El desencanto que dominaba a Ned se pareca al terror de los viejos y de los impotentes. Se senta fsicamente incapaz de acometer la tarea que le esperaba. Se senta excesivamente dbil, excesivamente cansado, para ello. Todos los norteamericanos tenan la virtud de inquietarle, y la mayora de ellos le atemorizaban, ya por sus conocimientos, ya por su falta de conocimientos, o por ambas cosas a la vez. Pero aquellos dos, que le miraban fijamente, mientras l buscaba a tientas una contestacin a sus preguntas, le inspiraban una alarma espiritual superior a la que Ned era capaz de tolerar. Y, al mismo tiempo, de una forma inslita en l, de una forma intil, tambin se senta muy irritado. Odiaba el chismorreo. Odiaba toda clase de chismorreo. Estimaba que el chismorreo era la peor lacra de su profesin. Haba sido testigo de cmo el chismorreo destrua carreras, lo detestaba hasta el punto de ser capaz de que se le congestionara el rostro y de comportarse con rudeza, cuando alguien que no conoca sus opiniones comenzaba a darle datos de chismorreo. Cuando Ned hablaba de personas, lo haca abiertamente y con afecto, de la misma forma que haba hablado de Charlie haca diez minutos. Quera mucho a la muchacha. Incluso tuvo intencin de decrselo a Kurtz, lo cual, para Ned, hubiera sido un comportamiento tremendamente audaz, y seguramente esta intencin se trasluci a su cara, por cuanto tuvo la impresin, quiz falsa, de que Litvak se preparaba para ponerse un poco en segundo plano, y de que la cara extremadamente mvil de Kurtz se dispona a formar su clsica sonrisa de Adelante, dilo Ned. Pero, como siempre, un incurable sentido de la cortesa se lo impidi. Estaba comiendo con ellos a los mismos manteles, y, adems, eran dos extranjeros, con unos criterios de comportamiento absolutamente diferentes. Adems, tuvo que reconocer, a su pesar, que tena que cumplir con su deber profesional, tena que promover a sus clientes, y que, en cierto aspecto, aquellos dos no dejaban de tener razn. Saba que tena que dar respuesta a sus peticiones, o arriesgarse a hundir el trato, y con ello todas las esperanzas de Charlie. Y haba otro factor que Ned, llevado por su fatal sentido del raciocinio tena que reconocer, a saber, que incluso en el caso de que el proyecto de aquellos dos fuera horroroso, lo cual Ned presuma de antemano, que incluso en el caso de que Charlie dijera mal todos los parlamentos que le dieran, incluso en el caso de que Charlie llegara borracha perdida al escenario y pusiera vidrios rotos en la baera del director, lo cual Charlie, muchacha dotada de verdadera tica profesional, jams hara, ni imaginara hacer siquiera por un segundo, incluso teniendo en cuenta todo lo anterior, la carrera de Charlie, su categora, su puro y simple valor comercial, dara al fin aquel tan ansiado salto al frente que la llevara a un punto del que jams tendra verdadera necesidad de retirarse.
Entretanto, Kurtz haba seguido hablando como si tal cosa. Con gran nfasis, Kurtz
deca:
-Necesitamos su consejo, Ned. Su ayuda. Queremos saber de cierto que este problema al que nos hemos referido no nos estallar en la cara, en el segundo da de rodaje. Si., porque debo decirle una cosa, Ned.
Kurtz hizo una breve pausa e indic a Ned con el dedo ndice, muy grueso, igual que si fuera el can de un revlver:
-Nadie, en todo el estado de Minnesota est dispuesto a que le vean pagando un cuarto de milln de dlares a una persona de rojos colmillos, enemiga de la democracia, en el caso de que Charlie lo sea, y nadie aconsejar a nadie a que se haga el harakiri, por este procedimiento.
Al principio, por lo menos, Ned colabor bastante bien. Pidi disculpas por nada. Les record, sin ceder ni un palmo de terreno, el relato que haba hecho de la infancia de Charlie, e indic que por lo general, una persona en las circunstancias de Charlie hubiera acabado siendo un delincuente juvenil con todas las de la ley, o, como su padre, hubiera acabado entre rejas. En cuanto a las ideas polticas de Charlie, o como se las quisiera llamar, Ned dijo que, en los nueve aos largos que Marjory y l conocan a Charlie, sta haba sido una apasionada enemiga de la segregacin racial en frica del Sur. Ned coment: Bueno, no creo que nadie pueda reprochrselo, pero los dos visitantes le causaron la impresin de que realmente poda ser reprochable, una pacifista militante, una protestataria contra las armas nucleares, una antiviviseccionista, y, hasta el momento en que volvi a fumar, una ardiente luchadora en las campaas para prohibir el consumo de tabaco en los teatros y en el metro. Y Ned dijo que no tena la menor duda de que antes de que el Seor llamara a Charlie a su lado, la muchacha dara su romntico aunque breve apoyo a buen nmero de causas igualmente dispares.
Con maravillada admiracin, Kurtz dijo:
-Y usted estuvo siempre a su lado, a pesar de todo. Es sencilla-mente admirable. Enhorabuena, Ned.
En un arrebato de entusiasmo, Ned dijo:
-Como, en cualquier otro caso, estara al lado de cualquier otra actriz. Charlie es una actriz, maldita sea! No se la tomen tan en serio. Los actores no tienen opiniones, querido amigo, y las actrices todava menos. Tienen estados de humor. Caprichos. Manas. Actitudes. Pasiones que duran veinticuatro horas. Y en el mundo hay muchas injusticias, maldita sea! Los actores son unos apasionados partidarios de soluciones espectaculares. A mi parecer, cuando ustedes hayan transportado a Charlie a Estados Unidos, ya ser una mujer diferente.
En voz baja, con malevolencia, Litvak dijo:
-Polticamente, no.
Durante unos minutos ms, bajo la benfica influencia del vino, Ned sigui su audaz comportamiento. Se senta dominado por un leve mareo. Oa las palabras en el interior de la cabeza, las repeta, volva a sentirse joven, y totalmente independiente de su propio comportamiento. Habl de los actores, generalmente considerados, y del hecho de estar siempre dominados por un absoluto terror a la irrealidad. Dijo que los actores, cuando se hallaban en el escenario, representaban las angustias del hombre, pero que fuera del escenario eran vacos recipientes en espera de ser llenados. Habl de la timidez de los actores, de su pequeez, de su vulnerabilidad y de su costumbre de ocultar estas debilidades mediante las causas altisonantes y extremosas, sacadas del mundo de los adultos. Habl de lo obsesos que estaban consigo mismos, y de que se imaginaban en escena las veinticuatro horas del da. Si, al dar a luz, al estar amenazados con un cuchillo, al hacer el amor Y, a continuacin, Ned se qued sin la euforia del alcohol, lo cual le ocurra muy frecuentemente en los ltimos tiempos. Perdi el hilo de lo que deca, perdi su impulso. Un camarero trajo el carrito de los licores. Ante la sobria y fra mirada de sus visitantes, Ned, llevado por la desesperacin, pidi un Marc de Champagne, y permiti que el camarero le sirviera una generosa racin, antes de efectuar el ademn indicativo de que dejara de escanciar. Entretanto Litvak se haba recuperado lo suficiente para soltar una buena idea. Meti sus largos dedos en un bolsillo de su chaqueta y extrajo una agenda, con tapas de falsificada piel de cocodrilo, y con cantos de latn.
Antes dirigindose a Kurtz que a Ned, Litvak propuso suavemente:
-Creo que lo mejor es que comencemos por el principio. Por el cundo, el dnde, el con quin, el durante cunto tiempo.
Traz una raya vertical, a modo de margen en el que apuntar, presumiblemente, las fechas. Dijo:
-Reuniones en las que ha participado. Manifestaciones, peticiones, marchas. Cualquier cosa que haya podido llamar la atencin pblica. Cuando lo tengamos todo ante la vista, podremos llegar a conclusiones fidedignas. Y entonces, o bien aceptamos el riesgo que ello comporta, o bien nos vamos con viento fresco. Ned, que usted sepa, cundo Charlie se comprometi por vez primera?
Kurtz dijo:
-Me gusta. Me gusta el mtodo. Y creo que es justo para Charlie, tambin.
Y Kurtz se las arregl para decir estas palabras como si el plan de Litvak le hubiera sorprendido, como si jams se le hubiera ocurrido, en vez de haber sido el resultado de horas y horas de cuidadosa preparacin.