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– Kelly -Parpadeó intentando posar su vista en ella-. Kelly.

– Está bien, Johnny. Fui y te rescaté como tú querías. Fui y te rescaté.

– Kelly, son de verdad. Los vi. Ellos me cogieron. Me hicieron cosas.

– Está bien, Johnny. Ahora estás a salvo. Estás a salvo.

Johnny se volvió, se dobló como una bola y Kelly lo sostuvo. Turcotte miraba a Von Seeckt y a Nabinger.

– Duerman un poco. Pronto nos marcharemos. -Se volvió y fue hacia fuera, haciendo correr la puerta para que se cerrara.

Turcotte paseó en la oscuridad. Las estrellas brillaban por encima de las montañas que lo rodeaban por todos lados. Pronto amanecería. Podía notarlo en el pequeño cambio del cielo hacia el este. La mayoría de la gente no podría decirlo, pero Turcotte había pasado muchas noches esperando a que amaneciera.

Pensó en sus compañeros de la camioneta. Von Seeckt con sus demonios del pasado y los miedos del futuro. Johnny Simmons y los demonios que le habían introducido en su interior. Nabinger con sus preguntas del pasado y su búsqueda de respuestas. Y Kelly. Kelly parecía tener sus propios fantasmas.

Se giró al ver que la puerta de la camioneta se abría, Kelly salió y se dirigió hacia él.

– Johnny se ha dormido. O se ha desmayado. No lo sé.

– ¿Qué crees que le han hecho?

– Le han lavado el cerebro -dijo ella con amargura-. Le han hecho creer que ha sido secuestrado por extraterrestres, conducido a bordo de una nave espacial y que lo han sometido a todo tipo de experimentos.

– ¿Crees que se recuperará de esto? -preguntó Turcotte.

– ¿Para qué debería hacerlo? Fue secuestrado por extraterrestres -dijo Kelly.

– ¿Qué?

– Lo que sea que le hayan hecho en el cerebro, ha sido real. Para él, es real. Así que no, no creo que jamás se recupere de esto. La realidad nunca se puede superar. Lo único es continuar con la vida.

– ¿Y qué realidad te ocurrió a ti? -preguntó Turcotte. Kelly se quedó mirándolo-. Me dijiste que me lo contarías en cuanto tuvieras un momento -dijo, y se quedó esperando.

Al cabo de un minuto Kelly habló.

– Yo trabajaba en una productora de películas independientes. En realidad, formaba parte de una productora de películas independientes. Tenía una participación. Nos iba muy bien. Hacíamos documentales y tareas de periodismo independiente. National Geographic, en sus primeros tiempos en televisión, nos encargó algunas de sus obras. Eso era antes de que hubiera tantos canales como el Discovery y otros similares. Estábamos por delante de los tiempos. íbamos por el buen camino. Entonces recibí una carta. Todavía la tengo. Fue hace ocho años. Era de un capitán de las Fuerzas Aéreas de la base aérea de Nellis. La carta decía que las Fuerzas Aéreas estaban interesadas en hacer una serie de documentales. Algunos sobre el programa espacial, otros sobre sus actividades en medicina a gran altura y otras cosas.

«Parecía interesante, así que fui hacia Nellis a entrevistarme con aquel capitán. Hablamos de los distintos asuntos que él había indicado en la carta y luego, como si fuera algo intranscendente, me dijo que tenían algunas imágenes filmadas interesantes en la oficina de relaciones públicas.

»Le pregunté de qué eran esas imágenes y él me contestó que de un ovni aterrizando en aquella base aérea. Estuve a punto de tirarme el café encima. Lo dijo como uno hubiera dicho que el sol había salido esa mañana. Muy tranquilamente, casi con despreocupación. Sólo por eso tendría que haber adivinado que se trataba de un montaje. Pero yo tenía ambiciones. Todavía estábamos haciéndonos un sitio, y aquello era lo más grande con que nos habíamos topado.

«Entonces, naturalmente, me pasó la película. Eso despejó cualquier duda que pudiera haber. Se trataba de una filmación en blanco y negro. Me dijo que había sido hecha en mil novecientos setenta. Que habían captado un duende en el radar de Nellis. Pensaron primero que podía tratarse de un avión de civiles que se había extraviado. Enviaron un par de F16 para comprobarlo. La primera mitad de la película que vi había sido grabada por las cámaras de los aviones. Empezaba con un cielo vacío, luego se captaba el brillo de algo que se movía a gran velocidad por el cielo. La cámara se centraba y se veía un objeto con forma de platillo. Resultaba difícil precisar el tamaño porque no había una escala de referencia. Pero podía ver el desierto y las montañas detrás, moviéndose. El disco atravesó una vasta extensión de terreno. Si sólo hubiera estado en el cielo lo habría cuestionado. Parecía medir unos nueve o diez metros de diámetro y era plateado. Se desplazaba en oscilaciones bruscas hacia adelante y hacia atrás.

»Si era un truco, estaba muy bien hecho. No era nadie con un tapacubos del coche colgado fuera de la ventana del coche y filmándolo con una cámara de vídeo. Créeme, he visto esas películas. -Kelly avanzó unos pasos hacia la vista panorámica y Turcotte la siguió-. Así que la cámara captó aquel platillo y luego descendió. Se veía una pista de aterrizaje situada en la base de alguna montaña. Entonces pensé que era la base aérea de Nellis, pero ahora sé que seguramente era la pista de Groom Lake. El platillo descendió casi hasta el suelo y el F16 se marchó, y ahí terminaron las imágenes con aquella cámara. Entonces había un corte en la cinta y aparecía una vista en colores desde tierra. Prague me dijo que era una toma hecha desde la torre de control.

– Un momento -la interrumpió Turcotte-. Di otra vez ese nombre.

– Prague. Era el capitán de las Fuerzas Aéreas con el que me entrevisté y que me envió la carta. ¿Por qué?

– Te lo diré cuando hayas terminado -repuso Turcotte-. Sigue.

– Bueno, pues entonces el platillo se quedaba suspendido sobre la pista y permanecía así durante unos minutos. Se veía cómo se desplegaban los vehículos para emergencias, y los coches de bomberos con sus luces en marcha. Se distinguía el reflejo de las luces en el revestimiento del platillo, un efecto muy difícil de imitar, casi imposible de hacerlo con la tecnología de aquel momento. Entonces se desplegaban también vehículos policiales. Luego el platillo empezó a ascender, hasta superar la posibilidad de que el operador siguiera su recorrido con la cámara y desaparecer.

«Pregunté a Prague por qué quería darme esa película y me respondió que las Fuerzas Aéreas intentaban sacarse de encima a las personas relacionadas con el Proyecto Blue Book. Me dijo que querían mostrar que las Fuerzas Aéreas no escondían nada y que no había esa gran conspiración que muchos aficionados a los ovnis denunciaban. Así que me marché de Nellis y fui directamente a las dos mayores distribuidoras y les conté lo que acababa de ver. Evidentemente no me creyeron y, claro, Prague no me había entregado una copia de la película. Me dijo que primero tenía que obtener la autorización de sus superiores y para ello necesitaba saber a través de quién pensaba distribuirla.

»Cuando esas empresas llamaron a Nellis e intentaron contactar con Prague, les dijeron que no había nadie con ese nombre. Al mencionar la película se les rieron a la cara, lo cual no les cayó nada bien. Me despidieron. Me consideraron loca y nadie quiso hacer negocios conmigo. A los tres meses me encontraba en bancarrota.

– Describe de nuevo el platillo que viste -dijo Turcotte.

Kelly así lo hizo.

– La película era verdadera -dijo Turcotte-. Parece que describas uno de los que hay en el hangar. Realmente te tendieron una trampa.

– Lo sé -repuso Kelly-. No habría ido a las distribuidoras para solicitar una financiación si no hubiera creído que la película era auténtica. Eso es lo que realmente me jodió de todo el asunto. -Al este el cielo iba tomando color-. Es astuto lo que han estado haciendo en el Área 51. Es real, pero a la gente que podía explicar la verdad la hacen pasar por farsante o majareta. También han destruido a Johnny -continuó Kelly, señalando hacia la camioneta, situada a unos nueve metros-. En su mente, después de lo que le han hecho en esa especie de cisterna, piensa que realmente ha sido secuestrado por alienígenas. Y la verdad es que ha sido realmente secuestrado. Probablemente vio cosas que no querían que viese. Pero si se presenta a la prensa así, se reirán de él. Ahora eso es cierto en su mente. Esto es casi lo peor que puedes hacerle a una persona aparte de matarlo físicamente. Puede volverlo loco. -Volvió el rostro hacia Turcotte-. Bueno, ahora ya sabes por qué no soy muy confiada.