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Resultaba difícil intimidar a Hayes.

– Por lo que he entendido, Hawksley, de todas formas, su restaurante va a cerrar. Cuando se vea obligado a cerrar, se convertirá en una carga para usted. Y llegado el momento, no será usted quien dicte las condiciones sino quien esté dispuesto a quitárselo de las manos.

Hal esbozó una sonrisa y se retiró un poco.

– Yo más bien diría que depende de quien sea el primero en precipitarse por la pendiente. Crew tiene que hacer frente a su hundimiento total suponiendo que salga a la luz la apropiación indebida del dinero de Martin antes de que mi banco decida ejecutar la hipoteca del Poacher. Crew está corriendo un riesgo terrible empujándome por la pendiente. -Señaló hacia el teléfono-. Podría salvarse llegando hoy mismo a un acuerdo con lo del Poacher. Hable con él.

Hayes sopesó la propuesta un momento y luego dirigió la mirada a Roz.

– Me imagino que lleva una grabadora en el bolso, señorita Leigh. ¿Me permitirá que le eche una ojeada?

Roz miró a Hal y éste asintió. Roz colocó el bolso de mala gana sobre el escritorio.

– Gracias -dijo Hayes con cortesía. Lo abrió, sacó la grabadora y examinó por encima los objetos que quedaban en el bolso antes de abrir el aparato y extraer de él la cinta. La fue desenrollando, la cortó con unas tijeras y luego se levantó-. Primero usted, Hawksley. Vamos a asegurarnos de que no haya otras sorpresas. -Cacheó con manos expertas a Hal y luego hizo lo mismo con Roz-. Muy bien. -Señaló con la cabeza hacia la puerta-. Diga a su guardaespaldas que lleve otra vez la silla a recepción y espere allí.

Se instaló de nuevo en su sillón y esperó a que Hal cumpliera su orden. Al cabo de tres minutos, confirmó por teléfono que Wyatt no podía oírles.

– Ahora -dijo con aire reflexivo- al parecer se me ofrecen varias salidas. Una de las cuales es aceptar su oferta. -Cogió una regla y la flexionó entre sus manos-. Pero no me inclino por ésta. Podía haber puesto en venta el Poacher en cualquier momento durante las seis últimas semanas, no lo hizo y esta súbita prisa me pone nervioso. -Permaneció un momento en silencio-. En segundo lugar, puedo dejar que las cosas sigan su curso normal. La justicia es un juego, un juego lento, por cierto, y hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que las manipulaciones llevadas a cabo por Peter Crew en el capital de Robert Martin salgan a la luz antes de que usted se hunda. -Torció la regla tanto como pudo sin romperla y luego la soltó bruscamente-. Tampoco me inclino por ésta. El cincuenta por ciento es demasiado aleatorio. -La expresión de los ojos claros se endureció-. En tercer lugar, la que parece en muchos aspectos la más atractiva, podría desear un desafortunado accidente para ustedes dos y con ello mataríamos dos pájaros de un tiro. -Lanzó una mirada a Roz-. Su muerte, señorita Leigh, podría aparcar momentáneamente a Olive y este libro que usted está escribiendo, y por lo que se refiere a usted, Hawksley, aseguraríamos que el Poacher está en venta. Una solución limpia, ¿no le parece?

– Limpísima -asintió Hal-. Pero tampoco va a aplicarla. Al fin y al cabo sigue existiendo el muchacho de Australia.

Hayes soltó una pequeña carcajada. Un eco de la de su padre.

– ¿Qué va a hacer?

– Ofrecerle lo que ha venido a buscar.

Hal frunció el ceño.

– ¿Es decir?

– Demostrarle que le tenemos bien cogido.

Abrió un cajón del escritorio y sacó una carpeta transparente. Sujetándola por sus extremos, vertió su contenido (una hoja de bloc con un encabezamiento, en la que se notaban las arrugas que habían quedado al estrujarla) sobre la mesa. La dirección que llevaba impresa correspondía a una casa situada en uno de los barrios más caros de Southampton y seguidamente, de puño y letra de Crew, había una serie de notas:

Re: Poacher Coste en libras

Cultivo bacteriano, deterioro carne, excrementos de rata, etc. 1.000

Llave romper puerta + garantía huida/Francia 1.000

Anticipo para montaje 5.000

Si resulta acusación 5.000

Ejecución hipoteca Poacher 80.000

Sub-total 92.000

Oferta solar 750.000

Menos Poacher 92.000

Menos calle Wenceslas 1 60.000

Menos Newby 73.000

Total 525.000

– Auténtico -dijo Hayes viendo el escepticismo de Hal-. La dirección particular de Crew, la letra de Crew-señaló el extremo de la hoja con la regla-. Y también sus huellas. Con ello basta para sacarle del atolladero a usted, lo que no sé es si basta para condenar a Crew. Es su problema, no el mío.

– ¿De dónde lo sacó?

Pero Hayes se limitó a sonreír y mover la cabeza.

– He estado en el ejército. Me gustan las tácticas de repliegue. Pongamos que llegó a mis manos y, al ver su importancia, se lo pasé a usted.

Hal se preguntaba si Crew sabía qué tipo de persona había contratado. ¿Había tenido la intención de utilizarlo para un chantaje posterior?

– No lo acabo de entender -dijo con franqueza-. Crew le implicará a usted. Y yo también. La señorita Leigh lo mismo. De una forma u otra usted y su hermano acabarán mal. ¿Por qué razón nos facilita las cosas?

Hayes no respondió directamente.

– Estoy rectificando a tiempo, Hawksley, y devolviéndole su restaurante. Puede agradecérmelo.

– ¡Y un pepino! -exclamó Hal enojado. Empequeñeció los ojos con expresión recelosa-. ¿Quién está detrás de este timo de la redención de la hipoteca? ¿Usted o Crew?

– No hay ningún timo. Hoy por hoy, las redenciones de crédito están a la orden del día. Cualquiera que posea un pequeño capital puede adquirir propiedad a buen precio. El señor Crew formaba parte de una pequeña corporación perfectamente legal. Desgraciadamente, utilizó dinero que no le pertenecía.

– ¿Así que usted lleva la corporación?

Hayes no respondió.

– No hay timo, ¿y qué más? -explotó Hal-. El Poacher no estaba en venta y en cambio usted compró las propiedades de ambos lados.

Hayes volvió a doblar la regla.

– Al final habría vendido. Los restaurantes son terriblemente vulnerables. -Esbozó una leve sonrisa-. Considere qué habría sucedido si Crew hubiera mantenido el control y lo hubiera aparcado hasta después de su proceso. -Su expresión se endureció-. Considere qué podía haber sucedido si mi hermano me hubiera hablado de lo que le planteó Crew. Usted y yo nunca habríamos tenido esta conversación por la simple razón de que usted no hubiera sabido a quién dirigirse.

El vello se erizaba en la nuca de Hal.

– ¿De todas formas, la denuncia de Sanidad se habría hecho igual?

La regla, completamente doblada, se quebró de golpe. Hayes sonrió.

– Los restaurantes son terriblemente vulnerables -dijo de nuevo-. Se lo repito. Tiene que estar agradecido. Si lo está, el Poacher volverá a triunfar.

– Lo que es otra forma de decir que debemos mantener la boca cerrada en cuanto a su implicación.

– Desde luego. -Puso una expresión de sorpresa, como si aquello fuera lo más natural-. Porque la próxima vez el fuego no se limitará a una sartén, y usted -sus claros ojos se fijaron en Roz- y su amiga no tendrán tanta suerte. Hirieron el orgullo de mi hermano. Está deseando enfrentarse de nuevo a ustedes dos. -Señaló el papel-. Pueden hacer lo que quieran con Crew. Yo no admiro a los hombres sin principios. Él es abogado. Tenía sus obligaciones con la propiedad de un hombre que estaba muerto y abusó de ello.