Pero era algo más que aquello. Era real y se hallaba mirando a Alvin con una sonrisa ligeramente burlona.
CAPÍTULO V
En su corto espacio de vida, Alvin apenas si conocía a una milésima parte de los habitantes de Diaspar. No se sorprendió, por tanto, de que el hombre a quien tenía frente a sí, fuese un desconocido. Lo que le sorprendió fue el encontrar a cualquiera en aquella desierta torre, tan cerca a la frontera de lo desconocido.
Volvió la espalda al mundo del espejo y se encaró con el intruso. Antes de que pudiera hablar, el otro se dirigió a él.
— Tú eres Alvin, según creo. Cuando descubrí que alguien se dirigía aquí, me supuse que serías tú.
Aquellas palabras no tenían la menor intención de ser una ofensa, eran una sencilla declaración que Alvin aceptó como tal. Tampoco se sintió sorprendido de ser reconocido, tanto si le gustaba como si no, el hecho de su calidad de Único y sus potencialidades desconocidas aún, le hacían ser conocido por todos en la ciudad.
— Soy Khedrom continuó aquel extraño como si aquello lo explicase toda. Me llaman el Bufón.
Alvin no supo qué responder y Khedrom se encogió de hombros con un gesto de burlona resignación.
— Ah, así es la fama. Claro, tú eres joven y no ha habido bufones en tu vida. Tu ignorancia queda excusada.
Había algo de gracioso y nuevo, simpático y refrescante en aquel tipo singular. Alvin se rebuscó en la mente en busca del significado de aquella palabra «bufón», buceó en sus últimos y más profundos conocimientos y en su memoria; pero no pudo identificarla. Habla muchos títulos en la compleja vida social de la ciudad y con seguridad le llevaría muchísimos años el aprenderlos.
— ¿Viene usted aquí con frecuencia? — le preguntó Alvin, casi con cierta envidia. Alvin había crecido, considerando la Torre de Loranne como de su personal propiedad y se sintió ligeramente molesto de que alguien más pudiese conocer tales maravillas. Pero… ¿habría mirado Khedrom el desierto o visto las estrellas en el Oeste?
— No — repuso Khedrom, casi como respondiendo a sus pensamientos no expresados en palabras —. Nunca estuve antes aquí. Pero me produce un gran placer el ir aprendiendo las cosas que existen en la ciudad, fuera de lo normal y corriente y hace mucho tiempo desde que cualquier persona haya venido a la Torre de Loranne.
Alvin trató de suponer cómo Khedrom podría estar al corriente de sus anteriores visitas; pero rápidamente echó de lado la cuestión apartándola de su mente. Diaspar estaba llena de ojos y oídos y de otros sentidos más sutiles que mantenían a la ciudad alerta de todo cuanto sucediese dentro de ella.
— Entonces, si no es corriente para casi nadie el venir aquí —dijo entonces Alvin— ¿por qué está ahora interesado en hacerlo?
— Porque en Diaspar — repuso Khedrom— lo fuera de lo corriente es mi prerrogativa. Hacía tiempo que había reparado en ti, muchacho y sabía que cualquier día nos encontraríamos aquí. Aparte de mi aspecto, yo también soy un Único. Oh, no en la forma en que tú lo eres, esta no es mi primera vida. Yo he pasado ya un millar de veces por la Sala de la Creación. Pero en alguna ocasión, allá en el pasado y en los principios, fui escogido como el Bufón, y sólo existe un Bufón en cada vez en Diaspar. Mucha gente incluso cree que uno es demasiado.
En el discurso de Khedrom había una cierta ironía que dejó algo perplejo a Alvin. No era la mejor manera de conducirse el hacer preguntas directas; pero después de todo, Khedrom había sido el que comenzó el asunto.
— Lamento mi ignorancia — dijo Alvin —. Pero ¿qué es un Bufón, y qué es lo que hace?
— Tú preguntas «qué» — replicó Khedrom— por tanto, yo empezaré por decirte «por qué». Es una larga historia, pero creo que te interesará de veras.
— A mí me interesan todas las cosas — repuso Alvin con verdadera sinceridad.
— Muy bien. Los hombres — si es que fueron los hombres, lo cual pongo muchas veces en duda —, que diseñaron Diaspar tuvieron que resolver un problema increíblemente complejo. Diaspar no es solamente una gran máquina, ya sabes, es un organismo viviente, un organismo inmortal. Estamos tan acostumbrados a nuestra sociedad que no podemos apreciar qué extraño le hubiera parecido a nuestros antepasados. Aquí tenemos un mundo diminuto y cerrado que nunca cambia, salvo en pequeños detalles, y con todo, es perfectamente estable, edad tras edad. Así ha permanecido probablemente más tiempo que el resto de la historia humana y con todo en esa historia, hubo, así se cree, incontables millares de distintas culturas y civilizaciones que se sostuvieron durante cierto tiempo y después perecieron. ¿Cómo es que Diaspar logró esta extraordinaria estabilidad?
Alvin se quedó sorprendido de que alguien pudiera hacerse una pregunta tan elemental y sus esperanzas de aprender algo comenzaron de nuevo a desvanecerse.
— Pues a través de los Bancos de Memoria, por supuesto — replicó —. Diaspar está siempre compuesta de la misma gente, aunque sus actuales agrupaciones cambien como sus cuerpos, conforme vayan siendo creados o destruidos.
Khedrom sacudió la cabeza negativamente.
— Esa es sólo una parte muy pequeña de la respuesta, querido joven. Con exactamente la misma gente, se podrían construir muchas y diferentes clases de sociedad. No puedo probarlo, ni tampoco tengo una evidencia directa de ello; pero creo que es cierto. Los diseñadores de la ciudad, no se limitaron a fijar su población; fijaron y establecieron también las leyes que iban a gobernar su conducta. Nosotros apenas si nos damos cuenta de que tales leyes existen; pero las obedecemos. Diaspar es una cultura congelada, que no puede cambiar fuera de unos estrechos límites. Los Bancos de Memoria almacenan muchas otras cosas, aparte de los modelos y pautas de nuestros cuerpos y personalidades. Almacenan la imagen de la ciudad en sí misma, sosteniendo cada uno de sus átomos rígidamente contra todos los cambios que el Tiempo pueda implicar. Mira este pavimento… se construyó hace ya millones de años, y pisadas en número infinito de incontables criaturas vivientes han pasado por encima. ¿Puedes ver algún signo de desgaste? La materia desprotegida, aunque sea el diamante, habría sido ya reducida a polvo, haría ya muchísimos siglos. Pero en tanto que el poder o la energía que accione los Bancos de Memoria, en tanto en que las matrices que contienen todo pueden seguir controlando la configuración íntegra de la ciudad, con su completa estructura física, Diaspar jamás cambiará.
Pero han existido algunos cambios — protestó Alvin —. Muchos edificios han sido destruidos desde que se construyó la ciudad y se han erigido otros nuevos…
— Por supuesto que sí… pero sólo descargando la información almacenada en los Bancos de Memoria y disponiendo después nuevas estructuras. En cualquier caso, yo me limitaba a mencionarlo como un ejemplo de la forma en que la ciudad se preserva a sí misma físicamente. El punto que quería hacer resaltar, es que en la misma forma, existen máquinas en Diaspar, que preservan nuestra estructura social. Esas máquinas vigilan cualquier cambio y lo corrigen antes de que se haga demasiado grande. ¿Cómo lo hacen? No lo sé… tal vez seleccionando a aquellos que emergen de la Sala de la Creación. Quizá se produzca escudriñando secretamente nuestros propios modelos de personalidad; nosotros podemos creer y estar seguros de que tenemos una libre voluntad pero… ¿podemos estar seguros de que es así?