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Una vez ms, Charlie ocult su reaccin bajo un nuevo ataque:

-Si Joseph es israel, qu diablos haca viajando en un puerco automvil rabe?

El rostro de Kurtz se quebr en aquella surcada y arrugada sonrisa que tan espectacularmente haba revelado su verdadera edad a Quilley. Alegremente, repuso:

-Lo robamos, Charlie.

Y esta confesin suscit inmediatamente otra salva de carcajadas, a las que Charlie tuvo, en parte, tentaciones de unirse.

Anunciando implcitamente con sus palabras que la discusin sobre Palestina haba quedado, al menos por el momento, quemada, como haba deseado, Kurtz dijo:

-Y lo que ahora querrs saber, Charlie, es qu diablos haces aqu entre nosotros, y por qu has sido arrastrada hasta aqu de una manera tan complicada y tan poco ceremoniosa. Te lo voy a decir. Dicha razn estriba en que queremos ofrecerte un trabajo. Un trabajo de actriz.

Kurtz haba entrado en un buen terreno, y su bondadosa sonrisa indicaba que se haba dado cuenta de ello. Su voz se hizo lenta e intencionada, como si estuviera anunciando los nmeros ganadores:

-Ser el papel ms importante que hayas interpretado en tu vida, el que ms sacrificios te cueste, el ms difcil, el ms peligroso y, sin la menor duda, el ms importante. Y no hablo de dinero. Te daremos cuanto dinero quieras. T misma puedes poner el precio.

El recio antebrazo de Kurtz efectu un movimiento con el que quit toda importancia a las consideraciones crematsticas. Kurtz sigui:

-El papel que hemos pensado confiarte exige la combinacin de todos tus talentos, tanto humanos como profesionales, Charlie. Tu ingenio, tu excelente memoria, tu inteligencia, tu valenta, y tambin esta cualidad humana a la que antes me he referido, tu calor humano. Te elegimos, Charlie, te dimos el papel. Hemos buscado mucho, hemos estudiado a muchas candidatas de muchos pases, hasta que te encontramos a ti, y sta es la razn por la que ests aqu, aqu, entre admiradores. Todas las personas que estn en este cuarto te han visto actuar y admiran tu labor. En consecuencia, ms valdr que el ambiente imperante sea congruente con este hecho. Por nuestra parte no hay la ms leve hostilidad, sino que hay afecto, esperanzas y admiracin. Escucha lo que tenemos que decirte. Tal como tu amigo Joseph ha dicho, somos buena gente, al igual que lo eres t. Te necesitamos. Y hay otra gente, que no est presente, que te necesitar mucho ms de lo que nosotros te necesitamos.

Al callar, la voz de Kurtz dej un vaco. Charlie haba conocido actores, muy pocos, que saban hacer esto con sus voces. La voz as era como una presencia que, por su implacable benevolencia, se transformaba en adiccin, y cuando la voz dejaba de sonar, como ocurra ahora, el oyente se quedaba solo, varado. Llevada por una instintiva oleada de alegra, Charlie pens: Primero Al consigue un papel, y ahora lo consigo yo. Segua percibiendo cun loca era la situacin en que se encontraba, pero esta conciencia era lo nico que poda utilizar para reprimir una sonrisa de excitacin que le cosquilleaba las mejillas, pugnando por salir a la superficie.

Consiguiendo una vez ms hablar en tono de escepticismo, Charlie dijo:

-sta es la manera en que reparten ustedes los papeles? Golpeando a las actrices en la cabeza y llevndolas maniatadas adonde les da la gana? Imagino que esto ser habitual en ustedes.

En tono muy sereno, Kurtz dijo:

-Charlie, jams diremos que se trate de un drama normal y corriente.

Y despus de decir estas palabras, Kurtz volvi a ceder la iniciativa a Charlie. Luchando todava para no sonrer, Charlie quiso saber:

-En qu clase de actuacin me dan este papel?

-Llammosle actuacin teatral.

Charlie se acord de Joseph y de la manera en que la expresin divertida desapareci de su cara, cuando hizo una seca referencia al teatro de la vida real. Charlie dijo:

-Si se trata de una obra teatral, por qu no lo dice? Kurtz le dio la razn:

-En cierto aspecto es una obra teatral.

-Quin la ha escrito?

-Nosotros nos encargaremos de la trama. Joseph se encargar del dilogo. Todo con mucha ayuda tuya.

-Ante qu pblico?

Con un ademn, Charlie indic las sombras:

-Estas monadas?

La solemnidad de Kurtz fue tan sbita y tan tremenda como su buena voluntad. Uni sobre la mesa sus manos de obrero, avanz la cabeza dejndola encima de ellas, y ni siquiera el ms enrgico escptico hubiera podido negar la conviccin con que se expres:

-Charlie, hay gente que jams ver esta obra teatral, que ni siquiera llegar a saber que se representa, pero que quedar en deuda contigo mientras viva. Es gente inocente. Personas a las que siempre has tenido simpata, en cuya representacin has intentado hablar, intervenir en manifestaciones, ayudar. En todo lo que hagas a partir de este momento debes llevar bien metida en la cabeza esta idea, ya que, de lo contrario, puedes llevarnos a la perdicin, a nosotros y a ti.

Charlie intent apartar la vista de Kurtz, debido a que su retrica era excesiva, demasiado altisonante. Charlie sinti deseos de que Kurtz empleara aquellos medios con otra persona, no con ella. Rudamente, esforzndose una vez ms en hurtarse a las oleadas de la persuasin de Kurtz, Charlie inquiri:

-Y quin diablos se imagina usted ser para determinar quin es inocente y quin no lo

es?

-Te refieres a m, en cuanto a israel?

Evitando entrar en terreno peligroso, Charlie repuso: -Me refiero a usted, personalmente.

-Prefiero soslayar un poco tu pregunta, Charlie, y limitarme a decir que, desde nuestro punto de vista, una persona ha de ser muy culpable para merecer la muerte.

-Quin, por ejemplo? Quin merece la muerte? Esos pobres insensatos a los que matasteis en el West Bank? O esos a quienes bombardeis en el Lbano?

Incluso mientras formulaba estas atolondradas preguntas, Charlie se preguntaba cmo diablos haban comenzado a hablar de muertes. Haba comenzado ella, haba comenzado l? Careca de importancia. Kurtz ya estaba meditando su respuesta. Con firme nfasis replic:

-nicamente aquellos que rompen totalmente el vnculo humano. Estos merecen la muerte.

Tozuda, Charlie sigui atacando a Kurtz:

-Hay judos as?

-Si., hay judos que son as, y tambin hay israeles. Pero nosotros no nos contamos entre ellos, y, afortunadamente, esta noche no constituyen el tema del que debemos tratar.

Kurtz tena la autoridad suficiente para hablar de esta manera. Daba las respuestas que los nios quieren. Tena la preparacin suficiente para ello, y todos los que se encontraban en el cuarto, Charlie incluida, lo saban. Kurtz era un hombre que slo trataba de asuntos que conoca por propia experiencia. Cuando formulaba preguntas, se tena la seguridad de que antes le haban formulado a l aquellas preguntas. Cuando daba rdenes se saba que antes haba obedecido rdenes ajenas. Cuando hablaba de muerte resultaba evidente que conoca la muerte y que la conoca muy de cerca, y que en cualquier momento poda volver a conocerla.

Y cuando decida dar una advertencia, como ahora se la dio a Charlie, era evidente que haba afrontado los peligros a que se refera. Hablando muy seriamente, dijo:

-No confundas nuestra representacin teatral con la diversin, Charlie. No hablamos de bosques encantados. Cuando las luces se apaguen en el escenario, ser de noche en la calle. Cuando los actores ran, sern felices. Cuando lloren, estarn tristes y con el corazn roto. Y cuando los actores resulten heridos (y resultarn heridos) no se encontrarn en situacin, al bajar el teln, de ponerse en pie de un salto e ir corriendo a coger el autobs que los llevar a casa. No habr posibilidad de remilgos y de alejarse en las escenas duras, no habr permiso por enfermedad. Ser una actuacin constante desde el principio hasta el fin. Si esto es lo que te gusta, si eres capaz de hacerlo, y nosotros creemos que s, escchanos. Si no es as, levantemos la sesin.