La fuerza espiritual se volverá fuerza material… Pero el mismo Mao, durante la revolución cultural había dicho: Primero la cultura, luego la economía; el hombre antes que el acero. El joven general estaba profundamente perturbado, incapacitado para tomar una decisión, y esto lo hacía sentirse enojado consigo mismo.
Aún esperaba que lo comunicaran con el presidente cuando apareció en el corredor un practicante que le anunció que en el consultorio del médico había un llamado urgente para él. Entró y tomó el teléfono.
– ¿El general Pei Hsiu?
Pei reconoció de inmediato la voz seca y de hierro.
– El general Hsiu Lin al habla. Tengo entendido que usted está en Fukien realizando una gira de inspección.
– Correcto, camarada Hsiu.
– Por supuesto estará al tanto de que el sector está fuera de los límites fijados para quienquiera que no haya recibido órdenes del mariscal Lin Piao.
– Me encuentro aquí por instrucciones personales del presidente Mao -contestó Pei con calma.
Una pausa; luego en la voz del jefe de estado mayor se notó una nota llena de sarcasmo.
– Estoy seguro de que el ejército estará muy contento al saber que el camarada Mao se interesa en nuestro gran proyecto… por fin.
La mandíbula de Pei se endureció. Era el primer desafío abierto y deliberado de los jefes del ejército hacia el Fundador.
– No dejaré de transmitir al presidente sus conceptos -dijo presuroso.
Hubo otro momento de incómodo silencio.
– ¿Y qué más le hará… presente, general Pei Hsiu? ¿Supongo que estará preparando un informe?
– Así es, camarada general.
– ¿Puedo preguntar qué clase de informe será? Me siento obligado a recordarle que fuesen cuales fuesen sus deberes políticos con el presidente, usted sigue siendo un oficial de alta graduación del Ejército Popular y que, como tal, tiene responsabilidad directa con respecto a su jefe el mariscal Lin Piao. ¿Qué clase de informe será, camarada general?
Todas las dudas y vacilaciones habían desaparecido. Ya se había decidido, su conciencia estaba en paz. Estaba en contra del nuevo sistema de energía. Estaba en contra del uso total e inhumano de la energía del pueblo chino en la búsqueda sin fin del poder absoluto: Y también sabía que su amor por Lan no era la razón culpable y secreta oculta en su elección. La razón era que amaba y respetaba a los campesinos y a los obreros de China. Primero la cultura, luego la economía; el hombre antes que el acero… Cuando habló fue sin ironía, porque había aprendido de su Maestro el arte de la astucia y de la sagacidad. Porque lo que estaba en juego era muchísimo más importante que el consentirse a sí mismo un sarcasmo. Pero como se encontraba solo en la habitación, no hizo ningún esfuerzo para suprimir la expresión de enojo, de resentimiento y de casi crueldad de su cara.
– Con gusto informaré al presidente Mao que el gran proyecto del Ejército está saliendo bien y que apunta a un glorioso futuro para el pueblo de China -aclaró.
13
Toupoff la estaba esperando en el Café de laMairie en la plaza San Sulpicio. El ruso parecía un vendedor de una tienda pornográfica del Times Square. Una cara que era enteramente grasa y que tenía unos cuantos rasgos hundidos.
– Siento haberme retrasado, señor Toupoff.
El agente se tocó el sombrero, sonrió y le contestó con una expresión poética del siglo diecinueve:
– Esperarla a usted, señorita Devon, es la mitad del placer.
Cuando decía un cumplido tenía el hábito de erguirse en la silla, y su sonrisa de pimpollo -una piedra que cae dentro de un lago de aceite- extendía rayos dorados y ondas a través de su gorda cara.
– ¿Algo nuevo?
– Pienso que sí.
Le entregó la cinta magnética que Starr había grabado y que contenía los Crímenes de Stalin de Brodski.
– Entonces por qué…
– El coronel Starr está convencido de que en la transcripción hay algunos apuntes, alguna clave, señor Toupoff. Si no, ¿por qué Mathieu se hubiese molestado en grabarlo?
– ¿Está segura de que no es otra broma antisoviética del coronel Starr?
– Pensamos que a usted le interesaría, lo mismo que a nosotros.
Envuelto en un grueso abrigo negro, Toupoff permanecía sentado allí y parpadeaba pesaroso.
– Señorita Devon, la última vez fue la Biblia, y durante semanas tuvimos que escuchar la grabación del Antiguo Testamento…
May se mordió los labios. El plan era la venganza personal de Jack Starr por tener que cooperar con KGB.
– Allí no encontramos nada. Literatura muy pasada de moda…
– Bueno, vuelvan a revisarla.
– …y ahora, tendremos que sentarnos a escuchar la grabación de los Crímenes de Stalin. No hubo ningún crimen. Solamente errores.
– Discútalo con el coronel Starr.
Cuando lo dejó, el ruso seguía parpadeando, como un globo a medio desinflar que emitía señales. Mathieu la estaba esperando en el auto. Siempre que volvía a verlo se sentía conmovida, aunque fuese después de una breve separación, un día o unas pocas horas. Mientras lo esperaba en casa, y por fin sonaba el timbre, siempre se producía una aceleración del pulso, una mirada furtiva al espejo y una sonrisa de complacencia consigo misma, el reconocimiento de su infantilismo. En amor no había ningún afianzamiento, ninguna domesticación de la pasión, ningún modo de domar al corazón. ¿Fue William Blake quien escribió que el amor era "lo conocido de lo desconocido"? -Rimbaud -aclaró. Lo miró.
– No es Blake, es Rimbaud.
– Por favor, Marc, no leas mis pensamientos, me asusta. -Me llamaste al laboratorio para pedirme que comprobara la cita, y aquí está. Rimbaud.
Notó que conducía otro automóvil, un Citroen azul obscuro. Le iba a preguntar qué le había pasado al buen y fiel Mini cuando de repente, sin ninguna razón, la envolvió una ola de tristeza insoportable, una angustia, un terror sordo, y la evidencia de que no procedía de su interior; llegaba desde afuera, un agonizante y, sin embargo, silencioso grito de socorro.
– ¡Detén el auto, bastardo. ¡Deténlo!
– Escucha, bendita paranoica…
– ¡Déjame salir!
May apretó violentamente el pie izquierdo contra el freno desencadenando una reacción colectiva de choques y bocinazos; se arrojó hacia afuera, mientras un coro de insultos en la más auténtica expresión de la Francia moderna, alcanzaba alrededor de ella nuevas cimas culturales, a través de palabras groseras como salope, connasse y pute, evidenciando así, más auténticamente que el viejo Montaigne, el genio contemporáneo de la nación. Mathieu se asomaba fuera del auto.
– De todos los retrógrados, reaccionarios…
– ¡No pienso sentarme en un auto impulsado por esa clase de caballos de fuerza!
– ¡Cállate, tragedia norteamericana!
De la multitud surgió un policía de cara roja que pitaba.
– ¡Circulez!
– ¡Métase usted en el auto y circule usted mismo, monsieur Vagent! -gritó May-. Lo llevará directo al infierno.
Tuvieron que pasar por un "test" alcohólico en la comisaría. Se fue sola a su casa, hizo las valijas, luego se sentó junto a la puerta a esperar que Mathieu regresara. Así le daba una oportunidad de suplicarle que no lo abandonara. Lo hizo tan bien que May se dejó convencer.
14
La tormenta estalló al día siguiente. A un especialista de California se le encargó que elaborara, en el mayor secreto, un esquema para iniciar una campaña psicológica de relaciones públicas; se daba por sentado que tarde o temprano la nueva energía saldría de la faz experimental y sería puesta en práctica en beneficio del pueblo norteamericano. En otras palabras, el problema era cómo vendérsela al hombre de la calle. El especialista había recibido varias copias del papel y una de los expertos de la compañía. Sus tendencias neuróticas habían, en alguna forma, pasado inadvertidas, pero ahora estaba profundamente conmovido por lo que llamaba "una degradación extrema de nuestro espíritu y una última bancarrota de la civilización occidental", por lo que dejó que se filtraran dos copias a la prensa. Durante la semana siguiente, los diarios de todo el país no hablaban más que de la amenaza de "última contaminación" Afortunadamente, el experto en cuestión cayó en un estado de total colapso mental y los papeles fueron descartados como la lucubración de una mente enferma y delirante. Una fuente muy alta, pero que no puede mencionarse, declaró que el indecente era "típico de nuestros eunucos intelectuales y un infructuoso aporte de los 'snobs' entregados a fantasías neuróticas."