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Como si las palabras en s mismas fueran enigmticas, Joseph repiti:

-Buenas noches, Charlie.

Con una dolorida sonrisa que bien hubiera podido representar el teln final, Charlie supuso:

-Lo mismo te deseo.

Pero la sonrisa de Charlie no fue el teln que al bajar da fin a la obra. Mientras Charlie segua a Rachel a lo largo del corredor, tuvo la sorpresa de descubrir que se encontraba en el club londinense de su padre, camino del anexo destinado a las seoras, en donde almorzara. Charlie detuvo sus pasos, y mir alrededor en un intento de hallar el origen de su alucinacin. Y entonces lo oy. Era el incesante sonido menudo de un teletipo, expulsando las hojas con las ltimas cotizaciones de bolsa. Charlie aventur que quiz proviniera de un cuarto con la puerta entornada. Pero Rachel la empuj hacia adelante, antes de que Charlie tuviera tiempo de confirmar sus sospechas.

Los tres hombres haban vuelto a la habitacin con aspecto de sala de estar, desde la cual la parlanchina mquina teletipo les haba convocado como si de un cornetn se tratara. Mientras Becker y Litvak miraban, Kurtz, inclinado sobre la mesa, descifraba, con aire de suma incredulidad, el ms reciente, el ms imprevisto, el ms urgente telegrama estrictamente privado enviado desde Jerusaln. Situados a espaldas de Kurtz, los otros dos hombres podan ver la mancha de sudor que se extenda sobre su camisa como una sangrante herida. El operador de la radio se haba ido, despachado por Kurtz tan pronto el texto en clave procedente de Jerusaln comenz a salir impreso. El silencio imperante en la casa era absoluto, y slo lo quebraba el sonido de la mquina. Si cantaban pjaros o si pasaba trnsito rodado, no lo oan. Slo perciban los sonidos de comienzo y terminacin del teletipo.

Kurtz, para quien jams nadie trabajaba demasiado, dijo: -En mi vida te he visto trabajar mejor, Gadi.

Kurtz haba hablado en ingls, que era el idioma en que llegaba el mensaje de Gavron. Kurtz sigui:

-Magistral, con altas miras, incisivo

Arranc una hoja y esper a que la siguiente quedara impresa. Dijo: -Es cuanto una muchacha a la deriva puede esperar de su salvador. No es as, Shimon?

La mquina volvi a funcionar. Kurtz dijo:

-Algunos de nuestros colegas de Jerusaln ponen en tela de juicio el que yo te haya seleccionado. Entre ellos, el seor Gavron. El seor Litvak, aqu presente, tambin. Pero yo no. Yo siempre tuve confianza.

Kurtz musit una leve maldicin y arranc la segunda hoja. Kurtz volvi a hablar:

-Este Gadi es el mejor hombre con quien he tratado jams, les he dicho. Tiene corazn de len, cabeza de poeta; s, stas fueron mis propias palabras. Una vida de violencia no le ha endurecido, dije. Cmo se las arregla esa mujer para manejar a Gadi?

Kurtz volvi la cabeza, inclinndola a un lado, en espera de que Becker le contestara. Becker dijo:

-No te has dado cuenta todava?

Si Kurtz se haba dado cuenta o no, no estaba dispuesto a decirlo. Terminado el mensaje, gir hacia la derecha, en su silla giratoria, manteniendo las hojas en posicin vertical, ante su vista, para que la luz, situada a su espalda, diera en ellas. Pero, cosa rara, fue Litvak el primero en hablar. Y Litvak dio rienda suelta a un tenso y estridente estallido de impaciencia que pill de sorpresa a sus dos colegas. Farfull:

-Dnoslo! En dnde ha ocurrido? Han puesto otra bomba! Kurtz mene lentamente la cabeza, y esboz una sonrisa por primera vez desde que lleg el mensaje. Dijo:

-Una bomba quiz, pero sin muertos, Shimon. Al menos por el momento.

Becker dijo:

-Que lea el mensaje. No permitas que te tome el pelo.

Pero Kurtz prefiri expresarse mediante circunloquios:

-Misha Gavron nos saluda y nos manda tres mensajes ms. Primer mensaje: ciertas instalaciones del Lbano sern bombardeadas maana, pero quienes lleven a cabo la misin tendrn buen cuidado de no atacar nuestras casas. -Kurtz prescindi de los papeles y dijo-: Segundo mensaje: este mensaje es una orden armnica en su contenido y agudeza a la orden que recibimos anoche a primera hora. Tenemos que prescindir del valeroso doctor Alexis a partir de ayer. No ms contactos con l. Misha Gavron pas el expediente del doctor Alexis a ciertos sabios psiclogos que han dictaminado que Alexis est ms loco que una cabra.

Una vez ms, Litvak comenz a protestar. Quiz el gran cansancio provocaba en l esa clase de reacciones. Kurtz, que an sonrea dulcemente, le dirigi unas dulces palabras que le hicieron bajar de las nubes:

-Clmate, Shimon. Nuestro valiente jefe se est portando un poco, aunque slo un poco, como un poltico, y esto es todo. Si Alexis se pasa al otro bando y se produce un escndalo que afecte a nuestras relaciones con un aliado dolorosamente necesario, Marty Kurtz, aqu presente, ser quien pagar el pato. Si Alexis se mantiene fiel a nosotros, mantiene la boca cerrada y hace lo que le digamos, Misha Gavron se llevar la gloria. Ya sabis cmo me trata Misha Gavron. Soy su judo.

Becker pregunt:

-Y el tercer mensaje?

-Nuestro jefe nos recuerda que tenemos muy poco tiempo a nuestra disposicin. Dice que ya tiene a los lobos en la puerta de su casa. Como es natural, se trata de nuestra casa, antes que la suya.

Siguiendo el consejo de Kurtz, Litvak se fue a hacer las maletas. Despus de haberse quedado a solas con Becker, Kurtz emiti un agradecido suspiro de alivio, y, con modales mucho ms tranquilos, se acerc a la cama de campaa y cogi un pasaporte francs, lo abri y estudi sus datos, grabndoselos en la memoria. Mientras lea, Kurtz observ:

-Eres quien nos proporciona el xito, Gadi. Si se produce alguna laguna, si tiene, necesidades especiales, dnoslo. Oyes? Si, Becker le haba odo. Kurtz dijo:

-Las chicas me han dicho que hacais una buena pareja, los dos en la Acrpolis. Me han dicho que parecais un par de estrellas de cine.

-Dales las gracias en mi nombre.

Despus de coger un viejo y pelado cepillo para el pelo, Kurtz se puso ante el espejo y comenz a peinarse. En tono reflexivo, sin parar de cepillarse el pelo, Kurtz observ:

-En un caso as, con la intervencin de una muchacha, habiendo un concepto de por medio, siempre confo en la discrecin del que lleva el caso. A veces es aconsejable mantener cierta distancia, y otras veces

Becker dijo:

-Este es un caso de distancia.

Se abri la puerta, y apareci Litvak, vestido para ir a la ciudad, con una cartera en la mano, y, solicitando la compaa de su jefe, dijo:

-Estamos llegando tarde.

Litvak dirigi una poco amistosa mirada a Becker.

Y a pesar de todo, Charlie, a pesar de que la haban manipulado, no se senta coaccionada, al menos no se senta coaccionada por los modales de Kurtz. Este siempre se esforz, desde el principio, en que as fuera. Kurtz dej bien sentado que su plan exiga una duradera base de carcter moral. Cierto es que en las primeras etapas del plan hubo ciertos fantasiosos proyectos de ejercer presin, de dominio, de dominio sexual ejercido por un Apolo menos escrupuloso que Becker, de situar a Charlie en circunstancias duras durante unas cuantas noches, antes de ofrecerle su amistad. Los sabios psiclogos de Gavron, despus de haber ledo el historial de Charlie, hicieron todo gnero de vacas propuestas, incluyendo algunas que eran un tanto brutales. Pero la experta mentalidad operacional de Kurtz gan la batalla contra el siempre en crecimiento ejrcito de expertos de Jerusaln. Kurtz haba alegado que los voluntarios luchan con ms empeo y durante ms tiempo. Los voluntarios encuentran su propia manera de convencerse a s mismos. Y, adems, si uno pretende pedir en matrimonio a una chica, es aconsejable no violarla antes.

Otros, entre los que se contaba Litvak, haban propuesto en altisonantes trminos que era preciso encontrar a una chica israel que tuviera los antecedentes de Charlie. Litvak era visceralmente opuesto, juntamente con otros, a que se utilizara a una muchacha gentil, principalmente si la muchacha era nada menos que inglesa. Kurtz se haba mostrado opuesto a esta tesis, con igual vehemencia. Le gustaba la naturalidad de Charlie, y quera el original, no una imitacin. Las tendencias ideolgicas de Charlie no le molestaban en absoluto. Kurtz dijo que cuanto ms cerca de ahogarse estuviera Charlie, ms contenta estara de subir a bordo.