ned cruz sus piernecillas y esboz una sonrisita atenta, mientras Kurtz adoptaba cmodamente su talante persuasorio.
A juzgar por la frente ancha y abombada de Kurtz, Ned concluy que probablemente era de origen hngaro, pero tambin poda ser checo, o de cualquier lugar ms o menos parecido. Kurtz tena una voz rica, naturalmente recia, y hablaba con un acento centroeuropeo que el Atlntico an no haba podido diluir. Hablaba deprisa y con fluidez, como un locutor de radio comercial, y sus ojos pequeos y brillantes parecan percibirlo todo, mientras con el antebrazo derecho efectuaba movimientos de golpear algo, hacindolo todo trizas. Kurtz explic que l, Gold, era el abogado de la familia. Karman perteneca a la esfera creativa, teniendo experiencia en literatura, y actividades de agente y de productor, todo lo cual haba hecho principalmente en Canad. Recientemente haban abierto una oficina en Nueva York, en donde su principal tarea era el trabajo independiente para las cadenas de televisin. Kurtz dijo:
-Nuestra funcin creadora, Ned, est limitada en un noventa por ciento a encontrar un concepto que sea aceptable para las cadenas y para los financieros. Nosotros vendemos el concepto. Y dejamos la produccin a los productores. Y esto es todo.
Kurtz haba terminado y dirigi una distrada mirada a su reloj de pulsera. Ahora, a Ned corresponda el turno de decir algo inteligente, lo cual haca bastante bien, a decir verdad. Ned frunci la frente; sosteniendo el vaso en la mano, alarg el brazo e hizo un movimiento en forma de arabesco, para con ello dar respuesta al gesto de Kurtz consistente en mirar el reloj. Ned dijo:
-Mi querido amigo, si ustedes venden directamente, para qu necesitan agentes como nosotros? Quiero decir que, a santo de qu yo valgo lo suficiente para que me inviten a almorzar? Comprende lo que quiero decir? A qu almorzar, si son vendedores?
Con la consiguiente sorpresa de Ned, al or estas palabras Kurtz solt una alegre y contagiosa carcajada. Por su parte, Ned estimaba que haba estado notablemente ingenioso, y que su ingenio haba funcionado debidamente, pero a su juicio la reaccin de Kurtz haba sido excesiva. A Kurtz se le cerraron los ojillos, levant sus anchos hombros, y en el instante siguiente las clidas carcajadas de su risa eslava estremecan la estancia. Al mismo tiempo, arrugas de toda clase, arrugas desconcertantes, aparecieron en la cara de Kurtz. Hasta el presente momento, a juicio de Ned, Kurtz haba aparentado unos cuarenta y cinco aos, en el peor de los casos. Pero, de repente, Kurtz adquiri la misma edad que Ned, quedando con la frente, las mejillas y el cuello cual si fueran de papel arrugado, con arrugas que parecan trazadas a cuchillo. Esta transformacin preocup a Ned. En cierta manera se sinti engaado. Luego, en tono de queja, Ned dijo a su esposa, Marjory: Es como un caballo de Troya humane; uno da entrada en el despacho a un enrgico vendedor de negocios teatrales, de cuarenta aos de edad, y el tipo, de repente, se transforma en un mister Punch de sesenta aos; es muy raro.
Pero en esta ocasin fue Litvak quien dio la crucial y muy preparada contestacin a la pregunta de Ned, la contestacin de la que dependa todo lo dems. Inclinando su largo y flaco tronco sobre sus propias rodillas, Litvak abri la mano derecha, separ los dedos, se cogi el dedo medio y se dirigi a l, hablando con acento de Boston, arrastrando las palabras, acento que era el resultado de diligentes estudios a los pies de profesores judos. Con un acento tan devoto que pareca estuviera revelando un mstico secreto, Litvak dijo:
-Seor Quilley, lo que nos ha trado aqu es un proyecto totalmente nuevo y original. Sin precedentes y sin posibles imitadores. Compramos diecisis horas del mejor tiempo de la televisin, en otoo e invierno, por ejemplo. Formamos una compaa teatral itinerante. Un grupo de actores de gran talento artstico, ingleses y norteamericanos, que representan una amplia gama de razas, de personalidades y de interaccin personal. Esta compaa ir de ciudad en ciudad, cada actor interpretar diferentes papeles, en ocasiones interpretar primeros papeles y en otras interpretar papeles secundarios. El relato humano de su vida verdadera y de sus relaciones humanas proporcionar una amable dimensin, que contribuir a atraer al pblico. Se darn representaciones en directo, en todas las ciudades.
Litvak levant la vista cautelosamente, cual si creyera que Quilley haba hablado. Pero ste haba guardado enftico silencio. Bajando la voz hasta el punto de hacerla casi inaudible, a medida que su fervor aumentaba, Litvak volvi a hablar: