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-Adelante!

Charlie recibi un impulso que la hizo recorrer involuntariamente los ltimos veinte pies, sintindose como feo ratn mecnico, de esos que funcionan con cuerda. Charlie pens: Finge que te ha dado un ataque, ponte las manos en el estmago, di que tienes apendicitis. Chilla! Cuando Charlie entr, los dos hombres se pusieron, simultneamente, en pie de un salto. El delgado se qued junto a la mesa, pero el corpulento avanz decidido hacia ella, y su mano derecha se engarabit en un movimiento propio de un cangrejo, cogiendo la mano de Charlie y estrechndola, antes de que sta pudiera evitarlo.

Como si Charlie hubiera tenido que desafiar incendios forestales e inundaciones para llegar hasta ellos, Kurtz exclam en veloz tono de felicitacin:

Charlie, no sabe cunto nos alegra que est por fin sana y salva entre nosotros!

Teniendo todava la mano de Charlie fuertemente asida por la suya, de modo que el contacto entre las dos pieles resultaba totalmente contrario a cuanto Charlie haba previsto, Kurtz dijo:

-Mi nombre, a falta de otro, Charlie, es Marty, y cuando Dios termin de hacerme quedaron unas cuantas porciones sobrantes, con las que hizo a Mike, a modo de posdata. Saluda a Mike, Charlie. Y en cuanto al seor Richthoven, dicho sea utilizando el nombre que para su mayor comodidad escogi, aqu presente, a quien segn creo usted llama Joseph, creo que no hace falta decir ms nombres, puesto que usted misma lo bautiz.

Joseph seguramente haba entrado en el cuarto sin que Charlie se diera cuenta. Charlie recorri la estancia con la vista, y le vio ordenando unos papeles sobre una mesa plegable, apartado de todos. Sobre la mesa haba una pequea lmpara de uso individual cuya luz, semejante a la de una vela, incidi en la cara de Joseph cuando ste se inclin al frente.

Charlie dijo:

-Pues ahora podra volver a bautizar a ese hijo de mala madre. Charlie pens en atacar a Joseph, tal como antes haba atacado a Rachel. Le bastaba con dar tres rpidos pasos y atizarle, antes de que pudieran impedrselo, pero advirti que no lo conseguira, por lo que se content con lanzarle una andanada de obscenos insultos que Joseph escuch con aire de recordar algo un tanto lejano. Joseph se haba puesto un jersey ligero. La camisa de seda propia de director de orquesta y los gemelos de oro, como tapones de botella, haban desaparecido, y pareca que jams hubieran existido.

Sin alzar la cabeza y mientras segua ordenando sus papeles, Joseph dijo:

-Te aconsejo que por el momento te abstengas de formular juicios y dejes de soltar palabrotas. Primero escucha lo que estos dos hombres quieren decirte. Ests en manos de buena gente. Me atrevera a decir que ests en manos de gente mucho mejor que aquella con la que solas tratar. Tienes mucho que aprender y, si la suerte te acompaa, tambin tienes mucho que hacer. As es que conserva las energas.

Joseph pronunci estas ltimas palabras como si recitara para s una advertencia medio olvidada. Sigui con sus papeles.

Amargamente, Charlie pens: No siente el menor inters por m; ha entregado su carga, y la carga era yo.

Los otros dos hombres seguan de pie, esperando que Charlie se sentara, lo cual era propio de locos. Es una locura ser corts para con una muchacha que acaba de ser raptada, es una locura darle lecciones de bondad, es una locura sentarse a una mesa para charlar con quienes te acaban de raptar, despus de tomar un vasito de t y de arreglarte un poco en el lavabo. De todas maneras, Charlie se sent. Kurtz y Litvak tambin lo hicieron.

Mientras se enjugaba una lgrima con los nudillos de una mano, Charlie pregunt con voz insegura:

-Quin es el que dirige el juego, aqu?

Vio una vieja cartera para documentos, de color castao, situada en el suelo entre los dos hombres, con la tapa abierta, aunque no por ello pudo ver el contenido. Y s, efectivamente, los pape-les que haba sobre la mesa eran recortes de prensa, y a pesar de que Mike los estaba guardando en una carpeta, Charlie no tuvo dificultad alguna en reconocer que aquellos recortes hacan referencia a su carrera artstica.

En tono decidido, Charlie pregunt:

-No se han equivocado de chica, supongo? Estn seguros?

Dirigi estas palabras a Litvak, suponiendo errneamente que era el ms influle de los dos, en mritos de su endeble aspecto fsico. Pero, en realidad, a Charlie le importaba muy poco cul fuera la persona a quien se diriga, siempre y cuando consiguiera conservar la serenidad. Charlie aadi:

-Aunque les advierto que si van en busca de los tres enmascarados que asaltaron el banco de la calle Cincuenta y dos, les dir que se fueron en direccin contraria a sta. Yo era la inocente transente que tuvo un parto prematuro.

Kurtz levant de la mesa, al mismo tiempo, sus gruesos brazos, y grit muy complacido:

-Charlie, s, usted es la chica que buscbamos! Y tanto que s! Kurtz dirigi una mirada a Litvak, y luego a Joseph, en el otro extremo del cuarto. Fue una mirada benvola, pero duramente calculadora. Y, en el instante siguiente, Kurtz se haba lanzado, hablando con la fuerza animal que de tal manera haba avasallado a uilley y a Alexis, as como a innumerables colaboradores inslitos, a lo largo de su extraordinaria carrera, hablando con los mismos recios acentos euronorteamericanos, y efectuando los mismos cortantes movimientos del antebrazo.

Pero Charlie era una actriz, y su instinto profesional jams le haba hablado tan a las claras. Ni la verborrea de Kurtz, ni los actos de violencia que en ella haban sido perpetrados, conducindola a un estado de desorientacin, haban oscurecido sus matizadas percepciones de lo que en aquellos momentos ocurra en el cuarto. Charlie pens: Estamos en un escenario: nosotros por una parte y ellos por otra. Mientras los jvenes centinelas se dispersaban dirigindose a las tinieblas del permetro, Charlie casi poda or el rumor de los pasos dados de puntillas de los espectadores llegados a ltima hora en busca de sus butacas, al otro lado del teln. Charlie examin el decorado, y tuvo la impresin de que se pareca al dormitorio de un tirano depuesto. Los hombres que la haban capturado eran los luchadores por la libertad que haban depuesto al tirano. Detrs de la ancha y paternal frente de Kurtz, sentado frente a ella, Charlie pudo distinguir en la mal enyesada pared la mancha de polvo que haba delimitado la cabecera de una desaparecida cama imperial. Detrs del flaco Litvak colgaba un espejo con retorcida moldura dorada, estratgicamente situado para el mayor placer de enamorados separados. El desnudo piso de madera produca ecos enclaustrados, propios de un escenario. La luz pendiente del techo acentuaba las partes cncavas de las caras de los dos hombres, as como la sordidez de sus ropas de luchadores clandestinos. En lugar de su lujoso traje de Madison Avenue -aunque debemos advertir que Charlie no conoca este trmino de comparacin-, Kurtz, ahora, luca una chaqueta de campaa, del ejrcito, carente de forma, con oscuras manchas de sudor en los sobacos, y una hilera de bolgrafos baratos en el abrochado bolsillo superior de la chaqueta, en tanto que Litvak, el intelectual del partido, iba con una camisa caqui, de mangas cortas, de las que sus delgados brazos salan cual peladas ramas. Sin embargo, a Charlie le bastaba con echar una ojeada a aquellos dos hombres para advertir los rasgos que compartan con Joseph. Charlie pens: Han sido adiestrados a hacer lo mismo, comparten las mismas ideas y las mismas prcticas. Kurtz tena su reloj de pulsera sobre la mesa, ante l. Este reloj trajo a la memoria de Charlie la cantimplora de Joseph.

Dos ventanas cerradas daban a la parte delantera y otras dos ventanas igualmente cerradas daban a la parte trasera. Las puertas de doble hoja que daban a uno y otro lado tambin estaban cerradas, como si se temiera que Charlie intentara escapar, a pesar de que sta saba, en la actualidad, que sera un intento vano, por cuanto, si bien los centinelas fingan una languidez propia de simples trabajadores en un taller, Charlie haba ya advertido en ellos -y tena buenas razones- la presteza propia de los profesionales. En los ms apartados confines del escenario ardan cuatro enroscadas mechas contra los mosquitos, cual mechas de bomba, de lenta ombustin, que difundan aroma a nuez moscada. Y a espaldas de Charlie brillaba la lamparilla de Joseph que, a pesar de todo, o quiz debido a todo, era la nica luz agradable.