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Shimon Litvak, arrastrando las palabras, con su acento eurobostoniano, dbil cual una seal distante emitida por una radio al otro lado del Atlntico, intervino gravemente, en el tono que emplea un discpulo para tranquilizar a su maestro:

-Charlie jams ha huido de un peligro en toda su vida, Marty.

Y esto no es una presuncin por nuestra parte, sino que es un hecho cierto. Consta en todo su historial.

Ya casi lo haban conseguido, dijo Kurtz a Misha Gavron ms tarde, al relatar, durante un breve alto el fuego en su relacin, este punto de la conversacin con Charlie: una seora que consiente escuchar es una seora que consiente. Al or estas palabras, a Gavron poco le falt para sonrer.

S, quiz casi lo haba conseguido, pero, en lo tocante al tiempo que tendran que consumir, slo estaba al principio. Al pretender ser comprendido, Kurtz en manera alguna pretendi ser rpido. Kurtz insisti en sus modales estudiados, en aadir lea a la frustracin de Charlie, en que la impaciencia de la muchacha se desbocara y se adelantara a los acontecimientos. Nadie mejor que Kurtz comprenda lo que era tener un carcter impaciente en un mundo de lentitudes, y cmo sacar provecho de tal impaciencia. Pocos minutos despus de la llegada de Charlie, mientras sta se hallaba todava asustada, Kurtz la trat amistosamente. Y as se port como un padre para la enamorada de Joseph. Minutos despus, ofreca a Charlie la solucin de todos los desordenados problemas de su vida, hasta el presente momento. Kurtz se dirigi a la actriz, a la mrtir, a la aventurera. Halag a la hija y excit a la aspirante. Le haba permitido echar un breve vistazo a la nueva familia a la que Charlie quiz quisiera unirse, sabedor de que Charlie, en el fondo, al igual que todos los rebeldes, slo ansiaba una ms cmoda conformidad. Y, principalmente, al prodigarle todos estos beneficios, haba enriquecido a Charlie, lo cual, como la propia Charlie siempre haba dicho a cuantos quisieran escucharla, era el principio de la subordinacin.

Hablando ms despacio y en voz ms cordial, Kurtz dijo:

-Lo que nosotros te proponemos, Charlie, es un recital abierto, que contestes a una serie de preguntas y que las contestes con toda franqueza, con toda veracidad, a pesar de que, por el momento, nada sepas en cuanto a la finalidad que perseguimos con estas preguntas.

Kurtz hizo una pausa, pero Charlie sigui en silencio. Y, ahora, en su silencio haba ya una tcita sumisin.

-Te pedimos que no hagas juicios de valor, que jams intentes ponerte en nuestro punto de vista, que jams pretendas complacernos o contentarnos con tus contestaciones, en aspecto alguno. Hay en tu vida muchas cosas que quiz t consideres negativas, pero que nosotros no consideraremos as. En modo alguno intentes pensar por nosotros.

Un breve y enrgico movimiento del antebrazo de Kurtz puso punto final a estas amistosas advertencias. Sigui:

-Ahora voy a formular una pregunta. Qu pasara si, ahora o ms tarde, o t o nosotros decidimos abandonar el juego? Permite que sea yo quien conteste la pregunta.

Charlie dijo:

-Si, ms valdr, Mart.

Charlie apoy los codos en la mesa y la barbilla en las manos, y dirigi una sonrisa y una mirada que intentaban expresar pasmada incredulidad. Kurtz dijo:

-Muchas gracias, Charlie. Ahora escucha atentamente. Todo depende del momento en que t o nosotros tomemos esa decisin; todo depende de los conocimientos que hayas adquirido en tal momento y de la calificacin que nosotros te hayamos dado. Hay dos soluciones. Primera solucin, conseguimos que nos hagas una solemne promesa, te damos dinero y te devolvemos a Inglaterra. Nos estrechamos las manos, nos declaramos nuestra recproca confianza, seguimos siendo buenos amigos, y te vigilamos un poquito para tener la certeza de que cumples lo prometido. Comprendido?

Charlie baj la vista a la mesa, en parte para hurtarse a la inquisitiva mirada de Kurtz, y en parte para ocultar su creciente excitacin. S, ya que concurra otro factor con el que Kurtz contaba, y que son muchos los profesionales del servicio de informacin que se olvidan de l con demasiada facilidad: para los no iniciados, el mundo del servicio secreto es, en s mismo, atractivo. Por el mero hecho de girar sobre su propio eje, este mundo atrae hacia su centro a los que estn slo dbilmente unidos a l.

Kurtz prosigui:

-Segunda solucin, solucin que es un poco ms dura, pero en modo alguno terrible. Te ponemos en cuarentena. Te tenemos simpata, pero tememos haber llegado a un punto en que puedes comprometer el xito de nuestro proyecto, un punto en el que el papel que queremos que representes no puede ser ofrecido con seguridad a nadie, en tanto que t sigues en libertad para hablar de dicho papel.

Sin necesidad de mirar, Charlie saba que Kurtz dibujaba su bonachona sonrisa, con lo que indicaba que semejante debilidad por parte de Charlie sera muy humana. Kurtz sigui:

-Y, ahora te dir, Charlie, lo que se hara en semejante caso. Tomaramos una bonita casa en cualquier sitio, en una playa o en cualquier otro lugar agradable. En esto ltimo no habra problema. Te proporcionaramos compaa, una compaa parecida a la de estos muchachos que aqu tenemos. Gente agradable, pero competente. Nos inventaramos una excusa que explicara tu ausencia. Probablemente sera una excusa congruente con tu reputacin de mujer caprichosa y mudable, tal como una mstica estancia en el Lejano Oriente.

Los gruesos dedos de Kurtz cogieron el viejo reloj de pulsera que tena sobre la mesa. Sin mirarlo, Kurtz lo levant y se lo acerc a seis pulgadas. Sintiendo tambin la necesidad de desarrollar una actividad, Charlie cogi una pluma y comenz a trazar rayas sin sentido en el bloc que tena ante s.

-Cuando hubieras pasado esta cuarentena no te abandonaramos ni mucho menos. Te daramos unos cuantos consejos, te daramos un saco repleto de dinero, nos mantendramos en contacto contigo para tener la seguridad de que no cometes imprudencias, y tan pronto considersemos que no hay peligro, te ayudaramos a reanudar tu carrera y tus amistades. Esto sera lo peor que podra ocurrir, Charlie, y te lo digo con la idea de que quiz albergues ideas un tanto alocadas acerca de las consecuencias de decirnos no, ahora o ms tarde, y que pienses que vas a acabar muerta en un ro, con un par de botas de cemento. No, nosotros no nos comportamos as. Y con los amigos menos.

Ahora, Charlie segua dibujando. Traz un crculo, y lo cruz en diagonal con una raya recta, para convertirlo en macho. Charlie haba ledo algunas obras de divulgacin de psicologa que utilizaban este smbolo. De repente, igual que el hombre molesto de que le interrumpan, Joseph habl. Pero la voz de Joseph, a pesar de su severidad, produjo un efecto de calidez y emocin en Charlie:

-Charlie, no basta con que interpretes el papel del testigo silencioso y mohno. Estamos hablando de tu futuro, un futuro peligroso. Intentas quedarte ah sentada, en silencio, y dejar que determinen tu futuro sin consultarte? Di algo, Charlie!

Charlie traz otro crculo. Otro macho. Haba odo todo lo que Kurtz haba dicho, haba percibido todas las insinuaciones. Hubiera podido repetir todas las palabras de Kurtz, tal como haba repetido las de Joseph en la Acrpolis. Estaba alerta y con la mente dispuesta en grado sumo, como jams en su vida lo haba estado, pero todos los instintos de la astucia le decan que estuviera fra y reticente.

En voz apagada, como si no hubiera odo a Joseph, Charlie pregunt:

-Y durante cunto tiempo se representar la obra, Mart? Kurtz dio su peculiar interpretacin a la pregunta:

-Bueno, supongo que lo que quieres preguntarme es qu ser de ti cuando la serie de representaciones termine, no es eso?