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-No lo creas. Ests descansada y tienes reservas. Bueno, el caso es que regresaste a casa. En tren?

-Hice todo el trayecto en tren. Sola. Aunque con la maleta. Rumbo al hogar.

Charlie se desperez y pase la mirada por el cuarto, pero la cabeza de Joseph estaba vuelta hacia otro lado. Pareca escuchar otras msicas.

-Y cuando llegaste a casa, qu encontraste, con exactitud?

-Ya te lo he dicho: el caos.

-Describe un poco el caos.

-Un camin de mudanzas en el sendero. A mi madre llorando. Y mi cuarto, ya medio

vaco.

-Dnde estaba Heidi?

-No estaba. Ausente. No se encontraba entre los presentes.

-Nadie fue a buscarla? Era tu hermana mayor, la nia de los ojos de tu padre? Viva a millas de distancia? Estaba gozando ya de la seguridad del matrimonio? Por qu Heidi no fue a tu casa, para ayudar un poco?

Distradamente, fija la vista en sus manos, Charlie repuso: -Estara preada, supongo. Por lo general, lo est.

Kurtz miraba fijamente a Charlie, y tard mucho en volver a hablar. Como si hubiera odo mal, pregunt en voz baja:

-Por qu has dicho que estaba preada? -Kurtz aclar-: Me refiero a Heidi.

Charlie no contest. Kurtz continu:

-Charlie, Heidi no estaba embarazada. El primer embarazo de Heidi tuvo lugar el ao siguiente.

-Bueno, pues resulta que no, que por una vez en la vida no estaba preada.

-En este caso, por qu no fue a casa de tu madre para ayudar en algo?

-Quiz prefiri no saber nada del asunto. El caso es que se mantuvo apartada del asunto. Por el amor de Dios, Mart, hace ya diez aos de esto! Yo era una nia, una persona diferente.

-Fue una vergenza. Y Heidi no pudo aceptar la vergenza. Me refiero a la quiebra de tu padre.

Secamente, Charlie dijo:

-No hace falta que aclares que la vergenza fue la quiebra. Es que hubo ms vergenzas todava?

Kurtz consider que las palabras de Charlie, en esta ocasin, eran simple retrica. Volva a tener la atencin fija en sus papeles, y lea lo que el largo dedo de Litvak le indicaba. Kurtz dijo:

-El caso es que Heidi se mantuvo al margen, y toda la responsabilidad de hacer frente a la crisis familiar cay sobre tus jvenes hombros, no es eso? Charlie, a la edad de diecisis aos, tuvo que actuar de salvadora. Cursaste un curso acelerado sobre la fragilidad del sistema capitalista, tal como has dicho agudamente hace poco. Y ello fue una leccin de realismo que jams olvidaste. Viste cmo todos los juguetes de la sociedad de consumo, los lindos muebles, los bonitos vestidos, todos los atributos de la respetabilidad burguesa, eran fsicamente extrados de tu casa, ante tus propias narices. T slo. Administrando. Disponiendo. Con un dominio absoluto sobre tus patticos padres burgueses, que hubieran debido pertenecer a la clase obrera, pero que tuvieron la negligencia de no pertenecer a ella. Consolndolos. Suavizando sus sufrimientos. Y casi les diste la absolucin, me parece. -Con tristeza, y despus de una breve pausa, Kurtz aadi-: Duro, muy duro.

Y se call bruscamente, en espera de que Charlie hablara.

Pero Charlie no habl. Mir fijamente a Kurtz, desafindole con la mirada, en espera de que fuera Kurtz quien bajara la vista. A Charlie no le quedaba otro remedio. Las surcadas facciones de Kurtz se haban endurecido misteriosamente, principalmente en la parte cercana a los ojos. Pero, a pesar de todo, Charlie sigui desafindole con la mirada. Tena una manera especial de hacerlo, aprendida ya durante la infancia, consistente en dejar la cara inmvil, convertida en una mscara de hielo, y en ocupar la mente con otros pensamientos. Y Charlie gan el desafo, ya que Kurtz fue el primero en hablar, lo cual constituy la prueba del triunfo de Charlie. Kurtz dijo:

-Charlie, reconocemos que esto es muy doloroso para ti, pero te pedimos que nos cuentes esta historia con tus propias palabras. Ya nos has hablado del camin de mudanzas. Ya nos has hablado del modo en que se llevaron de tu casa cosas que eran tuyas. Qu ms?

-Mi jaca.

-Tambin se llevaron tu jaca?

-Ya te lo he dicho.

-Juntamente con los muebles? En el mismo camin?

-No, en otro. No seas estpido.

-Bueno, pues resulta que haba dos camiones. Los dos al mismo tiempo? O primero uno y luego otro?

-No me acuerdo.

-Dnde se encontraba tu padre, en aquel entonces, fsicamente hablando? Se encontraba en su estudio? Mirando por la ventana cmo se lo llevaban todo? Cmo se porta un hombre como l, en un trance tan desagradable?

-Se hallaba en el jardn.

-Y qu haca all?

-Miraba las rosas. Las cuidaba. Deca que no podan llevarse las rosas, pasara lo que pasara. No hizo ms que decirlo una y otra vez. Si me quitan las rosas, me matar.

-Y t madre?

-Mam estaba en la cocina. Guisando. Fue lo nico que se le ocurri.

-Con gas o con electricidad?

-Electricidad.

-Pero, y conste que quiz me equivoque, creo que me has dicho que os cortaron la electricidad

-La volvieron a conectar.

-Y no se llevaron la cocina?

-La ley prohbe el embargo de las cocinas. La cocina, una mesa, y una silla para cada miembro de la familia.

-Cuchillos y tenedores?

-Un juego para cada persona.

-Y por qu no se limitaron a sellar la casa y a echaros a todos?

-La casa estaba inscrita a nombre de mi madre. Ella misma lo exigi, aos atrs.

-Prudente mujer. De todas maneras, era de tu padre. Y en dnde me has dicho que la directora de la escuela ley la noticia de la quiebra de tu padre?

Charlie haba quedado, en los ltimos momentos, casi desconcertada. Durante unos segundos, las imgenes vacilaron en su memoria, pero ahora volvieron a adquirir consistencia, volvieron a proporcionarle las palabras que necesitaba. Vio a su madre, con un pauelo de cabeza de color malva, inclinada sobre la cocina, preparando frenticamente un pastel de harina y mantequilla, plato favorito de la familia. Vio a su padre, mudo, con la cara gris, ataviado con un blazer cruzado, azul, mirando las rosas. Vio a la directora de la escuela, que mantena las manos a la espalda, como si quisiera calentarse el trasero cubierto de lanilla en el hogar apagado de su imponente sala despacho.

Impasible, Charlie contest:

-En la London Gazette, que es donde se publican todas las quiebras.

-La directora estaba suscrita a ese peridico?

-Cabe presumirlo.

Kurtz efectu un lento y largo movimiento afirmativo con la cabeza, cogi un lpiz y escribi las palabras cabe presumirlo en el bloc que tena ante l, hacindolo de manera que Charlie pudo ver la inscripcin. Kurtz dijo:

-Muy bien. Y despus de la quiebra vinieron las acusaciones de fraude. Puedes contarnos el juicio?

-Ya te lo he dicho. Mi padre no nos permiti asistir. Al principio quera asumir su propia defensa. Quera ser un hroe. Y nosotros nos sentaramos en primera fila, para animarle. Pero cuando le mostraron las pruebas, cambi de parecer.

-De qu le acusaron?

-De robar el dinero de sus clientes.

-Qu condena le impusieron?

-Dieciocho meses, menos los beneficios legales. Ya te lo he dicho, Mart. Ya te lo he contado todo antes. Qu diablos quieres?

-Le visitaste en la crcel?

-No nos lo permiti. No quera que le viramos humillado. Kurtz, en tono pensativo, repiti:

-Humillado. Su vergenza. La cada. Realmente te impresion mucho, verdad?

-Te resultara ms simptica si no me hubiera impresionado?

-No, Charlie; creo que no. -Kurtz hizo una breve pausa y pro-sigui-: Bueno El caso es que te quedaste en casa. Renunciaste a seguir en la escuela, renunciaste a seguir formando tu inteligencia que de tan excelente manera responda a tus esfuerzos, te dedicaste a cuidar de tu padre y a esperar que concedieran la libertad a tu padre, no es eso?