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– ¡No digas disparates, Jacobo! ¡Qué ocurrencias!

Betty Boop anduvo siempre haciendo equilibrios por las lindes de la depresión, estas jóvenes medio enamoradizas y medio mágicas tienen alma de trapecista de circo, pero les falla el sistema nervioso y eso es un peligro incluso grave, eso es siempre un peligro, es como un lobo hambriento que ataca sin avisar.

– ¿Cuántas veces crees tú que puede aparecer el hombre de tu vida?

– No sé, ¿tres o cuatro?

– ¿Treinta o cuarenta?

– No sé, no creo, yo digo tres o cuatro, treinta o cuarenta me parecen demasiadas.

A Betty Boop, a poco de romper con el violinista, le dio una depresión y los padres la llevaron al psiquiatra, antes se llamaban contrariedades amorosas y no la llevaban a una a ningún lado.

– Lo mejor será que la manden ustedes una temporada al campo a estar tranquila, a respirar aire puro, llevar una vida sosegada, comer mucho, oír música de Mozart y de Beethoven, leer libros apacibles y pasear, pasear constantemente, mañana y tarde; no voy a recetarle medicina alguna porque creo que con una vida sana y ordenada será bastante.

Eva y don Jacobo pensaron que un sitio bueno podría ser la casa de Xeliña, que había sido criada de ellos y que tenía una ¡onda en Visantoña, una aldea en el camino de Santiago poco antes de llegar a Ordes.

– Ahí podrá estar bien Betty Boop.

– Sí, yo creo que sí.

Xeliña es una mujer todo terreno, muy dispuesta y trabajadora, a la que no se le ponía nada por delante; Xeliña hizo su agosto cuando estaban construyendo la autopista del Atlántico, tenía todas las mesas llenas en dos turnos y eso deja mucho dinero, los ingenieros y los ayudantes comían en el piso de arriba, eso era a diario menos los sábados y domingos, pero estos días siempre recalaba por allí alguna familia que iba de excursión, a Xeliña le tocaron cuarenta millones de pesetas en el sorteo de Navidad de hace unos años, pero ella no dejó de trabajar ni un solo instante; Xeliña tiene un marido que es lo más parecido que hay a un caballo de a rapa das bestas, se llama Perico y anda siempre con un faria apagado y un mondadientes sucio en la boca sirviendo vinos y cafés y copas de caña, Perico se ducha todos los días con agua fría, incluso en el invierno y tiene un color rojo brillante muy saludable y el pelo negro y rizado y también brillante, Perico sostiene que las mujeres no somos más que las escupideras de los hombres y yo pienso que a lo mejor tiene razón, ¡ve una cada cosa! Xeliña era madre de dos hijas y dos hijos, Xeliña, Uxía, Periquiño y Curriño, que nació mongólico, Xeliña hija es muy hacendosa y trabajadora, tiene novio y toma la píldora, Uxía sueña con ser modelo de pasarela, luce buen tipo pero le faltan modales, Periquiño es un adolescente zángano y aburrido que está siempre cansado, no piensa más que en las motos, se pasa el tiempo yendo y viniendo en moto para arriba y para abajo, se cae con frecuencia y el día menos pensado se estrella contra un árbol y se mata, ¡Dios no lo haga!, Curriño es mongólico, ya lo dije, pero bastante espabilado para como suelen serlo estos muchachos, a Curriño le gusta mucho ver moverse las hojas del campo con la brisa, si no hay brisa Curriño coge una hoja de un árbol, nunca del suelo, y la mueve con la mano, después sonríe con mucha dulzura, si está en casa porque llueve o porque es de noche y no tiene una hoja, la finge con una servilleta de papel, la mueve y se queda como hipnotizado durante horas y horas, la verdad es que no da ningún trabajo. Curriño va al colegio de subnormales Padre Benito Jerónimo Feijoo, en Sigüeiro, llegando ya a Santiago, su padre lo lleva todas las mañanas en el coche, moja el pañuelo con saliva y le va limpiando las legañas por el camino. Xeliña piensa que los hombres son necesarios, pero sirven para poco porque son unos bestias y unos holgazanes.

– Los hombres son unos bestias, señorita Betty Boop, y también unos holgazanes, los hombres son necesarios, ya lo sé, ¡claro que son necesarios!, pero valen para poco porque están siempre distraídos, yo para librarme de mi Perico aprendí a conducir, así voy con la furgoneta a alguna romería o a ver a mi hermana Carmiña en Mabegondo o a mi hermana Miluca en Irixoa, mi hermana Miluca está muy bien casada en Irixoa. Mire, señorita Betty Boop, nosotros todo lo que tenemos ahorrado es gracias a mi trabajo porque mi hombre es un vago y más un zángano, ¡si lo sabré yo!, mi Perico es como el zángano de la colmena, yo ya no tengo tiempo de buscarme otro y además tampoco me atrevería porque más vale malo conocido que bueno por conocer, mi Perico se pasa el tiempo hablando con los obreros de la autopista y tomando aguardiente, el pobre Curriño me salió mongólico porque su padre estaba borracho cuando me lo hizo, lo recuerdo bien, fue en la romería dos Caneiros de 1961.

Robert Taylor fallece a los cincuenta y siete años de edad a consecuencia de un cáncer, el periódico dice que logró la fama junto a otras legendarias figuras de Hollywood, Clark Gable, Greta Garbo, Cary Grant, Jean Harlow, Gary Cooper, Joan Crawford, a lo mejor hay alguna letra cambiada en estos nombres porque los tomé al oído, el gobernador de California, Ronald Reagan, pronunciará un discurso con motivo de los funerales. Vida íntima de la mujer, por el padre Ureta y el padre Bueno, con revisión religiosa, 165 pesetas más 7 pesetas de gastos de envío. La mujer a través de sus más variados e íntimos aspectos. Consejos para la mujer y el matrimonio.

– ¿Te acuerdas de lo que dijo doña Leocadia cuando murió tu tía Marianita?

– No, la verdad es que no.

– Ni yo tampoco y lo siento porque era algo muy chistoso, era como un juego de palabras.

– Sí, pero no puedo acordarme.

Betty Boop estuvo cinco semanas en Visantoña y volvió muy repuesta, de buen color y algo más gorda. Betty Boop disfrutó mucho con las comidas de Xeliña, carne asada, callos con garbanzos, empanada de bacalao con pasas, empanada de raxo, merluza frita o a la gallega, calamares en su tinta, chicharrones, menestra, ¡qué sé yo! Curriño se hizo muy amigo de Betty Boop, Curriño se encariñaba con la gente y era muy agradecido, Curriño y Betty Boop pasean juntos, cogen moras y uvas y hablan mucho los dos, hablan de todo y a veces hasta riñen y se enfadan, entonces Curriño se venga haciendo cosas que se figura que le dan rabia a Betty Boop, lo gracioso es que acierta, se pone a cuatro patas y ladra como un perro, también levanta una pata y finge que va a hacer pipí, se arrodilla para lamer el suelo con su enorme lengua, come moscas o sólo las mastica y después se las escupe a Betty Boop en el vestido, coge los cagajones de las caballerías con la mano y así sucesivamente. Un día se perdió Curriño y todos se asustaron mucho porque no aparecía por ningún lado, se echaron al monte a buscarlo, recorrieron lo menos una legua de autopista para arriba y otra para abajo, bucearon la presa del molino, dieron aviso a la guardia civil, el cura mandó tocar la campana llamando a rebato, pero a Curriño no lo encontraban por ningún lado, al cabo de tres horas, quizá más, su hermana Uxia entró en el cuarto de baño y se lo topó dándose un baño, la espuma llegaba hasta el techo, a Curriño le gustaba mucho la televisión, la noche anterior había estado viendo una película en la que Liz Taylor aparecía en una bañera llena de pompas de jabón y él no quiso ser menos, a poco más se ahoga.

Clara llamaba Fifí a Javier Perillo, da pena tener que hablar así de las muertas, pero esto no es falta de respeto sino culto a la verdad, a Lucas Muñoz le gustaba mucho decir frases en latín, Deum et animam scire cupio, niltilne plus? Nihil omnino, san Agustín, perdón, me equivoqué, Noli foras ire, in te rede, in interiore hominis habitat veritas, también san Agustín, es cierto que Clara está muerta y enterrada, es cierto que se acostaba con Javier Perillo y le llamaba Fifí, es cierto que le gustaba verle orinar, él a veces no podía porque se le empinaba, es cierto que le gustaba bañarlo con parsimonia y delicadeza, es cierto que jamás me permitiría faltarle al respeto ni a ella ni a ningún otro difunto, es cierto que no salgo fuera de mí, que vuelvo a mí, que en mi interior habita mi verdad y así lo declaro con orgullo, no me parecería digno ser crucificada en la cruz de San Andrés con la mentira anidando en mi corazón, mi marido me dijo cuando veníamos hacia el patíbulo: jamás volveremos a recorrer este sendero ni tú ni yo, pero poco me importa porque llevo ya demasiado tiempo, desde que me retiré de la política, sentado a la puerta de mi tienda y viendo pasar cadáveres de líricos menesterosos, exiliados profesionales y parásitos presupuestarios y la experiencia empieza a serme aburrida, pido a los dioses que cierren ya la espita de tanta bienaventuranza.