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Desde su silla, con voz tranquila, Kurtz le advirti:

-Adelante, Charlie, no te prives de nada. Ya has ledo a Fanon. La violencia es una fuerza purificadora, no te acuerdas? Nos libera de los complejos de inferioridad, nos quita el miedo, y nos devuelve el respeto hacia nosotros mismos.

A Charlie slo le quedaba una salida. En consecuencia, la utiliz. Ech los hombros hacia adelante y hundi dramticamente la cara en las palmas de las manos. Llor inconsolablemente hasta que Rachel, obedeciendo a un movimiento de la cabeza de Kurtz, abandon la ventana, se acerc a Charlie y le puso un brazo sobre los hombros, a lo cual Charlie se resisti por unos instantes, y luego cedi.

Mientras las dos muchachas avanzaban hacia la puerta, Kurtz dijo a Racheclass="underline"

-Le concedo tres minutos, no ms. No puede cambiarse las ropas ni adquirir una nueva identidad. Y la devuelves directamente aqu. Quiero mantener el motor en marcha.

Dirigindose a Charlie, Kurtz dijo:

-Charlie, prate, aqu, donde ests. Es slo un instante. He dicho que te pares!

Charlie se detuvo, pero no dio media vuelta. Se qued quieta, expresndose con la espalda, mientras se preguntaba doloridamente si Joseph haca algo a su cortada cara.

Sin condescendencia, desde la silla, Kurtz dijo:

-Has actuado bien, Charlie. Te felicito. Tropezaste y te caste, y propusiste levantarte. Mentiste, te extraviaste, pero aguantaste las embestidas, y cuando ya no supiste qu hacer, te dio una rabieta y acusaste al mundo entero de todos tus males. Estamos orgullosos de ti. La prxima vez te daremos una historia ms verosmil para que t la cuentes. No tardes en volver. Ahora ya nos queda muy poco tiempo.

En el cuarto de bao, Charlie estuvo llorando con la frente apoyada en la pared, mientras Rachel llenaba de agua la pileta, y Rose se quedaba junto a la puerta, por si acaso.

Mientras dispona el jabn y la toalla, Rachel dijo:

-No s cmo pudiste vivir en Inglaterra tanto tiempo. Yo estuve all quince aos, y pensaba que me mora. Conoces Macclesfield? Es la muerte. Por lo menos lo es cuando una es juda. Con todas sus manas de clase social, de frialdad y de hipocresa. Macclesfield es el peor lugar del mundo, para un judo; realmente esto es lo que pienso. Sola frotarme la piel con limn, en el bao, porque me decan que tena la piel grasienta. Oye: no te acerques a esta puerta sola; no, porque tendra que detenerte.

Amaneca y, por lo tanto, era la hora de acostarse. Charlie se encontraba de nuevo en compaa de aquella gente, que era en aquellos momentos lo que ms le gustaba. Le haban explicado un poco el asunto de que se trataba, le haban esbozado la historia de la misma manera que una linterna ilumina fugazmente un oscuro pasillo, dando una rpida visin de una parte de lo que hay oculto en l. Imagina, le dijeron, y le hablaron de un amor perfecto que Charlie no conoca.

Apenas le interesaba. La necesitaban. La conocan del derecho y del revs. Conocan su fragilidad y su pluralidad. Y a pesar de esto, todava la queran, la necesitaban. La haban secuestrado a fin de rescatarla. Despus de su navegacin sin rumbo, se encontraba con la lnea recta de aquella gente. Despus de todos sus sentimientos de culpa y de todas sus ocultaciones, reciba su aceptacin. Despus de todas sus palabras, la actuacin de aquella gente, su sobriedad, su celo de clara mirada, su autenticidad, su verdadera lealtad, todo lo cual vena a llenar la vaciedad que se abra y chillaba en su interior, como un aburrido demonio, desde siempre, en tanto poda recordar. Era como una pluma en una tormenta, pero, de repente, con pasmado alivio, aquella gente actuaba como un viento impulsor.

Charlie repos, y dej que la llevaran, que la asumieran, que se apoderaran de ella. Charlie pens: Gracias a Dios, una patria al fin. Le dijeron: Interpretars el papel de ti misma, pero ms exageradamente. S, pero cundo no haba interpretado el papel de s misma? Sers t misma, con todos tus falsos alardes, si es que podemos expresarlo as. Y Charlie pens: Expresadlo como queris.

S, escucho. S, lo entiendo.

Haban dado a Joseph el puesto de mxima autoridad en la mesa, en medio. Litvak y Kurtz estaban sentados a uno y otro lado de Joseph, quietos como lunas. Joseph tena la cara hinchada en los lugares en que Charlie le haba golpeado. S, tena una cadena de pequeas hinchazones a lo largo de su quijada izquierda. Al travs de las persianas, peldaos de luz se proyectaban sobre las tablas del suelo y sobre la mesa plegable. Dejaron de hablar.

Charlie le pregunt:

-No ha decidido todava?

Joseph mene negativamente la cabeza. La oscura barba de veinticuatro horas marcaba las partes cncavas de su cara. La luz pendiente del techo revelaba la telaraa de las arrugas alrededor de sus ojos.

Charlie dijo:

-Vuelve a hablarme de la utilidad.

Charlie percibi que el inters de aquellos hombres se tensaba como una cuerda. Litvak tena sus blancas manos cruzadas ante s, v contemplaba a Charlie, con la mirada muerta, aunque extraamente irritada. Kurtz, entrado en aos y proftico, tena su cara surcada cubierta de polvillo de plata. Y junto a las paredes, los jvenes, estaban devotos e inmviles, como si hicieran cola para recibir la primera comunin.

En un tono impersonal, del que haba eliminado todo matiz de teatralidad, Joseph explic:

-Dicen que salvars vidas, Charlie.

Advirti Charlie en el tono de las palabras de Joseph cierta renuencia? Si as fue, slo sirvi para dar mayor gravedad a sus palabras. Joseph sigui:

-Dicen que devolvers los hijos a sus madres y que contribuirs a dar la paz a las gentes pacficas. Y que mujeres y hombres inocentes vivirn, gracias a ti.

Charlie pregunt:

-Y t qu dices?

Joseph contest con voz deliberadamente apagada:

-Y por qu crees que estoy aqu? Para cualquiera de nosotros, lo que hacemos puede ser una labor de sacrificio, una expiacin de la vida. Y, para ti Bueno, quiz tampoco sea tan diferente, para ti.

-Y en dnde estars?

-Estaremos lo ms cerca de ti que podamos.

-Me refera a ti, a Joseph, en singular.

-Estar cerca de ti, como es natural. Este ser mi trabajo.

Y esto ser slo mi trabajo, deca Joseph. Ni siquiera Charlie pudo interpretar errneamente el significado de las palabras de Joseph.

Con voz suave, Kurtz intervino:

-Joseph estar siempre contigo, Charlie. Joseph es un excelente profesional, realmente excelente. Por favor, Joseph, hblale del factor tiempo.

Joseph dijo:

-Disponemos de muy poco tiempo. Todas las horas son importantes.

Kurtz segua sonriendo, como si esperase que Joseph siguiera hablando. Pero Joseph ya haba terminado.

Charlie haba dicho que s. Forzosamente tuvo que haberlo dicho. O, por lo menos, haba dicho que s en lo tocante a la fase siguiente, debido a que percibi un leve movimiento de alivio a su alrededor, y, luego, con su consiguiente desencanto, nada ms. En el hiperblico estado de nimo en que se encontraba, Charlie haba imaginado que una platea rebosante de pblico iba a levantarse rindindole una salva de aplausos. S, y el agotado Mike hundira la cara en sus flacas manos y llorara abiertamente. Y Marty, comportndose como el viejo que a fin de cuentas haba demostrado ser, la cogera por los hombros con sus gruesas manos -hija ma, pequea- y oprimira su cara erizada de picantes pelillos contra su mejilla. Los jvenes, sus admiradores de suaves pasos, romperan filas para congregarse a su alrededor y tocarla. Y Joseph la oprimira contra su pecho. Pero en el teatro de la realidad la gente no se comportaba as, al parecer. Kurtz y Litvak se dedicaban a ordenar papeles y a meterlos en las carteras. Joseph hablaba con Dimitri y con la chica sudafricana, Rose. Raoul se dedicaba a llevarse los restos del t con pastelillos azucarados. Slo Rachel pareca estar pendiente de lo que le pasaba a la nueva recluta. Toc el brazo de Charlie y la llev hacia el descansillo, a un lugar en el que, segn dijo Rachel, podra tumbarse cmodamente. Las dos muchachas no haban llegado an a la puerta cuando Joseph pronunci en voz baja el nombre de Charlie. Joseph la miraba con pensativa curiosidad.