– ¿Me da una bolsa de patatas fritas que sean frescas?
– Sí, señorita, recién elaboradas por el método Josephine.
Pichi López no conseguía ser experto en violaciones, lo intentaba una vez tras otra, pero como si no porque se corría antes, para consumar las violaciones hay que sujetar las cabras.
– ¿Qué hora es?
– No sé, se me paró el reloj el miércoles pasado, se conoce que se le agotaron las pilas.
Lucas Muñoz tuvo un final indigno e impropio, las dos cosas al tiempo, se suicidó como una criada de las de antes, da. verdadera lástima ver cómo se pueden hundir los principios, Lucas Muñoz se suicidó con lejía y salfumán entre horribles dolores, con el teléfono descolgado y la puerta con el cerrojo puesto, en la pared escribió estas palabras con un rotulador: Me permito aconsejar al señor juez que lea Le Mythe de Sisyphe, está sobre la mesa de noche; llevo ya varios años consolándome con la idea del suicidio. Sé que voy a sufrir mucho con la forma de muerte elegida, pero esto me suma aún más consuelo.
– ¿Estás incómodo? ¿Hubieras preferido la enfermedad a la prisión, la muerte a la ruina, el descrédito al hambre? ¿Te sientes como gallina en corral ajeno?
– Sí, o como jugador de billar a quien huele el aliento y no puede concentrarse.
Los mandatos de la señora Pilar Seixón, la virtuosa de Donalbai, son seguidos puntualmente porque nadie quiere pleitos con el demonio Acebuche Tasende, que ahora está de guarda jurado en Arzúa, también atiende la báscula municipal. De nada me sirve el saber que me consuela la desgracia, soy una mujer que no acierta a nadar con la cabeza fuera del agua y esta falta de habilidad se paga a muy alto precio, se paga con la única vida que tenemos.
– ¿Estás aburrida de ser como eres y como te representan en los sellos de correos?
– Sí.
– ¿Has perdido el interés por todo lo que te rodea, por todo lo que te envuelve, por todo lo que te acuna?
– Sí, por casi todo.
– ¿No puedes concentrar la atención en lo que estás haciendo y padeciendo?
– No, me cuesta mucho trabajo.
– ¿Sientes torpe o confuso el pensamiento?
– Sí.
– ¿Le das demasiadas vueltas a las cosas?
– Sí.
– ¿Te olvidas del trabajo?
– Sí.
– ¿Echas de menos el trabajo?
– No.
– ¿Te olvidas de las diversiones?
– Sí.
– ¿Las echas de menos?
– No.
– ¿Estás en la cama demasiadas horas?
– Sí, hay días que ni me levanto siquiera.
– ¿Te cansas?
– Sí, mucho.
– ¿Deseas algo?
– No, nada, hace ya mucho tiempo que no deseo nada.
– ¿Has perdido interés por el sexo?
– Sí.
– ¿Quieres morirte?
– No, creo que no.
Los últimos legionarios de las fuerzas estacionadas en Ifni han abandonado la plaza a bordo de tetramotores del ejército del Aire tras participar en la ceremonia de arriar la bandera de España e izar la del reino de Marruecos; es doloroso salir con el rabo entre piernas, las liquidaciones de los imperios militares son siempre amargas y también un poco ridículas.
– ¿Alguna de ustedes sabe la relación de los múltiplos de 171 con la población de aves sindáctilas en el hemisferio sur?
– Sí, señorita, todas menos Araceli.
– Bien. Veamos ahora, ¿alguna de ustedes conoce el fundamento sofócleo de la ley de Frienberg o Freyberg o Freyenberg?
– No, señorita, eso viene en letra pequeña y creíamos que no se daba.
Los maestros ínfimos de la Escuela de Albores Gamma-Delta-Pi (Comunidad del Amanecer de Jesucristo) están por debajo de los apóstoles tantras liberados, la organización piramidal es muy rígida y no admite la menor concesión ni a la caridad ni al sentimiento, los estadios del proceso, a saber, claro, preclaro, dianético, cienciólogo y filosófico, deben obedecer las reglas que rigen la estructura de la pirámide, ser inmutables y estar cerrados a cal y canto a toda influencia externa.
– ¿Estás decidido a romper con las cinco cadenas que te atan a las servidumbres del mundo? ¿Sí? Pues repite conmigo mil setecientas veintiocho veces, apúntalo en un papel hasta que lo aprendas: rompo con mi cuerpo mortal y material, rompo con mi familia legal y artificial, rompo con mi tierra natal y natural, renuncio a los nefandos bienes propios causa de todo mal y blasfemo de mi religión anterior en cuyos errores habita la semilla de la incertidumbre que es fuente de la desgracia mortal, haz un esfuerzo porque esta última ruptura es la que cuesta más trabajo, no se puede acceder a la paz si no se colabora con la Providencia, recuerda que la Providencia reside en el corazón de los elegidos.
El exhibicionista de la calle de Archer Milton Huntington era un pobre hombre, en el depósito de cadáveres lo trataron muy desconsideradamente, sin ningún miramiento ni respeto, a los muertos se les debe respeto aunque sean pobres o viciosos o indocumentados, antes nadie se atrevía a faltar al respeto a los muertos; la sociedad se resquebraja cuando los camilleros del depósito se erigen en implacables jueces, los camilleros guardan el bocadillo de la merienda en los nichos refrigerados y matan el tiempo leyendo novelas del Far-West.
A don Pedro Rubiños, procurador de los tribunales, no le gustaba que le apeasen el tratamiento.
– No y mil veces no, el orden es el orden, ya lo decía el general Mola, y los tratamientos existen por algo: no admitirlo sería tanto como dar pábulo a la subversión, ¿de acuerdo?
– Sí, don Pedro, de acuerdo, tiene usted más razón que un santo, tiene usted toda la razón del mundo, por ahí se empieza y después nadie sabe dónde podemos terminar.
Yo no soy más que una mujer que sólo sabe criar desgracia, me duele tener que reconocerlo pero es así, me gustan los machos, todos los machos, también los perros y los burros, los generosos burros, y me espanta la soledad, cada vez llevo peor la soledad, con menos resignación y paciencia, me gustaría poder estrangular la odiosa y atenazadora soledad, por eso hablo sola como los eremitas y los ciclistas que padecen de lombrices, pero cada día que pasa me siento más irremisiblemente sola, es malo confesárselo, ya lo sé, pero sería aún peor ignorarlo. Don Isidoro, el presidente de la Agrupación de Industriales del Polígono de San Pedro de Visma, se reserva el derecho de ir al retrete cuando le da la gana, ¡pues estaría bueno!, hace ya muchos años que renuncié a buscar la paz, si en el mundo pudiera rastrearse un último trasfondo de justicia, ahora sería la paz quien se afanase por buscarme a mí, pero no me hago vanas ilusiones. Eva no está poseída por el demonio, pero Ana María, la viuda del joyero, se pasa la noche abrazada a Julián Santiso; estos minúsculos sucesos podrían tener su oportuna representación geométrica espacial, todo sería acertar a aplicarles la fórmula de Gottfired sobre el azar y el tiempo: la vida es una rara amalgama de azar, destino y carácter, y la muerte no es sino una confusa mezcolanza de casualidades y arbitrios.