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—No voy a oponerme —le dijo Tom mientras compartían un almuerzo en el que bebieron más que comieron.

Y después del almuerzo se dirigió a la pequeña dependencia de Corrección, en el sector rojo, y entró en el área de tratamiento. Allí vio a Josh Talley. Este no le vio, aunque no habría importado. Talley descansaba en aquel momento, tras haber comido. La bandeja estaba aún sobre la mesa, y había comido bien. Estaba sentado en la cama, con una curiosa expresión vacua, sin la menor muestra de tensión en el rostro.

Angelo miró al ayudante, tomó el informe de la nave preparada para salir y revisó el manifiesto de carga.

—¿Por qué la Hansford? —preguntó alzando la vista. El ayudante se movió, inquieto.

—¿Cómo dice, señor?

—¿Dos docenas de naves ociosas y la Hansford tiene un encargo para partir? ¿A pesar de que no está en condiciones? ¿Y la tripulación?

—Creo que han seleccionado una tripulación de la lista de inactivos, señor.

Angelo hojeó el informe.

—La Compañía Lukas… Rumbo a Viking con una nave averiada, con una tripulación sólo preparada para trabajar en la plataforma y Dayin Jacoby como pasajero… Ponme en comunicación con Jon Lukas.

—Señor —replicó el ayudante—, la nave ya ha abandonado la plataforma.

—Puedo ver el horario. Ponme con Jon Lukas.

—Sí, señor.

El ayudante salió. Al cabo de unos instantes se iluminó la pantalla sobre la mesa y apareció la imagen de Jon Lukas. Angelo aspiró hondo, se serenó y acercó el informe a la cámara.

—¿Ve usted esto?

—¿Tiene algo que preguntar?

—¿Qué están tramando ahí?

—Tenemos posesiones en Viking, negocios que llevar adelante. ¿Debemos permitir que nuestros intereses allí peligren a causa del pánico y el desorden? Debemos tranquilizar a la gente.

—¿Con la Hansford?

Tuvimos la oportunidad de contratar una nave a un precio inferior al establecido. Es una pura cuestión económica, Angelo.

—¿Eso es todo?

—No sé qué quiere decir.

—No transportaba una carga completa. ¿Qué clase de géneros tiene intención de recoger en Viking?

—Hemos cargado en la Hansford todo lo que permite su estado actual. Allí será reparada, y con rapidez, puesto que los talleres tienen menos trabajo. Por cierto, que la hemos contratado con la condición de que nos ocuparemos de repararla. La carga que transporta pagará la cuenta. Al regreso vendrá con carga completa. Suministros de primera necesidad. Hubiera creído que usted se sentiría satisfecho. Dayin está a bordo para supervisar y administrar ciertos negocios en nuestras oficinas de Viking.

—Supongo que no pretenderá decir que esa carga completa incluye personal de la Compañía Lukas… u otros. No va a vender pasajes para salir de Viking. No va a traer aquí al personal de esa oficina.

—Ah, ése sí es un asunto que le concierne a usted.

—También me ha de concernir que salgan naves de aquí con carga insuficiente para justificar su movimiento, dirigidas a un lugar de cuya población no podremos hacernos cargo si es presa del pánico. Se lo digo, Jon, no podemos correr riesgos porque se cometan indiscreciones o porque una compañía recoja a sus empleados preferidos y provoque el pánico en otra estación. ¿Me oye?

—He comentado esto con Dayin. Le aseguro que nuestra misión es de apoyo. El comercio debe continuar, ¿no le parece?, o acabaremos estrangulando nuestra economía. Y antes que nosotros, sucumbirá Viking. Las estaciones en las que se apoyan han caído. Si dejamos que en Viking empiece a notarse la escasez de cosas básicas, podemos encontrárnoslos en nuestro regazo sin haberles invitado. Les llevamos alimentos y medicinas, nada que pueda escasear en Pell… y tenemos cargadas a tope las únicas dos bodegas utilizables de la nave. ¿Es que somete a esta inquisición a toda nave que parte? Puedo presentarle los libros de la compañía si quiere verlos. Su actitud me parece mal, Angelo. Cualesquiera sean sus sentimientos personales, creo que Dayin se merece un voto de confianza para ir allí bajo estas circunstancias. No merece una fanfarria, ni la hemos pedido, pero habríamos esperado algo distinto que acusaciones. ¿Quiere ver los libros, Angelo?

—No, no los necesito. Gracias, Jon, y acepte mis excusas, siempre que Dayin y el comandante de su nave aprecien los riesgos. Sí, cada nave que salga será sometida a un riguroso escrutinio. No hay en ello nada personal.

—Responderé a todas las preguntas que quiera formularme, Angelo, siempre que constituyan una norma para todos. Gracias.

—Gracias, Jon.

Ambos cerraron la comunicación, y Angelo miró el informe, lo revisó por última vez y finalmente firmó la autorización, ante los hechos consumados, y la echó en la bandeja de asuntos legalizados, cuyo volumen era ya considerable, porque el trabajo se acumulaba en todas las oficinas. Utilizaban demasiadas horas/hombre y tiempo de ordenador en el procesado de las personas amontonadas en la sección de cuarentena.

—Su hijo, señor —le dijo Mills, su secretario. Tecleó la aceptación de una llamada, y alzó la vista con cierta sorpresa cuando se abrió la puerta y entró Damon en persona.

—Traigo los informes del proceso —dijo Damon. Se sentó y apoyó ambos brazos en la mesa. Por la expresión de sus ojos parecía tan cansado como el mismo, que lo estaba considerablemente. Esta mañana ha procesado a cinco hombres para Corrección.

—Cinco hombres no es una tragedia —dijo Angelo—. He establecido un programa de sorteo para que el ordenador elija a quien se marcha y quien se queda en la estación. Hay otra tormenta en Downbelow que está inundando de nuevo el molino, y acaban de encontrar a las víctimas del último corrimiento de tierras. Hay naves que están deseando partir ahora que ha remitido el pánico, una que acaba de salir y dos más que lo harán mañana. Si corre el rumor de que Mazian ha elegido Pell como refugio, ¿qué ocurrirá con las restantes estaciones? ¿Qué pasará cuando el pánico se apodere de ellos y vengan aquí llenando las naves de carga? ¿Y cómo sabemos que en este mismo momento no hay alguien ahí afuera vendiendo pasajes a más gente asustada? Nuestros sistemas de habitabilidad no permitirán una población mucho más numerosa. —Señaló el rimero de documentos—. Vamos a militarizar cuantos cargueros podamos, a causa de una imperiosa necesidad financiera.

—¿Para disparar contra las naves de refugiados?

—Si llegan naves en tal número que no podamos admitirlas… sí. Quisiera hablar con Elene hoy mismo. Ella será la que efectúe la aproximación inicial a los mercantes. Hoy no puedo sentir simpatía hacia cinco alborotadores. Perdóname.

Se le quebró la voz. Damon alargó la mano por encima de la mesa, le cogió la muñeca, la apretó y la soltó.

—¿Necesita ayuda Emilio allá abajo?

—Dice que no. El molino es un desastre. Hay barro por todas partes.

—¿Los han encontrado a todos muertos? Angelo asintió.

—Anoche. Bennett Jacint y Ty Brown. Ayer al mediodía encontraron a Wes Kyle… Hasta ahora han buscado en las orillas y los juncales. Emilio y Miliko dicen que la moral es alta, teniendo en cuenta las circunstancias. Los nativos están construyendo diques. A muchos les atrae la actividad humana. He ordenado que dejen entrar a algunos más en la base y he autorizado a varios de los entrenados para que trabajen aquí en mantenimiento: sus condiciones de adaptación están en buena forma y ello libera a algunos técnicos a los que podemos encargar de funciones superiores. Estoy transbordando a todos los voluntarios humanos que quieren ir, lo cual significa incluso obreros cualificados de las plataformas, los cuales pueden manejar los equipos de construcción, o pueden aprender. Estamos en una nueva era, unos tiempos más duros. —Apretó los labios y aspiró hondo—. ¿Tú y Elene habéis pensado en la Tierra?