Existía la posibilidad de que Alvin volviese de un momento a otro y de ninguna manera quiso que nadie más descubriese el secreto de la Tumba de Yarlan Zey.
Para cuando llegaron a la ciudad, era obvio para Khedrom que toda su táctica evasiva había fallado completamente y que la situación era seria y se escapaba de sus manos. Era la primera vez en su vida que se encontró desarmado, sin sentirse capaz de enfrentarse con cualquier problema que se le hubiese puesto de frente. Su temor irracional fue reemplazado lentamente por una alarma más profunda y más firmemente basada. Hasta entonces, Khedrom apenas si había dado la menor importancia a las consecuencias de sus acciones. Su propio interés y una ligera aunque sincera simpatía por Alvin, había sido suficiente motivo para hacer cuanto había hecho por el joven. Aunque había alentado y ayudado a Alvin, nunca había creído que nada parecido a aquello pudiese haber ocurrido.
A despecho del abismo de años y experiencia entre ambos, la voluntad de Alvin había sido siempre más poderosa que la suya. Era demasiado tarde para hacer nada respecto al asunto; Khedrom comprendía que los acontecimientos se iban deslizando hasta una situación que caía más allá de su control. En vista de aquello, habría sido poco elegante de parte de Mystra, que ésta considerase a Khedrom como el genio del mal respecto de Alvin, reprochándole culpable de todo lo ocurrido. Mystra no era realmente vengativa; pero estaba disgustada y gran parte de su disgusto estaba enfocado sobre Khedrom. Si cualquier acción de la chica le causaba dificultades, ella sería la última en lamentarlo.
Partieron en un silencio de piedra, cuando llegaron al gran camino circular que rodeaba el Parque. Khedrom se esperó a ver cómo desaparecía Mystra en la distancia, tratando de imaginar qué planes llevaría la joven en la mente.
Sólo había una cosa de la que podía hallarse cierto. El aburrimiento no iba a ser un serio problema para los tiempos por venir.
Mystra actuó con rapidez y con inteligencia. No se molestó en tomar contacto con Eriston y Etania; los padres de Alvin eran unas agradables nulidades, por quienes ella sentía un cierto afecto; pero ningún respeto. Hubiera perdido el tiempo con ellos perdida en fútiles argumentos y después se habrían decidido por hacer lo que la chica estaba haciendo.
Jeserac escuchó el relato completo de Mystra, sin emoción aparente. Si estaba alarmado o sorprendido, lo ocultó muy bien, tan bien que Mystra se quedó totalmente decepcionada. Le pareció como si nada de extraordinario y de importancia hubiese sucedido y la conducta de Jeserac la dejó aplanada. Cuando la chica hubo terminado, él la preguntó durante cierto tiempo, dándole a entender, aunque sin expresarlo, que ella podía haber sufrido un error o cometer una equivocación. ¿Qué razón existía para suponer que en realidad Alvin había abandonado la ciudad? Tal vez, todo aquello no hubiese sido más que una pesada broma a su costa, el hecho de que Khedrom se hallaba de por medio, lo hacía parecer altamente probable. Alvin podía muy bien estar riéndose de ella, escondido en cualquier parte de Diaspar y en aquel preciso instante.
La única positiva reacción que obtuvo del tutor de Alvin, fue su promesa de hacer investigaciones y tomar contacto con ella de nuevo en el plazo de un día. Mientras tanto, ella no debería preocuparse y sería lo mejor de todo que no dijese nada a nadie de aquel asunto. No había necesidad de extender la alarma respecto a un incidente que probablemente podía estar aclarado en el transcurso de unas cuantas horas.
Mystra dejó a Jeserac en un estado de ánimo de ligera frustración. Ella habría estado mucho más satisfecha de haberle visto dispuesto a actuar inmediatamente y sin pérdida de tiempo.
Jeserac, tenía amigos en el Consejo; él mismo había sido un miembro componente a lo largo de su extensa vida e incluso podría serlo de nuevo de sentirse desgraciado. Llamó a tres de sus más influyentes colegas, y cautamente despertó su interés. Como tutor de Alvin, se daba cuenta de su delicada posición y se hallaba ansioso de preservar su propia postura en el asunto. Por el momento cuanto menos personas supieran lo sucedido, mucho mejor.
Se llegó a la conclusión de que la primera cosa que debía hacerse, era ponerse en contacto con Khedrom y pedirle una explicación. Sólo había un fallo en aquel excelente plan. Khedrom, anticipándose al mismo, había desaparecido como tragado por la tierra.
Si había alguna ambigüedad respecto a la posición de Alvin en Lys, sus anfitriones tuvieron el exquisito tacto de no recordárselo. Era libre de ir donde le pareciese en Airlee, la pequeña población donde gobernaba Seranis, aunque ésta fuese una palabra demasiado fuerte para definir su posición. A veces, le parecía a Alvin que ella se comportaba como un dictador benevolente; pero en otras, daba la impresión de no poseer ningún poder, en absoluto. Lo cierto es que había fallado en comprender totalmente el sistema social de Lys, bien porque fuese demasiado simple o demasiado complejo, de forma tal, que sus consecuencias se le escaparon de toda comprensión apropiada. Todo lo que había descubierto como cosa cierta, era que Lys estaba dividida en innumerables poblaciones de las cuales, Airlee era un ejemplo típico. Con todo, en un sentido, no parecían existir ejemplos típicos, ya que Alvin había recibido la seguridad de que cada una de aquellas poblaciones trataban de no parecerse a sus vecinos, en la medida en que les era posible. Aquello le resultaba extremadamente confuso.
Aunque era muy pequeña y contenía menos de un millar de personas Airlee, estaba llena de sorpresas. Apenas si existía un simple aspecto en la vida corriente que no fuese distinto, por comparación, con Diaspar. Las diferencias se extendían a cuestiones tan fundamentales como la conversación. Sólo los chiquillos utilizaban el lenguaje hablado para comunicarse; los adultos apenas si hablaban, y Alvin decidió que si lo hacían en su presencia, era una mera cuestión de cortesía hacia él. Resultaba una curiosa y decepcionante experiencia que producía la más profunda frustración, el sentirse inmerso en una gran red de palabras sin sonido e indetectables; pero tras algún tiempo, Alvin se acostumbró. Parecía sorprendente, en realidad, que el uso del lenguaje hubiera sobrevivido en absoluto, ya que no había la menor necesidad de utilizarlo; pero Alvin descubrió más tarde que las gentes de Lys eran muy aficionadas a cantar y ciertamente, a todas las formas de la música. Sin semejante incentivo, hubiese sido lo más verosímil que desde mucho tiempo atrás, aquellas gentes se hubieran vuelto mudas por simple atrofia de sus órganos de fonación.
Siempre parecían ocupadas en algo, comprometidas en tareas o problemas que corrientemente le resultaban incomprensibles a Alvin. Cuando pudo comprender lo que estaban haciendo, la mayor parte de aquellos trabajos les parecieron al joven totalmente innecesarios. Una considerable parte de su alimento, por ejemplo, era cultivado en la tierra y no sintetizado de acuerdo con los conocimientos y procedimientos utilizados hacía ya tanto tiempo en el pasado. Cuando Alvin lo comentaba, se le explicaba pacientemente por las gentes de Lys, que era un placer ver cómo crecían los frutos y los alimentos en sus respectivas plantas, llevándose a cabo complicados métodos genéticos para obtener por evolución y mejoramiento, un sabor y paladar más sutil y agradable. Airlee, era famosa por sus frutas; pero cuando Alvin comió algunas elegidas como muestras, no le parecieron mejores que las que bajo un simple conjuro, tenía en Diaspar a su disposición, sin otra molestia que levantar un dedo.