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– ¿Y eso qué es?

– Aquí no se explica nada y el que quiera saber más que vaya a Salamanca o que se matricule en la UNED, ¡pues estaría bueno!

Adelita la poetisa es tímida y modosa, es muy circunspecta y propende a mirar siempre para el suelo con recato, parece una mosca muerta, pero se la menea al profesor de violín con verdadera aplicación, sin darle importancia pero con mucho énfasis, escrúpulo y meticulosidad.

– ¿Tanto?

– Como usted lo oye, ni siquiera sonríe. Y le aseguro que no exagero ni un ápice.

La mamá de Adelita trabaja en la Delegación del Gobierno y tiene una imaginación calenturienta, don Severino la invita a vermú y le tira de la lengua, lo que tampoco es difícil porque ella está siempre dispuesta a hablar por los codos, a hablar como una tarabilla.

– ¿Me cuenta usted un cuento de la Delegación?

– Con mucho gusto. ¿Verde?

– Sí, preferible.

– Bueno. Y que Dios y Nuestro Señor el Apóstol Santiago me eximan del respeto que debo a su condición de sacerdote. Verá. Don Mauricio, el del registro de entrada, hizo un agujero con un berbiquí en la pared del guáter de señoras, o sea el servicio, para ver orinar a las empleadas, doña Mencía, la secretaria de la asesoría jurídica, va sin bragas y orina en equilibrio, se conoce que para no contaminarse, entonces don Mauricio le gasta bromas y le dice que se va a acatarrar, pero ella no entiende, la verdad es que tampoco salió muy lista, es más bien tonta y caprichosa.

Don Severino se ríe mucho con los cuentos de la mamá de Adelita, pero después no se los quiere contar a nadie, se conoce que por discreción. Doña Mencía se ve algunas veces con don Severino en el bar Hong-Kong, en la calle de la Galera, ellos creen que no lo sabe nadie, doña Mencía le cuenta las cochinadas de la mamá de Adelita, aquí nadie puede hablar de nadie porque todos tienen muchas cosas que ocultar, a don Severino le gusta oír misterios e intimidades, eso es frecuente y no debe sorprender.

– ¿Vienes sin bragas?

– ¿Y a ti qué te importa?

– Nada, ya ves, curiosidad.

– Pues, sí, vengo sin bragas, tú sabes que voy siempre sin bragas, compruébalo si quieres.

Don Severino, por debajo de la mesa, comprobó lo que ya sabía, la mujer abrió un poco las piernas y se tapó con El Ideal Gallego, no cuesta ningún trabajo ser discreta.

– Mi primo Eleuterio colecciona opiniones sobre la discreción, tiene lo menos siete.

– ¿Puede decirme alguna?

– Sí, poder sí puedo, lo que no me parece es que pegue.

– Quizá tenga usted razón.

Raimundo Fanego, el guardia civil pelirrojo del puesto de La Estrada, le preguntó a Hipólito, el practicante:

– Si un hombre sólo tiene una muerte y los cobardes se mueren muchas veces antes de morirse, ¿le deberemos siempre a Dios una muerte, como dice el inglés?

– ¿Qué inglés?

– Eso es lo de menos, ingleses hay muchos, usted responda a mi pregunta, ¿le deberemos siempre a Dios una muerte?

– Sí, yo creo que sí, no podría asegurarse, pero lo tengo como lo más probable.

El mejor papel de retrete para escribir crónicas de sucesos es el de La Condesita, de esto no me cabe la menor duda, da gusto ver cómo la historia se desgrana con rigor y parsimonia, como si tal. Matty se aburrió en su viaje de novios, fueron a París, pero a Jaime Vilaseiro le daban rabia los franceses y se pasó todo el tiempo de mal humor, no sabía pedir el desayuno en el hotel; reñía con los taxistas y lo encontraba todo caro. Matty quedó pronto en estado de buena esperanza y tuvo una niña, María de las Nieves, preciosa, rubita y con los ojos azules; el embarazo río Fue bueno y el parto resultó aún peor, muy laborioso y lento, al final tuvieron que aplicarle (órceps. a la niña empezaron a darle convulsiones y ataques epilépticos a los seis meses y esto le ocasionó un retraso físico y mental considerable, tenia la boca siempre abierta y se le fue poniendo poco a poco cara de tonta, Matty llevó la circunstancia casi con paciencia, es difícil adivinar las reacciones de la gente. Jaime no consigue que lo destinen a La Coruña y entonces se van primero a Santiago, donde alquilan un departamento minúsculo en la calle de Castrón Douro, según se baja, a la izquierda, y después a Vigo; don Jacobo, el padre de Matty, les regala un piso en la calle de Purificación Saavedra, más allá del colegio de los jesuitas de Bellas Vistas y de los depósitos de Campsa, pero no lo pueden decorar tan bonito como el de La Coruña porque su economía ya no es del todo próspera; esto de los depósitos de Campsa suele ser una referencia muy precisa, en La Coruña, detrás de los depósitos de Campsa, vivía la señora Aurelia, la echadora de cartas que antes se llamaba la señora Evangelina.

Matilde Verdú no era amiga de Salustiano Balado Abeijón, no se podía decir que los uniera una estrecha amistad, era simplemente conocida.

– Todos los aliados son buenos para luchar contra el comunismo y las ideas disolventes, tú eres la Virgen María Santísima y de tu vientre nacerá como un fruto maduro el nuevo mesías que alumbrará al universo, tú estás señalada por el dedo de Dios Todopoderoso, por la mirada del Sumo Hacedor, caminemos hacia la paz blanca y espiritual y apartemos a la juventud del alcohol y del tabaco, de las drogas y el ocio, recita el mantra mil setecientas veintiocho veces al día, que la mañana amanezca cuando tú vayas aún por la mitad de la letanía, desnúdate y tiéndete sobre el suelo para yo que pueda fecundarte de orden del Apóstol con la semilla del bien que se cría en mi cuerpo por su generoso mandato, no pienses por tu peligrosa cuenta arriesgada, ni razones con tu débil mente huérfana, ni confíes en el azar, desnúdate y tiéndete sobre el suelo para que nuestras entrañas puedan comulgar y fundirse, obedece siempre a tus mayores, a quienes no quieren para ti más que la paz blanca y espiritual, la paz blanca y espiritual, la paz blanca y espiritual, adiéstrate en la respiración íntegra pranavama para que la brisa de los dioses oree tu espíritu, obedece y vacía tu mente, que el hatha yoga te ilumine, amén, come de la mano de tus maestros y danza al ritmo de la zambomba mágica tañida por el Apóstol de Oregón, canta y medita, canta y medita, canta y medita, canta y medita, canta y medita, desnúdate y tiéndete en el suelo para que yo pueda penetrarte con la semilla del bien que ha de crecer lozana en tu vientre señalado, tú eres la mujer elegida y debes olvidar todo miedo, todo temor malsano, entrégate como una fruta dulcísima para que la voluntad de O'Hara pueda germinar en tu corazón, date este baño límpido y purificador de inmaculada agua de rosas de Jericó que mandé preparar para tu adiestramiento y acaríciate la piel, cierra suavemente los ojos y acaríciate la piel, acaríciate la piel, acaríciate la piel, suplícame que te haga mía por mandato del Apóstol de Oregón, pero no abras los ojos para que no se rompa la cadena platoniana y piramidal del magnetismo de los elegidos.

Salustiano Balado Abeijón es también maestro ínfimo de la Escuela de Albores Gamma-Delta-Pi (Comunidad del Amanecer de Jesucristo), Matty se desnuda y se tiende en el suelo para que Salustiano la fecunde con la semilla del bien, Matty queda de nuevo embarazada y al niño que viene de camino quiere ponerle O'Hara, Jaime Vilaseiro se niega y al final consigue que le llamen con un nombre corriente, Matty le puso Rafael en honor de Rafa Abeleira, aquel medio novio al que le picó una avispa en los testículos, bueno, en el escroto, en las leiras de Nostián, más allá de la punta Maxillosa, que da a la mar abierta. No hace falta que pase mucho tiempo para que el mundo se hunda; se trata de contar un cuento al amor de la lumbre, lo que pasa es que no sé porque para contar cuentos al amor de la lumbre mientras la tormenta descarga sobre la costa hay que ser medio memo: érase una vez, hace ya muchos años, un enano que estaba enamorado de una giganta… A Matty las cosas empiezan a rodarle de mal en peor, viste con faldas muy largas y de mucho vuelo, se hace vegetariana y ecologista y está obsesionada con la macrobiótica, y su relación con el marido llega a ser insostenible, esto se veía venir, la verdad es que eran bazas cantadas. Jaime Vilaseiro la desloma a palizas, pero esto tampoco resuelve nada, cuando un hombre le pega a una mujer no ca para arreglar las cosas sino para dar rienda suelta al gusto.