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Wexford se levantó.

– Doy el asunto por concluido -dijo-. Me voy con la esposa de mis amores, como es mi deber.

Burden empezó a recogerlo todo y a llevarse cosas en la bandeja.

– Mañana vuelve a casa la esposa de mis amores.

– Parecía contento, esperanzado, como si no se hubiera producido una interrupción de cinco meses en su felicidad-. Una de sus antiguas alumnas de Haldon Finch fue a verla a ella y al niño. Es una afiliada de ARRIA. Le dijo a Jenny que lo del cuervo significa que van a limpiar la carroña que los hombres han dejado en el mundo. Nos dejó asombrados.

– ¡Ah! -Wexford se detuvo en el umbral de la puerta-. Casi se me olvida decíroslo. Tiene que ver con la chica de Williams.

Lo miraron.

– Williams no estaba viendo a ninguna chica… -aventuró Burden.

– Claro que estaba viendo a una chica. Sin embargo no tuvo nada que ver con su muerte, por lo que apenas apareció en la investigación. Pero tratándose de un hombre como Williams, lo natural era que la tuviera. Era algo inevitable. Sus dos esposas lo sabían. Se habían dado cuenta de ello. Es probable que saliera con chicas desde siempre, que hubiera tenido toda una serie. Las otras huellas que había en el coche eran las suyas. No es de extrañar que me dijera que su padre no quería que se las tomara. Se conocieron en Sevensmith Harding, por supuesto. En la oficina.

– Jane Gardner…

– Fue con ella con quien había quedado en verse el 15 de abril en Myringham. Jane tenía que hacer de niñera y Rod iba a ir a recogerla. Iban a pasar la noche juntos en el hotel de Cheriton Forest. ¿Qué otro motivo podía tener para llevar un bolso de viaje con una muda, un cepillo de dientes y dentífrico? Pero los somníferos le hicieron efecto cuando se dirigía a Pomfret, y en lugar de ir a reunirse con Jane, fue a su casa. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para llegar. Ella pensó que la había dejado plantada y luego, cuando desapareció, que la había dejado por otra mujer. He hablado con ella esta mañana y lo ha reconocido: como ya habíamos arrestado a alguien, ya no tenía por qué seguir ocultándolo.

– ¿Qué te hizo pensar en ella?

– No lo sé. Conjeturas. De las personas con las que había hablado era la única que había dicho algo bueno sobre Rodney Williams.

Wexford se fue, cerrando la puerta de Burden al salir.

Ruth Rendell

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