Выбрать главу

– Lo sé bien y tampoco quiero abusar de la paciencia de nadie.

Entonces, cuando rompió con Hans Rückert, fue cuando Matty conoció a Jaime Vilaseiro, con el que se casó en seguida.

– ¿No sería mejor dejar esto para más tarde?

– Sí, quizá sí; esto ya se contará después, en el capítulo tercero, el que la señora Pilar Seixón, la santa de Donalbai, usted no la conoce, piensa dedicar al planteamiento.

Claudia, o sea Betty Boop, a diferencia de su hermana Matty, sí fuma, aunque tampoco bebe. Betty Boop tiene una figura explosiva, así como Eva, su madre, se parece, bueno, se parecía a Ava Gardner, ella es casi igual que Marilyn Monroe, todas las mujeres de esta familia son hembras importantes y también desgraciadas, a Matilde Verdú se le hielan a veces los recuerdos, los hay muy tristes y agobiadores y tan raros que no tienen desperdicio, se aprovecha todo como en la matanza: la sangre que queda en los lebrillos y las palanganas también se enfría poco a poco y al final se hiela de tristeza, la sangre triste no es buena para hacer morcillas.

– ¿Por qué no se cuida usted esa tos?

– No tiene la menor importancia, se me quita en cuanto no fumo demasiado.

A Betty Boop la conocí en las Esclavas, venía de las Josefinas y repetía por tercera vez cuarto de bachillerato; a comienzo de curso la monja, para ver de ordenar un poco la clase, dijo que las repetidoras se pusieran en los dos primeros pupitres de la derecha, pero Betty Boop ni se movió.

– Señorita López, ¿por qué no obedece usted?

– Es que yo no soy repetidora, madre, no sabía que se refería a mí, yo soy tripitidora.

A Betty Boop la castigaban siempre y a veces nos arrastraba a las otras, un día hizo que todas las niñas llorásemos porque por su culpa nos hicieron quedar dos horas más estudiando.

– Así prepararán ustedes mejor la reválida. Las monjas reñían a Betty Boop porque llevaba el pelo suelto y delante de la cara pero a ella le era lo mismo, no hacía ni caso. Betty Boop era vaga, muy vaga y caprichosa, pero también inteligente; en quinto, en clase de ciencias, aunque la monja preguntase a traición y sin avisar, ella lo sabía todo. Fue en quinto cuando un día ella vació sobre todas las niñas de la clase y sobre la monja un atomizador entero de un perfume carísimo de Estee Lauder, estaba muerta de risa, las dos hermanas estaban siempre muertas de risa, hasta que empezó a descarrilárseles la química de la cabeza. El general Luburich, que capitaneó a los paracaidistas que estuvieron a punto de dar muerte a Tito, explota una granja avícola en Benigorim y vende los huevos y los pollos en Alcoy.

Cualquiera abre el diccionario y lee: cruz, figura formada de dos líneas que se atraviesan o cortan perpendicularmente.

– ¿Ha leído usted bien?

– Sí, perfectamente.

Don Nicolás Iglesias sabe que esa definición está mal, en la cruz de San Andrés los ángulos norte y sur son obtusos, suelen ser obtusos, y los ángulos este y oeste son agudos, suelen ser agudos, cuanto más obtusos sean los ángulos norte y sur más se descoyuntan y sufren las ingles, a mi marido y a mí nos quemó la sangre la familia, la vaciaron en el cubo del pozo, la rociaron con petróleo y le pegaron fuego sin clemencia alguna, a mi marido y a mí nos crucificaron desnudos y como a san Andrés en una cruz en forma de X mayúscula, la cruz de Borgoña es la insignia de nuestro desalentador suplicio, las moscas cojoneras nos hicieron sufrir mucho.

– ¿Conoce alguien la áurea leyenda de Moncho Arguindey, de Teófilo Grela y de Floro Esmorís?

– No, nadie.

– ¿Conoce alguien la argéntea y resbaladiza leyenda de don Severino, el cura castrense que tenía un ojo atónito?

– No, tampoco nadie.

– Bueno, pues entonces guarden silencio.

Betty Boop, cuando íbamos en sexto de bachillerato, se puso triste de repente y dejó de estudiar, don Lisardo, el médico de la familia, le dijo a los padres que la niña tenía una depresión y le dio una medicina, unas cápsulas de nobitrol, dos al día, ahora le cambiaron una letra de sitio, nobritol, Betty Boop tenía un novio que se llamaba Raúl Barreiro que jugaba muy bien al tenis, se pasaba el día en La Solana jugando al tenis, Raúl estudiaba náutica sin demasiado aprovechamiento, tropezaba siempre con la astronomía, el señor Arana Amézaga era un hueso, y con la electricidad y electrónica, esta asignatura tuvo que ir a aprobarla a Tenerife, Betty Boop creyó que estaba embarazada y Raúl, cuando se enteró, le dijo que tirara al niño por el retrete, entonces fue cuando lo de la depresión, le dieron más medicinas, cada vez más, y tuvo un acné juvenil tremendo en la cara y en la espalda, le salió barba y bigote a resultas del tratamiento pero no se le veía porque se depilaba, había que fijarse mucho, de los fomentos que le pusieron para eliminar los granos le quedaron varias cicatrices, le hubiera convenido usar crema Rodelán, ¡no más puntos negros, ni rojeces, ni imperfecciones!, para demostrarle la eficacia de este producto le enviaremos a petición suya una muestra gratis, Torrente Vidalet, 29, Barcelona, Betty Boop era golosa y llegó a estar muy gorda; como su hermana Matty, pasó por la academia de secretariado de la calle de Riego de Agua, pero ni terminó siquiera, también fue a la Hípica a aprender a montar a caballo pero se aburrió pronto. En Phoenix, Arizona, expulsan a una joven de una peluquería por llevar la falda demasiado corta, yo creía que en los Estados Unidos eran más tolerantes.

– Pues ya ves que no, a mí me parece que la gente es más o menos igual en todas partes.

El demonio Astarot Concheiro era de Vilatuxe, en la provincia de Pontevedra, algo al norte de Lebozán, el demonio Astarot Concheiro era muy veloz y en una noche podía ponerse en la Tierra de Tábara, en Zamora, o en el río Navia, en Asturias, los demonios andan más del doble que los lobos, a mí me parece que esto se está poniendo ya muy caprichoso.

– ¿Es cierto que Astarot es un demonio íncubo?

– No, el íncubo es Licorín, o sea, Satán Vilouzás, Astarot es súcubo.

II Argumento

JESUSA CASCUDO era buena amiga de Matilde Verdú, la circunspecta relatora de esta crónica de sucesos, la mujer que se ganó un sobresueldo para caprichos e imprevistos durante dos o tres años, un frasco de colonia, una entrada para el cine, una bronquitis, el billete de tren para ir al entierro de su madrina, etc., como inspectora de primera enseñanza no se gana demasiado, eso todo el mundo lo sabe, hay que buscar otros ingresos dignos, claro es, hablo ahora de Jesusa Cascudo, la amiga de Matilde Verdú, la mujer que se ganó honradamente unas pesetas haciendo de señora de compañía de mi tía Marianita, la de la almendra garrapiñada. Jesusa Cascudo le explicó al Tigre de Mugardos que ink no era una marca de tinta sino que quería decir tinta en inglés.

– ¡Tiene chiste!

– Ya ves.

Ana María Monelos, la viuda del joyero que se tiró por la ventana, iba algunas veces a merendar al Galicia con un pretendiente que le había salido, don Pedro Rubiños, a él no le gustaba que le quitasen el don, procurador de los tribunales, Jesusa Cascudo se hacía la encontradiza y don Pedro la invitaba a un café cortado con pastas.

– Siéntese con nosotros, no tenemos que tratar nada secreto.

– Como guste, yo encantada, lo hago por complacer, sólo por complacer.

La vida no tiene argumento porque tampoco tiene costumbre, la vida suele ser siempre muy desacostumbrada y monótona, la lógica del argumento discurre por camino distinto a su reciedumbre o a su debilidad, Matilde Verdú no paraba de toser, no está tísica pero puede acabar estándolo, Jesusa Cascudo cree que fuma demasiado pero no se lo dice porque no quiere ser entrometida, a don Isidoro Méndez Gil, que era hermano del joyero, lo hicieron presidente de la Agrupación de Industriales del Polígono de San Pedro de Visma, cuyo domicilio social estaba en la ronda de Outeiro esquina a la avenida de Peruleiro, don Isidoro Méndez Gil comenzó su discurso de toma de posesión diciendo que, como nadie ignora, el verano es la estación propia para bañarse, pues el calor nos hace apetecer el agua que nos refresca y humedece la epidermis; fue muy aplaudido y después de tomar posesión se fue para su casa, se sirvió una cerveza del tiempo, no fría, se sentó en el retrete, encendió un puro y se puso a leer El Ideal Gallego, por las mañanas leía La Voz de Galicia.