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Por irritante que sea, parece muy natural dadas las circunstancias. Si un continente lejano es tan remoto como la luna, la luna no será más remota que un continente lejano. Por lo demás, las naves interestelares parecen moverse por la presión de la luz en inmensas velas de láminas metálicas, de modo que ambas clases de embarcaciones tienen en común una ciencia aplicada de mástiles, cables y vergas. Presumiblemente, dado que en ambos casos se requerirían muchas capacidades iguales (y quizá sobre todo la de soportar largos períodos de aislamiento), ciertos tripulantes de naves que sólo nos provocarían desprecio, embarcarán en otras que nos asombrarían. Es notable que el capitán del lugre de Severian comparta ciertos hábitos verbales con Jonas.

Y ahora un comentario final. Tanto en mis traducciones como en estos apéndices, he intentado evitar toda especulación; pienso que ahora, a punto de concluir siete años de trabajo, quizá se me permita una. Quizá la capacidad de estas naves que atraviesan horas y eones no sea sino una consecuencia natural, tras haber penetrado en el espacio interestelar y aun intergaláctico, y haber escapado a las angustias de muerte del universo. Viajar de este modo en el tiempo tal vez no sea un asunto tan complejo y difícil como tendemos a suponer. Es posible que Severian tuviera desde el comienzo algún presentimiento de su futuro.

FIN