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A don Jacobo, cuando ya no era ningún niño, empezó a fallarle el matrimonio, nadie sabe por qué ni por culpa de quién y eso tampoco importa, bien mirado eso tampoco importa, en eso pueden influir muchas cosas, el aburrimiento en primer lugar, el sistema nervioso, las diferentes costumbres, cl olor del aliento, también puede ser que a uno de los dos o a lo mejor a los dos a la vez les entren las ganas de juerga no doméstica, usted ya sabe lo que quiero decir, o le dé la vena de querer arreglar cl mundo, eso es peor porque terminan trabajando de balde y sin mayor provecho, para eso están la convivencia armoniosa, el incremento de la energía vital, la ingestión de alimentos naturales, los paseos contemplativos, etc., los redentores mueren siempre en la cruz, poco debe importarnos, el caso es que la pareja, en vez de conformarse, que hubiera sido lo decente, también lo prudente y lo acostumbrado, se separó de mutuo acuerdo, se conoce que ninguno de los dos tenía principios y que ambos eran medio soñadores. Por entonces ya estaban casados el hijo mayor, Diego, o sea Pichi, y las dos hijas del medio, Marta y Claudia, o sea Matty y Betty Boop, y seguían solteros el otro varón, Paquito, o sea Fran, y la hija pequeña, Rebeca, a la que llamaban Becky; las mujeres tenían diminutivos ingleses.

– ¿Era moda, entonces?

– Bueno, en algunas familias, no en todas.

Don Jacobo, cuando se separó de Eva, se fue a vivir a otro piso de la casa de Linares Rivas, pero al año o poco más se trasladó a Vigo, donde también tenía obras. En Vigo conoció a una amiga de su hija mayor, Ofelita Barcia, y al poco tiempo se la llevó a vivir con él; antes se pasaron quince días en las Bahamas, se conoce que para experimentar y acostumbrarse. El cardenal Villot es nombrado nuevo secretario de Estado del Vaticano.

Eva era una mujer muy guapa, se parecía a Ava Gardner, tenían las dos el mismo estilo elegante y despótico, los hombres volvían la cabeza al verla pasar por la calle, pero a la pobre le sirvió de poco tanto éxito porque las cosas acabaron rodándole mal. Eva y su marido formaban una pareja de cine, daba gusto verlos. Eva vistió toda su vida impecablemente, siempre elegante y adecuada, Eva cuidaba mucho su físico, lo cuidó toda la vida hasta que se desinfló, en eso era igual que don Jacobo, Eva va al gimnasio y a la sauna, hace natación y footing, ahora se suele decir jogging, yo no sé cuál es la diferencia, se da masajes, come sin sal y prefiere los vegetales a cualquier otro alimento, no es que sea vegetariana, no, pero procura no comer carne, Eva fuma sólo por coquetería y, eso sí, bebe todos los días su dry martini, antes no pasaba de la media combinación en el bar América, poco después cerraron el bar América, en La Coruña se va cerrando todo poco a poco, eso pasa en todas partes, Eva es simpática, graciosa y habladora, Eva también sabe sus cosas y las maneja con oportunidad, las dosifica con acierto y prudencia, Eva es muy extravertida, pero sabe ser discreta cuando quiere. Sus hijos tienen mucha confianza con ella, más las hijas que los hijos, eso nos pasa a todas las madres, y ella les regala vestidos y zapatos y se cobra en cariño y complicidad, hay una complicidad tácita que es muy peligrosa y puede conducirnos al crimen incluso con suavidad, con mucha suavidad.

– ¿Usted cree que los crímenes se preparan siempre en silencio?

– Sí, los buenos crímenes, sí, y los demás, ¿qué importa? Se preparan siempre en silencio, como bien supone, y con muy delicada discreción, tanta, que a veces no se destapa el propósito hasta el instante mismo de la puñalada o el veneno, la prudencia no está nunca de más, la prudencia es un firme aliado.

Yo entonces me quedé muy pensativa.

– Es horrible admitir que lo que usted dice sea verdad.

– Defiéndase no creyéndolo.

Cuando Eva se separa del marido se queda a vivir en la casa de Linares Rivas y empieza una ansiosa y enloquecida carrera de juergas y de viajes al extranjero con otras amigas también ricas y separadas; Eva, que se sepa con certeza, tuvo alguna relación amorosa esporádica, pero ninguna llegó a cuajar, ninguno de los amantes le duró más de dos o tres meses. Un día, y aprovechando que su hija Matty y su marido estaban de viaje, se fue a casa de ellos a pasar la tarde en la cama con un amigo; su yerno llegó antes de lo esperado y al oírlos se dio la vuelta antes de entrar en la alcoba. Al día siguiente, cuando se encontró con la suegra, la felicitó porque había creído que estaba con don Jacobo y en plena reconciliación.

Su amiga Ana María Monelos, viuda de Méndez Gil, su marido era joyero y se suicidó tirándose por una ventana desde un sexto piso, es un suicidio muy de joyeros o de aparejadores, la gente lo contaba muerta de risa, yo la verdad es que no le veo la gracia, su amiga Ana María Monelos, que no faltaba a ninguna de las juergas que organizaba Eva en su casa, una noche le pidió permiso para llevar a un amigo.

– Se llama Julián y es un hombre estupendo, va verás, culto, educado, muy fino y muy animado también, que todo hay que decirlo.

– Sí, mujer, tráelo, basta que sea amigo tuyo.

La juerga de aquella noche arrancó con mucha lentitud y tampoco se desorbitaron demasiado las cosas: se bebió sin exceso, se oyó música, se bailó, se fumó marijuana, no todos fumaron marijuana, Julián no fumó marijuana y tampoco se acostó ni con Ana María ni con nadie, ni lo intentó siquiera, Julián era encantador y comedido, daba gusto con él, bailó un poco, habló mucho con Eva, más incluso que con Ana María, y se marchó no muy tarde.

– Adiós, Eva, te agradezco mucho tu invitación. Te dejo este brazalete de recuerdo, por dentro lleva la fecha de hoy, que puede ser un día muy señalado para ti, te aseguro que no es una declaración de amor sino algo mucho más trascendente…, el aro no vale nada, es un trabajo nepalí, el único valor que tiene es su autenticidad, con él no te sentirás sola nunca. ¿Tú te das cuenta de la inmensa soledad que a todos nos invade, que a todos nos atenaza? Tú celebras estas reuniones para huir de la soledad, pero no sé si lo consigues. Me gustaría volver a verte algún día.

– Yo encantada, llámame por teléfono cuando quieras. Y déjame el tuyo, a lo mejor soy yo quien te llama.

En la tarjeta que le dieron a Eva se leía: Julián Santiso Faraldo. Escuela de Albores Gamma-Delta-Pi. (Comunidad del Amanecer de Jesucristo.) Maestro in fimo, el número de teléfono se lo puso a mano.

El mayor de los hermanos López Santana, los hijos de Eva y don Jacobo, se llama Diego pero todo el mundo lo conoce por Pichi, en La Coruña está muy extendida la costumbre de conocer a la gente por un apodo cariñoso, Pichi, por ejemplo, casi no es ni apodo. Pichi López es un chico algo raro, tímido, muy metido en sí mismo, de carácter débil, con poca voluntad; empezó a estudiar primero para perito agrícola y después para maestro de escuela pero no terminó ninguna de las dos carreras, se aburría en seguida, la verdad es que no tenía constancia. Un día fue a su casa la chica de la droguería a llevar dos botellas de agua oxigenada y un paquete de algodón en rama y la intentó violar, fue él quien le abrió la puerta porque la vio venir y notó como una calentura, la aculó contra el perchero, le rasgó la blusa hasta dejarle las tetas al aire, le remangó las faldas, se sacó la polla y, ¡hala!, la chica se resistió y gritó y allí no pasó nada, pero la puso perdida porque se le corrió por encima de las bragas y de los muslos. Pichi, todavía joven y antes de que se separasen sus padres, se casó con Matilde Meizoso, que era de Ferrol y cursi, gorda y autoritaria; las ferrolanas suelen y ser airosas, delgaditas y de cariñoso carácter, pero Matilde no era así sino más bien todo lo contrario. Matilde era también violenta y muy animada, muy vociferadora y excesiva; a Pichi le gustaba que le diese marcha y lo llevase por los bares a tomar unos vinos, pero sin pasarse demasiado porque cuando le pegaba tortas y patadas, a veces también le sacudía con el rodillo de las empanadillas, como en los tebeos, y le tiraba platos a la cabeza, él lloraba sin recatarse ni importarle que hubiera nadie delante. Matilde tomó el mando del matrimonio y llevó al marido por la vida con bastante acierto, le hizo trabajar, lo llevaba relativamente arreglado y sobre todo lo medio salvó de la locura que ya empezaba a destruir su familia. Matilde y Pichi tuvieron una niña, Esther, con una hache después de la te, que es todavía muy pequeñita pero no parece normal, hay familias en las que todos son un poco raros. Parrilla del Hotel Embajador. Gran Baile amenizado por la Orquesta Atlántida con J'Hay.