-Pero me liberaron, comprendes? Utilizaba mi cuerpo a mi manera. Incluso en el caso de que esta manera no fuera la correcta. Diriga mi propia representacin teatral!
Mientras Kurtz efectuaba sabios movimientos afirmativos con la cabeza, Litvak escriba rpidamente, sentado a su lado. Pero en su imaginacin, Charlie vea a Joseph sentado a su espalda. Le imaginaba alzando la vista de los papeles que lea, teniendo su recio dedo ndice en la mejilla, mientras reciba el pasmoso regalo de la pasmosa franqueza de Charlie. Charlie vena a decirle: hazte cargo de m, dame lo que los otros jams pudieron darme.
Charlie se call y su propio silencio le dio fro. Por qu se haba comportado de aquella manera? Jams en toda su vida haba Charlie interpretado aquel papel, ni siquiera ante s misma. La hora de la noche, una hora intemporal, la haba afectado. La iluminacin, el cuarto en que se hallaba, el viaje, la sensacin de hablar con desconocidos en el tren. Charlie quera dormir. Ya haba hecho demasiadas cosas. 0 le daban el papel en la obra o la mandaban a casa, o hacan las dos cosas al mismo tiempo..
Pero Kurtz no hizo ninguna de las dos cosas. Todava no. Decidi decretar un breve descanso. Cogi el reloj y se lo puso en la mueca, junto a la manga caqui de la chaqueta. Luego sali apresuradamente del cuarto, seguido por Litvak. Charlie esper or los pasos de Joseph yndose tambin, pero nada oy. Pasaron los segundos y el silencio segua igual. Charlie quera volver la cabeza hacia atrs, pero no se atreva a hacerlo. Rose le sirvi un vaso de t dulce, sin leche. Rachel le ofreci unos bizcochos escarchados con azcar. Charlie cogi uno.
Emocionada, Rachel le dijo:
-Lo ests haciendo de maravilla. Lo que has dicho sobre Inglaterra ha sido formidable. Cuando lo has dicho, me has dejado pasmada, verdad, Rose?
Rose dijo:
-S, s, es verdad.
Charlie dijo:
-Es exactamente lo que pienso.
Rachel le pregunt:
-Quieres ir al retrete, querida?
-Nunca voy durante los entreactos.
Rachel le dirigi un guio y dijo:
-Como quieras.
Mientras tomaba un sorbo de t, Charlie apoy el otro antebrazo sobre el respaldo de la silla, para poder volver la vista atrs, de una forma natural. Joseph haba desaparecido llevndose los papeles.
La estancia a la que se haban retirado era del mismo tamao que la estancia de la que se haban ido, y estaba casi igualmente desprovista de muebles. Los nicos objetos que all haba eran dos camas de campaa y un teletipo. Una puerta de dos hojas daba al bao. Becker y Litvak estaban sentados en las camas, frente a frente, estudiando sus respectivos papeles. El teletipo estaba atendido por un muchacho con la espalda muy erguida, llamado David, y el aparato de vez en cuando soltaba papeles, que David aada devotamente a la pila que tena ante l. Adems de este sonido slo se oa el del manar de agua en el cuarto de bao, en donde Kurtz, de espaldas a los otros, con el torso desnudo, se refrescaba con el agua de la pileta, igual que un atleta entre una y otra competicin.
En el momento en que Litvak volva una pgina y marcaba algo con un rotulador, Kurtz dijo a gritos:
-Es excelente, la seora en cuestin. Rene todas las cualidades que esperamos de ella. Es inteligente, tiene talento creador y ha sido muy poco utilizada.
Sin dejar de leer, Litvak dijo:
-Miente ms que habla.
Pero qued claramente establecido, en mritos de la postura del cuerpo de Litvak, as como por la provocativa insistencia de su tono, que esta observacin no iba dirigida a los odos de Kurtz.
Mientras se echaba ms agua a la cara, Kurtz dijo:
-Pues no me parece motivo de queja. Hoy miente en su propio beneficio, y maana mentir en nuestro beneficio. Es que queremos encontrar un ngel bajado del cielo?
De repente, el teletipo comenz a cantar una cancin diferente. Tanto Becker como Litvak lo miraron, pero Kurtz no dio muestras de haberse enterado. Quiz se le haba metido agua en las orejas. Kurtz dijo:
-Para una mujer, la mentira es una proteccin. La mujer protege la verdad y, en consecuencia, protege su castidad. Para una mujer, mentir es una prueba de virtud.
Sentado ante el teletipo, David levant una mano pidiendo que le prestaran atencin.
Dijo:
-Es la embajada en Atenas, Marty. Quieren transmitir un mensaje llegado de Jerusaln.
Kurtz dud, pero al fin dijo con renuencia:
-Diles que lo suelten de una vez.
David dijo:
-Es que t eres la nica persona que puede recibir este mensaje, Marty.
David se levant y cruz la estancia.
El teletipo se estremeci. Despus de echarse una toalla al cuello, Kurtz ocup la silla de David, insert un disco, y esper a que el mensaje se transformara en claro texto. La labor de impresin ces. Kurtz ley el mensaje y, a continuacin, arranc la hoja del rollo y lo volvi a leer. Solt una irritada carcajada, y dijo, con amargo acento:
-Es un mensaje de las alturas. El gran jefe nos dice que debemos fingir que somos norteamericanos. Si, dice: Bajo pretexto alguno reconocern ustedes ser ciudadanos de Israel en cumplimiento de funciones oficiales o semioficiales. Me entusiasma. Es constructivo, nos ayuda a llevar a cabo la misin, y, sobre todo, es oportuno, llega a tiempo. En mi vida he trabajado con un jefe que inspire tanta confianza.
Kurtz entreg la hoja al pasmado muchacho, y le dijo:
-Contesta el mensaje diciendo: Si repito no.
Y los tres hombres regresaron al escenario.
Para reanudar su charla con Charlie, Kurtz decidi emplear un tono de benvola exigencia, como si quisiera aclarar unos cuantos puntos de escasa importancia antes de pasar a otros asuntos. Dijo:
-Charlie, volvamos de nuevo a tus padres.
Litvak haba sacado una carpeta de su cartera y la mantena en una posicin tal que Charlie no poda ver su contenido.
Charlie pregunt:
-Para qu?
Y valerosamente alarg la mano para coger un cigarrillo. Kurtz hizo una breve pausa, para examinar ciertos documentos que Litvak le haba entregado. Por fin, Kurtz dijo:
-Ahora vamos a ocuparnos de la ltima fase de la vida de tu padre, su quiebra, su ruina, su muerte Puedes confirmarnos la exacta secuencia de estos acontecimientos? T te encontrabas en un internado en Inglaterra. Lleg la terrible noticia. Comienza en este punto.
Charlie no comprendi debidamente a Kurtz, a quien pregunt:
-En qu punto?
-En el momento en que supiste la noticia.
Charlie encogi los hombros y repuso:
-Me echaron de la escuela. Fui a casa, la encontr atestada de gentes del juzgado que se movan como ratas. Ya te lo he explicado, Mart. Qu ms quieres saber?
Despus de una pausa, Kurtz habl:
-Has dicho que la directora te mand llamar. Bien. Qu te dijo la directora, exactamente?
-Pues, en cuanto recuerdo, me dijo: Lo siento, pero he dicho a la matrona que hiciera tus maletas; adis y buena suerte.
Inclinado a un lado para leer los papeles de Litvak, Kurtz dijo con tranquilo buen humor:
-Recuerdas esto! No te solt un sermn sobre la maldad del mundo en que vivimos, y cosas as?
Sin dejar de leer, Kurtz aadi:
-No te dijo algo sobre la conveniencia de no fiarte de nadie? No? No te dio una explicacin de las razones por las que te echaba?
-Debamos ya dos trimestres a la escuela. No te parece razn suficiente, Mart? La escuela es un negocio. Tienen que pensar en sus cuentas bancarias. No s si recuerdas que era una escuela privada. -Charlie compuso expresin de cansancio y aadi-: Por qu no seguimos otro da y damos ya por terminada la sesin? La verdad es que me siento un poco fatigada, aunque no s por qu.