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En consecuencia, Ned tambin se lo dijo. En los casos en que pudo, dor un poco la pldora, una o dos veces incorpor una pequea falsedad, pero en lneas generales les dijo lo que realmente saba. Ned tuvo sus dudas, desde luego, pero stas surgieron despus. Tal como dijo a Marjory, en el momento de las preguntas aquel par le avasallaron. Los asuntos de antisegregacin racial en Africa del Sur y de actitud antinuclear eran de comn conocimiento, desde luego. De todas formas, poco saba Ned. Luego estaba la cuestin del grupo del Teatro de la Reforma Radical, con el que Charlie de vez en cuando se juntaba, grupo que tantas molestias causaba ante el Nacional, hasta el punto de detener las representaciones. Y tambin estaba el grupo Llamado Accin Alternativa, en Islington, que formaban una especie de solitaria desviacin trotskista, y que entre todos no llegaban a quince. Y tambin era preciso mencionar una horrorosa comisin de mujeres, de la que de vez en cuando Charlie formaba parte, en St. Pancras, a la que un da Charlie llev a Marjory con la idea de convertirla a la fe.

Y en cierta ocasin, haca de ello dos o tres aos, Charlie haba llamado por telfono, a altas horas de la noche, desde la comisara de polica de Durham, pidiendo a Ned que fuera all y que depositara la correspondiente fianza de libertad, despus de que Charlie hubiera sido detenida, en el curso de una juerga antinazi en la que se haba metido.

-Este es el asunto en cuyos mritos la chica consigui tanta publicidad, saliendo fotografiada en todos los peridicos, seor Quilley?

Ned repuso:

-No. Sali en todos los peridicos por el asunto de Reading, que ocurri despus.

-Y en qu consisti el asunto de Durham?

-La verdad es que no lo s con exactitud. Si quiere que le sea sincero, es un asunto del que jams me ha gustado hablar. Es una de esas cosas de las que uno se entera por descuido.

Y uno se olvida de ella. S, pura y simplemente uno se olvida. ltimamente, Charlie es mucho

ms moderada. Les puedo asegurar que no es ni siquiera la mitad de feroz de lo que antes pretenda ser. Ha madurado mucho. Oh, s! Con acentos de duda, Kurtz pregunt: -De lo que pretenda ser, seor Quilley? Litvak terci:

-Hblenos de Reading. Qu pas?

-Bueno, algo parecido. Alguien le peg fuego a un autobs, y, en consecuencia, acusaron a todo el grupo. Me parece que protestaban por haber sido reducidas las ventajas concedidas a los ancianos. O quiz haca referencia a la no admisin de gentes de color como conductores.

Despus de una brevsima pausa, Ned se apresuro a aadir:

-El autobs estaba vaco, desde luego. No hubo ni un herido. Litvak exclam:

-Santo cielo!

Y acto seguido mir a Kurtz, quien ahora formul una pregunta con el nfasis propio de un fiscal en un melodrama:

-Ned, hace poco me ha parecido que usted deca que las actuales convicciones de Charlie son mucho ms tolerantes. Realmente era esto lo que usted ha querido decir?

-S, eso creo. En el caso de que, anteriormente, sus convicciones hubieran sido duras, claro est. Es slo una impresin, pero Marjory, mi esposa, cree lo mismo. Si, estoy seguro, Con cierta sequedad, Kurtz pregunt: -Le ha confesado Charlie este cambio de actitud, Ned?

-Yo creo que tan pronto Charlie tenga una oportunidad tan buena como esa que ustedes

Pero Kurtz le interrumpi, insistiendo en su anterior pregunta: -Lo ha confesado acaso a la seora Quilley? -Pues no, no. En realidad, no.

-Hay alguna persona a la que Charlie haya podido confesarlo? Como, por ejemplo, ese amigo anarquista que tiene?

-Bueno, ste sera el ltimo en saberlo.

-Ned, le ruego que piense cuidadosamente su contestacin. Hay alguna otra persona, con la excepcin de usted, sea amiga, amigo, viejo amigo de la familia, a quien Charlie haya sido capaz de confesar este cambio de postura? Alejndose del radicalismo?

-No, no, que yo sepa no. No se me ocurre nadie. En ciertos aspectos. Charlie es reservada. Mucho ms reservada de lo que aparenta.

Entonces ocurri algo extraordinario. Luego, Ned hizo de ello un puntual relato a Marjory. Para hurtarse al incmodo, y, a juicio de Ned, histrinico fuego de las miradas que cada uno de ellos le diriga, Ned haba estado jugueteando con su vaso, mirndolo, dando vueltas al vaso de Marc Teniendo la impresin de que Kurtz, por el momento, haba terminado su interrogatorio, Ned alz la vista y capt una expresin de evidente alivio en las facciones de Kurtz, de manera que comunicaba claramente a Litvak el placer que a Kurtz causaba el hecho consistente en que Charlie no hubiera dulcificado sus convicciones. O que, caso de haberlas dulcificado, no lo hubiera comunicado a nadie importante. Ned procur fijarse mas en la cara de Kurtz, pero la expresin ya haba desaparecido. Pero despus, nadie, ni siquiera Marjory, pudo convencer a Ned de que la expresin de alivio antes mentada no se haba producido.

Litvak, el gran abogado acusador ayudante de Kurtz, tom la palabra, y lo hizo en un tono ms rpido, como si con ello quisiera dar fin al interrogatorio:

-Seor Quilley, conserva usted en su oficina fichas individuales de sus clientes? O archivos, expedientes?

-Bueno, tengo la seguridad de que la seora Ellis se encarga de esto. -Lleva mucho tiempo trabajando aqu, la seora Ellis? - Uf, y tanto! Ya trabajaba aqu en tiempos de mi padre.

-Y qu clase de informacin conserva en sus archivos? Honorarios, gastos, comisiones? Se trata solamente de ridos pape-les de administracin del negocio?

-Santo Dios, no! La seora Ellis lo guarda todo. Cumpleaos, la clase de flores que gustan a la actriz, los restaurantes preferidos, etctera. En un archivo incluso encontramos una vieja zapatilla de baile. Los nombres de los hijos, de los perros, recortes de prensa, en fin, todo.

-Cartas personales?

-Naturalmente.

-Manuscritas por la propia Charlie? Cartas a lo largo de estos ltimos aos?

Estas palabras de Litvak avergonzaron un poco a Kurtz. Sus eslavas cejas as lo indicaban. Las cejas de Kurtz se estaban amontonando, en expresin dolorosa, sobre el puente de la nariz. Kurtz advirti severamente a Litvak:

-Karman, me parece que el seor Quilley ya nos ha dado bastante informacin y nos ha concedido bastante tiempo. No tengo la menor duda de que si necesitamos ms informacin, el seor Quilley nos la proporcionar ms adelante. Mejor an, si Charlie est dispuesta a hablar de estos asuntos con nosotros, ella misma nos proporcionar tal informacin. Ned, ha sido una feliz y memorable ocasin. Muchas gracias, seor.

Pero no era tan fcil como eso hacer callar a Litvak, quien estaba dotado de la obstinacin de los jvenes. Litvak exclam:

-Pero es que el seor Quilley no tiene secretos para nosotros! Por favor, seor Gold, yo slo pido al seor Quilley que nos diga algo que todo el mundo sabe, y algo que nuestros encargados de conceder el visado de entrada encontrarn en cinco dcimas de segundo en sus ordenadores! En estos asuntos son rapidsimos. Lo sabe muy bien, seor Gold. Si hay documentos, cartas de la propia Charlie, escritas con su propio vocabulario, si hay circunstancias atenuantes, incluso quiz pruebas de un cambio de opiniones, a santo de qu no dejar que el propio seor Quilley nos lo muestre? Si quiere, claro est.

Tras una brevsima pausa, Litvak aadi en tono desagradable-mente insinuante.

-Si quiere, he dicho. Si no quiere, ya ser harina de otro costal. Severamente, como si las palabras de Litvak hubieran sido absolutamente extemporneas, Kurtz dijo:

-Karman, tengo la seguridad de que Ned est plenamente dispuesto a ello.

Y, acto seguido, Kurtz mene la cabeza tristemente, como si con ello quisiera indicar que jams se acostumbrara a los imperativds modales de los jvenes de nuestros das.

Haba dejado de llover. Situaron al menudo Quilley entre los dos, y anduvieron procurando atemperar su gil paso, al vacilante caminar de Quilley. Este se senta confuso, se senta ofendido, y padeca unas alcohlicas intuiciones que los hmedos humos del trnsito no disipaban. Qu diablos queran aquellos dos? En un instante determinado ofrecan la luna y las estrellas a Charlie, y en el instante siguiente le ponan objeciones en mritos de sus tontas ideas polticas. Y, ahora, por razones que Quilley ya haba olvidado, le pedan consultar el historial de Charlie, que no era tal historial, sino una inocente recopilacin de recuerdos, materia de la que se ocupaba una empleada tan vieja que ni siquiera poda ser retirada. La seora Longmore, la recepcionista los vio llegar, y, a juzgar por su expresin de censura, Ned supo al instante que se haba tratado demasiado bien a s mismo, a la hora del almuerzo. Que se fuera al cuerno la seora Longmore! Kurtz insisti en que Ned los precediera en el ascenso de la escalera. Desde su despacho, en donde aquellos dos, prcticamente, obligaron a actuar a Ned, ponindole una pistola en el pecho, Ned habl por telfono con la seora Ellis y le pidi que dejara los papeles de Charlie en la antesala y se fuera.