Es indignante que se dé por válido el hecho de que las mujeres no contemos para la historia, no tengamos historia, las mujeres corrientes y molientes, las mujeres del montón, las que no valemos más que para servir al hombre, para dar gusto al hombre, para llorar y aplaudir y enterrar al hombre, las que pasamos por la vida en un discreto silencio casi siempre artificial y sin pena ni gloria.
– Pero con orden y concierto.
– Sí, sin duda, y eso es lo más importante.
El padre Castrillón era de la apocalíptica escuela del padre Cuadrado, en los ejercicios espirituales nos anatemizaba a todas en sus sermones y nos metía el resuello en el alma hablándonos del fuego eterno, el mundo, el demonio y la carne son los tres cómplices del mal que a todos nos acecha para caer como un buitre sobre la carroña de nuestros espíritus; el padre Castrillón declamaba estas palabras con un aire muy solemne y dramático, parecía que estaba representando Veinte mil leguas de viaje submarino.
– Leed, leed el libro sobre el baile agarrado de fray Jeremías de las Sagradas Espinas, leed, leed y obrad en consecuencia, daos por advertidos.
A mí esto de «leed y obrad y daos» nunca me gustó, la gente suele decir «leer y obrar y daros», a lo mejor es menos correcto, no sé; en las esquelas mortuorias también se suele hablar con mucho comedimiento administrativo. Ahora es el momento de contar lo del profesor de violín, lo sé porque el padre Castrillón me lo ordenó de manera tajante, pero no voy a obedecerle, lo del profesor de violín no lo voy a contar ahora sino cuando cuadre.
– ¿Por qué te pasas las tardes de los domingos esmerándote en esos inútiles ejercicios de caligrafía?
– Para mí no son inútiles, puedes creerme, para mí son gráciles y armoniosos.
– ¡Bah! ¿Por qué lleva tu hombre puntillas en los calzoncillos, en la bragueta y en la pernera de los calzoncillos?
– Son habladurías a las que no debieras hacer caso. Mi hombre no lleva puntillas en ningún sitio, lo que sí lleva son los suspensorios bordados a punto de cruz, lleva un ancla y sus iniciales bordadas a punto de cruz.
En la droguería les acabé con el papel de retrete marca La Condesita, ahora me lo dieron marca La Jirafa, yo creo que es peor, la tinta del bolígrafo se corre algo, no me queda más remedio que aguantar, ya iré arreglándomelas, a todo se acostumbra una. En La Coruña sopla el viento en todas las esquinas, en unas más que en otras pero en todas, aquí las mujeres enseñamos las piernas en todas las esquinas, es igual en las de la bahía que en las de la mar de afuera, mis piernas ya valen poco porque voy para vieja, la verdad es que nunca valieron demasiado, fueron siempre un poco flacas y huesudas, pero los hombres son unos viciosos y miran siempre, también sé que es preferible esto a lo contrario.
A las hienas hay que echarles gacelas muertas para que se les barran los malos pensamientos de la cabeza.
– ¿Para que se les borren?
– No, para que se les barran; los malos pensamientos no se borran jamás, basta con barrerlos para que acabe llevándoselos el viento.
Lo dije veinte veces, lo repito siempre, mi nombre es Matilde Verdú y no me volvería atrás de nada, absolutamente de nada de lo que haya podido hacer en mi vida y recuerde, tengo bastante buena memoria, tengo mejor memoria que voluntad, a veces soy algo apática, también declaro que me gustaría haber sido otra persona, varón mejor que hembra, mamífero mejor que ave, blanco mejor que negro, pero me aguanto porque sé bien que no se pueden pedir imposibles. Mi abuelo murió en el frente de Asturias, antes dije que lo mataron en el frente de Huesca pero no es verdad, mi abuelo era comandante de caballería, antes dije que era comandante de infantería pero no es verdad, en ocasiones no me siento con fuerzas para no mentir, a mí me gustaría no mentir jamás pero eso es muy difícil, que Dios me perdone, yo pido constantemente a Dios que me perdone porque todos necesitamos de su perdón; nosotros nos quedamos en La Coruña porque nos fiaban en la tienda de ultramarinos. Mary Carmen, la hermana de don Jacobo, está encerrada en el manicomio de Conjo, los médicos le dan electrochoque de cuando en cuando, no siempre, yo creo que sólo cuando se aburren, los locos llaman Radio R.I.P. al electrochoque, los médicos y los loqueros también se acuestan con las locas o hacen las porquerías con los locos cuando se aburren, es fácil, si se resisten se les da un calmante, eso va en conciencias, a Mary Carmen la preñó el loquero Chus Chans Chao, los castellanos creen que es chino pero no, es de Biduido, mismo al lado de Conjo, a los tres meses Mary Carmen abortó, Chus había sido un ciclista bastante meritorio, un año ganó la etapa Orense-Verín en la vuelta ciclista a Galicia, pero ahora está tísico, Chus ata a Mary Carmen a la cama, le pega con el cinturón, le escupe y le llama puta, una de las veces que Mary Carmen se escapó de Conjo se lo dijo a Evaristo y éste fue a buscar a Chus y lo tiró desnudo al pozo de las monjas, a poco más lo ahoga. Por La Coruña se dijo que el Tigre de Mugardos tenía amores con Jesusa Cascudo, a mí me parece que no es cierto, a veces se encerraban en el invernadero de San Pedro de Nos, pero a esto no se le puede llamar tener amores.
– No se esfuerce porque no merece la pena, nadie le escucha aunque no pocos lo fingen, el limbo está alfombrado con topos muertos, con donicelas muertas, tapizado con pieles de topo muerto, de donicela muerta y en el invernadero de San Pedro de Nos se crían las orquídeas más venenosas y traidoras. Yo no estuve nunca con un hombre en el invernadero de Clara, pero procuro no decirlo, ¿para qué?
El mundo está lleno de ignorancias, sería gracioso que las avispas tuvieran nombre como los niños, los perros y los caballos, y alguien supiera cómo se llamaba la avispa que picó a Rafa en los testículos, vamos, en el escroto, la historia está llena de lagunas, a nadie le importan nada las precisiones. El agente artístico don Daniel Núñez Rodríguez, Satanela, falleció en el día de ayer confortado con los auxilios espirituales, etc. A mi marido y a mí nos quemó la sangre la familia, nos la quemó a fuego lento, tampoco hay prisa para la crueldad, Julio Verne, el práctico del puerto, dice que hicieron bien porque somos dos degenerados, ¡quién habló!, es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno, a mi marido y a mí la familia nos crucificó en la cruz de San Andrés, nos crucificaron desnudos para poder reírse viendo cómo nos picaban las avispas en las partes abyectas, en las beneméritas partes ruines culpables de todas las aberraciones de los demás; creo que no lo dije antes pero debe saberse que a mi marido y a mí nos clavaron en la cruz en la punta Herminia, más allá del polígono de Adormideras, el señor gobernador civil y jefe provincial del Movimiento nos dirigió unas sentidas palabras de despedida y los niños de las escuelas nos saludaron muy amable y emocionadamente agitando rojigualdas banderitas españolas de papel, la lluvia mojó a los niños y a las banderitas.
Una tarde me llamaron por teléfono, yo estaba medio somnolienta, pero me despertó el teléfono.
– Mi nombre es Julián Santiso Faraldo, usted no me conoce, soy buen amigo de Eva, la señora de López Erbecedo, y de Ana María, la viuda de Méndez Gil, quisiera exponerle algunos puntos de vista sobre la educación de los hijos.