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– Cada cual caga a la hora que le da la gana, y además esto no importa a nadie.

Yo no soy sino una mujer amarga, lo sé bien y me duele no poco reconocerlo y declararlo ante quien quiera oírme, yo soy una mujer decepcionada y sin conformidad, una mujer que se refugia en el amor de un perro, a mí me gustan todos los machos, de esto no quiero ni hablar porque estoy horra de sentimientos pero no de aprensiones ni remordimientos de conciencia, que Dios me ayude, para mí se hundieron ya para siempre los luminosos deseos de lograr el control de la mente, el entendimiento de los beneficios de la humildad para gobernar la respiración del aire y acceder a la paz por la relajación, no sé lo que digo, que Dios me perdone, siempre tuve el estómago y los bronquios delicados, yo adivino que debe ser muy duro sacrificar al propio hijo de tu carne por obediencia, la obediencia debiera ser pecado, pero Abraham se disponía a hacerlo cuando le salvó la fe. Eva organiza algunas reuniones en su casa a las que asiste Julián Santiso, el de la Escuela de Albores, pero pronto se desengaña o se aburre, viene a ser igual, y las suspende de golpe; entonces es cuando Julián Santiso busca a Ana María, la viuda del joyero, y se la lleva a la cama con buenas y engañosas palabras, con muy prolijas y amables palabras de apoyo.

– ¿Y de acompañamiento?

– Sí, también de acompañamiento.

– ¿Y de esperanza?

– Sí, también de esperanza.

Julián Santiso le dice a Ana María que Eva está poseída por el demonio, se lo dice de pasada y como quien no quiere la cosa, se lo dice sonriendo con dulzura, siempre sonriendo con mucha dulzura.

– ¡Qué horror! ¿Y habrá que llevarla a San Andrés de Teixido?

– No, no creo que vaya a ser necesario porque quizá el demonio no haya prendido aún demasiado en su corazón, bastará con hacer penitencia y purificarnos obedeciendo a los elegidos por Dios porque Él es quien habla por nuestra boca y nos señala los pasos que debemos dar en cada instante.

Ana María está muerta de miedo y se pasa la noche abrazada al maestro ínfimo de la Comunidad del Amanecer de Cristo.

– ¿No es Jesucristo?

– Es igual, se dice de las dos maneras.

El día de San José Artesano se entregan los premios provinciales de natalidad en sus dos clases, hijos habidos e hijos vivos: don Ramón Blanco Cundins, 54 años, de Vilar de Couso, jornalero, casado con doña Josefa Picallo Mourelle, 44 años, número de hijos 16, les viven 13, 11 en el hogar, 30 000 pesetas; don Domingo Pérez Mínguez, 58 años, de Bastabales, herrero, casado con doña Digna Béllez Mayo, 50 años, número de hijos 16, les viven 13, 9 en el hogar, 10 000 pesetas; don Emilio Guitián González, 59 años, de La Coruña, funcionario, casado con doña Julia Garre Benítez, 42 años, número de hijos 14, todos vivos y todos en el hogar, 10 menores de 14 años, 30 000 pesetas; don Agustín Lage Castro, de La Coruña, peón, casado con doña Antonia Gantes Navarro, ambos de 41 años, número de hijos 14, todos vivos, 13 en el hogar, 9 menores de 14 años, 10 000 pesetas.

La meditación es el camino hacia los más elevados estados de la conciencia, insisto en decirte que soy una mujer presa de todos los pánicos, no creo haber pecado más ni tampoco menos que las demás mujeres pero estoy tan avergonzada y pesarosa que no puedo dormir, tengo que tomar todas las noches tres copas de aguardiente templado al baño de María, ¿de qué me sirve mi fortaleza?, yo soy capaz de aguantar tanto como un capitán que no haya comido más que carne de morueco de las montañas de Kirikkale durante los últimos cien días, Karabuk y Kirikkale están lejísimos, casi en el fin del mundo.

A Fran, el hijo de Eva, Julián Santiso lo convenció de que era Simón Pedro, Fran está muy imbuido de su papel y lo representa con dignidad. Fran deja los estudios y vive a saltos y de lo que puede, sus padres no le hacen demasiado caso. Cuando muere su abuela Clara Erbecedo, a los dos años o algo más, Fran pacta con Evaristo el jardinero, se mete en el chalet de San Pedro de Nos aprovechándose de que su tía Vicenta, o sea su tía Mary Carmen, está en Conjo, y se dedica a hacer figuritas de barro que vende en el mercadillo de los domingos; a su amigo Javier, el paje galán de doña Leocadia, la que le da de merendar y le paga los estudios, y de Clara, la que le llamaba Fifí y le acariciaba las orejas, también lo trató de captar la Comunidad del Amanecer, pero le salvó su indiferencia, a Javier Perillo le era casi todo igual y no quería buscar ni la paz ni la felicidad ni nada, ni suyas ni de nadie, él sólo quería seguir viviendo sin mayores apuros, cuando se es joven no es difícil, Clara Erbecedo le dejó una manda en su testamento, más de veinte mil duros en acciones del Banco Pastor, a cambio de que no fuese durante un año por casa de doña Leocadia, la gente se escandalizó y se rió, las dos cosas, doña Leocadia y Javier se vieron durante ese año en una buhardilla que ella tenía alquilada en la calle de Andrés Antelo, nunca se supo para qué, y al cabo de ese tiempo Javier entró en posesión del legado, tuvo que pagar bastante de derechos reales, se los pagó doña Leocadia.

Yo no quiero desmentir a nadie ni tampoco enmendar la plana a nadie, no estoy autorizada, yo me limito a desgranar la dolorosa historia de un derrumbamiento al que envuelvo en una fábula añorante y amarga: no fue así y bien me duele, pero yo creo que debieran haber salido en mi defensa los muertos del cementerio, en el camino de la Torre y frente a la mar de San Amaro, todos también vencidos, a todos los barrió el tiempo que pasa y ya no pasean a la caída de la tarde por la calle Real.

– ¿A usted no le parece que su tocaya la ferrolana Matilde Meizoso, la mujer de Pichi, es más animosa que usted?

– Pues sí, quizá sí, eso no es demasiado difícil.

No me canso de repetir que a las mujeres vulgares también nos hieren los compromisos de la historia que padecemos, quienes la escriben son los otros, los demás, los distintos, los que nos hacen sufrir, yo me siento sañudamente perseguida por el violento chorro de arena de la murmuración, yo pienso que sería mejor hacer borrón y cuenta nueva de todo y volver a empezar otra vez desde el principio, nadie sabe qué es lo que espera al mundo tras el juicio final, a lo mejor Dios se irrita o se deprime y le planta fuego a todo, los teólogos dicen que en Dios no caben ni la irritación ni la depresión; lo único que Dios no es, es débil.

– ¿Usted cree que Pichi es feliz con su mujer?

– A mí no me lo parece, pero eso no se sabe nunca, no es posible que se sepa nunca, a veces lo ignora hasta el propio interesado, que puede confundir el desamor con la úlcera de estómago 0 la sordera.

El general croata Luburich, Maximiliano Luburich, cuando vendió su granja avícola, abrió una imprenta en Carcagente, allí fue donde lo mataron por orden de Tito dándole con una llave inglesa en la cabeza, a Trotski le pasó lo mismo en México, al rey Favila no, al rey Favila lo mató un oso abrazándolo.

Betty Boop tuvo varios novios, o más bien novietes, antes de casarse: Pepito, un mierdecilla violento y ordinario, que tenía los dientes un poco para afuera y parecía un conejo; Luis, un gordito de Carballo medio barbilampiño que era estudiante de arquitectura y le duró poco; Suso, que nadaba muy bien, tenía más resistencia que velocidad y era capaz de nadar horas y horas sin cansarse; Jorge, que tenía una moto bastante buena y muy espectacular y se pasaba el día sacándole brillo con una gamuza; Genaro, que era de Noya, al pobre lo tuvieron que operar de fimosis; Ignacio, que había sido seminarista en Mondoñedo y estudiaba filosofía y letras; Moncho, que era un poco bizco pero bailaba muy bien, con mucho ritmo y sentimiento, y quizá algún otro. Después apareció el que acabaría siendo su marido, Roberto Bahamonde Chas, no se puede decir que Betty Boop hubiera perdido el tiempo.