Isaac había olvidado el aspecto que tenía un garuda que no hubiese sido mutilado. Había olvidado la extraordinaria escala y grandeza de aquellas alas.
Comprendió lo que estaba ocurriendo casi de inmediato, de un modo intuitivo e irracional. Una intimidación muda se abatió sobre él.
Detrás de ella, una fracción de segundo más tarde, vino una ráfaga enorme de duda y alarma y curiosidad y una bandada de preguntas.
— ¿Quién coño eres tú? —jadeó—. ¿Qué cono estás haciendo aquí? ¿Cómo has dado conmigo…? ¿Qué…?—las respuestas medio formuladas lo asaltaban, se apartó rápidamente del umbral, tratando de espantarlas.
—Grim… neb… lin… —el garuda pugnó con su nombre. Sonaba como si fuera un demonio siendo invocado. Isaac agitó rápidamente el brazo para indicar al garuda que lo siguiera al interior de la pequeña habitación. Cerró la puerta y apoyó la silla contra ella.
El garuda caminó hasta el centro de la habitación, iluminado por los rayos del sol. Isaac lo observaba con cautela. Llevaba un taparrabos polvoriento y nada más. Su piel era más oscura que la de Yagharek, la emplumada cabeza más colorida. Se movía con increíble economía, pequeños movimientos bruscos y muy silenciosos, con la cabeza ladeada como para poder abarcar con la vista toda la habitación.
Contempló a Lin durante largo rato hasta que Isaac suspiró y el garuda levantó la mirada hacia él.
— ¿Quién eres? —dijo Isaac—. ¿Cómo demonios me has encontrado? — ¿Qué es lo que hizo?, pensó, pero no lo dijo. Cuéntamelo.
Permanecían, el flaco y fibroso garuda y el gordo y fornido humano, en extremos opuestos de la habitación. El sol hacía resplandecer las plumas del xeniano. Isaac las miró, repentinamente cansado. Una sensación de inevitabilidad, de finalidad, había entrado con él. Isaac lo odió por ello.
— Yo soy Kar'uchai —dijo el garuda. Su voz tenía aún más acento cymek que la de Yagharek. Resultaba difícil de comprender—. Kar'uchai Sukhtu-rTk Vaijhin-khi-khi. Persona Concreta Kar'uchai Muy Muy Respetada.
Isaac esperó.
— ¿Cómo me has encontrado? —dijo por fin, con tono amargo.
—He… hecho un largo camino Grimneb… lin —dijo Kar'uchai—. Soy un yahj´hur… cazador. Llevo días cazando. En este lugar cazo con… oro y papel dinero… mi presa deja un rastro de rumores… y recuerdos.
¿Qué hizo?
—Vengo del Cymek. He cazado… desde el Cymek.
—No puedo creer que nos hayas encontrado —dijo Isaac brusca, nerviosamente. Hablaba con rapidez, odiando la persistente sensación de fin e ignorándola, borrándola de sus pensamientos—. Si tú lo has logrado, la puta milicia podrá hacerlo seguro y si ellos pueden… —paseó rápidamente de un lado a otro de la habitación. Se arrodilló junto a Lin, la acarició con gentileza, tomó aliento para decir más.
—He venido a buscar justicia —dijo Kar'uchai, e Isaac no pudo responder. Sentía que se ahogaba.
—Shankell —dijo Kar'uchai—. El Mar Escaso —ya he oído hablar de ese viaje, pensó Isaac, enfurecido, no tienes que contármelo. Kar'uchai continuó—. He… cazado a lo largo de más de mil quinientos kilómetros. Busco justicia.
Isaac habló lentamente, presa de la cólera y la tristeza.
—Yagharek es mi amigo —dijo.
Kar'uchai continuó como si no hubiera dicho nada.
—Cuando descubrimos que se había ido, después del… juicio… fui elegida para venir…
— ¿Qué quieres? —dijo Isaac—. ¿Qué vas a hacerle? ¿Quieres llevártelo contigo? ¿Quieres… qué, cortarle algo más?
—No he venido a buscar a Yagharek —dijo Kar'uchai—. He venido a buscarte a ti.
Isaac lo miró fijamente, sumido en una confusión miserable.
— Te corresponde a ti… dejar que la justicia siga su curso…
Kar'uchai era implacable. Isaac no podía decir nada.
¿Qué hizo?
—Escuché tu nombre por primera vez en Myrshock —dijo Kar'uchai—. Estaba en una lista. Luego aquí, en esta ciudad, volvió a aparecer una vez y otra y otra y otra hasta que… todos los demás se fundieron y desaparecieron. Yagharek y tú… estabais enlazados. La gente cuchicheaba… sobre tus inventos. Monstruos voladores y máquinas taumatúrgicas. Supe que Yagharek había encontrado lo que había estado buscando. Lo que había venido a buscar desde más de mil quinientos kilómetros de distancia. Negarías la justicia, Grimnebulin. Estoy aquí para pedirte que… no lo hagas. Era cosa del pasado. Él había sido juzgado y condenado. Y todo terminó. No pensamos… no sabíamos que podía… encontrar la manera de… conseguir que la justicia se retractara. Estoy aquí para pedirte que no lo ayudes a volver a volar.
—Yagharek es mi amigo —dijo Isaac con firmeza—. Vino a mí y me contrató. Fue generoso. Cuando las cosas… fueron mal… se volvieron complicadas y peligrosas… bueno, fue muy valiente y me ayudó… nos ayudó. Él ha formado parte de… de algo extraordinario. Y además le debo… una vida —miró a Lin y luego apartó los ojos—. Se lo debo… por todas las veces… Estaba dispuesto a morir, ¿lo sabías? Podía haber muerto, pero se quedó, y sin él… no creo que hubiéramos salido adelante.
Isaac hablaba tranquilamente. Sus palabras eran sinceras y afectuosas.
¿Qué hizo?
— ¿Qué hizo? —dijo por fin, derrotado.
—Es culpable —dijo Kar'uchai en voz baja— de robo de elección en segundo grado, con absoluta falta de respeto.
— ¿Y eso qué significa? —exclamó Isaac—. ¿Qué hizo? Y además, ¿qué cono es robo de elección? No significa nada para mí.
—Es el único crimen que nosotros tenemos, Grimnebulin —replicó Kar'uchai con voz monótona y áspera—. Tomar una elección por otro… olvidar su realidad concreta, abstraería, olvidar que es un nudo en una matriz, que las acciones tienen consecuencias. No debemos tomar decisiones por otro ser. La comunidad no es más que el medio… para que todos los individuos tengamos… elecciones.
Kar'uchai se encogió de hombros e indicó con un gesto vago al mundo que los rodeaba.
—Las instituciones de tu ciudad… hablando y hablando de los individuos… pero aplastándolos con capas y jerarquías… hasta que sus opciones quedan reducidas a la elección entre tres clases de miseria. En el desierto, nosotros tenemos mucho menos. A veces tenemos hambre, a veces sed. Pero tenemos todas las elecciones que podemos. Salvo cuando alguien se olvida de sí mismo, olvida la realidad de sus compañeros, como si fuese un individuo solo… Y roba comida y elige comer por otros, o miente sobre la caza y elige cazar por otros; o se deja ganar por el hambre y ataca sin razón y elige por otros que no quieren ser heridos o vivir con miedo. Un niño que roba la capa de un ser querido para olería de noche… roba la elección de otro de llevar la capa, pero con respeto, con un exceso de respeto. Sin embargo, otros robos no están mitigados siquiera por el respeto. Matar… no en la guerra o en defensa, sino… asesinar… es mostrar tal falta de respeto, una falta de respeto tan absoluta, que no solo robas la elección de vivir o morir en ese momento… sino todas las elecciones que el muerto podría tomar. Las elecciones engendran decisiones… Si le hubiera permitido vivir, pudiera haber elegido pescar en una marisma salada o jugar a los dados o teñir pieles o escribir poesía o cocinar un estofado… y todas esas elecciones le son arrebatadas en un solo robo. Eso es un robo de elección en el mayor grado posible. Pero todos los robos de elecciones hurtan algo al futuro además de al presente. El de Yagharek fue un atroz… un terrible olvido. Robo en segundo grado.