Sintió sobre el hombro la mano de Chávez.
– Bravo, mon vieux. Estás haciendo un trabajo fantástico. Fantástico. Yo a esto lo llamo genio puro…
– Oh, mon Dieu, -dijo Mathieu desamparado.
– ¿Qué sucede?
– Nada…
Vomitó. Luego se desmayó.
Cuando volvió en sí, hubo un breve instante de esperanza. Pensó que había olvidado. Luego recordó y volvió a desmayarse.
21
Primero había sido Madrid, y el Museo del Prado; después Beyruth y Salzburgo, Venecia, Roma y, luego, Venecia otra vez. Música, toda la música y toda la belleza de Florencia, el Renacimiento. Mira, hombre, lo has conseguido, no eres tan malo. Mira, no eres un criminal; he aquí la coartada: el Giotto, Florencia, Leonardo. Mira todos los escapes culturales de la exhalación; todo no es guerra, crímenes, mugre, descuido y odio. Ha habido algo de amor, aunque fue desperdiciado porque no fue envasado. Ahora podrá serlo. Ahora tienen el poder y saben cómo hacerlo. Tienen el control político, psicológico, técnico, ideológico, y científico. A través de los siglos, la exhalación consiguió escapárseles, pero ahora la dominan y conocen la técnica. Han aprendido la técnica y pueden someter al hombre, someter la exhalación, y existirá el hombre sometido, la exhalación sometida, Dios sometido, el pensamiento sometido, el hombre envasado y la exhalación envasada. ¡Viva Cristo envasado, Marx envasado, la cultura y el amor envasados! ¡Viva el trabajo organizado que prepara la marcha irresistible hacia la máquina industrial, y hacia el envase! Riamos de los últimos payasos de los circos de arena que están por extinguirse, de los liberales de cabezas lanudas, y de los humanistas retrógrados que vuelven al pasado. ¡Vengan! señoras, y señores, ¡apúrense!, no sentirán ningún dolor, todo está previsto; ¡entren, los necesitamos dentro del envase, dentro del exhalador que procede del pueblo, para el pueblo, a través del pueblo! ¡Hagan de la muerte un regalo! ¡Elijan el destino! ¡El mundo es libre! ¡Elijan libremente el envase! ¿Un automóvil? ¿Una máquina de lavar? ¿Industrial, militar, político?
¡Vengan, señores, entren! ¡Recuerden, el exha no tiene por qué permanecer eternamente en el mismo lugar! Se puede cambiar el empleo. La dulce exhalación puede ser llevada de una fábrica de embutidos, a una de automóviles, o trasplantada a un hermosísimo proyectil de largo alcance! Si alguno tiene una mente sucia puede ser destinado a un vibrador. ¡Ja, ja, ja! ¡Eh, señor, no trate de escaparse, tiene que dar igual que los demás! ¡Ésta es una democracia! ¡Guardián! Este hombre necesita algún procedimiento ideológico, ¡ocúpese del caso! ¡Por favor conserven los números en la mano! Las familias pueden quedarse juntas, Declaren el exhalador, y por favor, declaren la religión. ¡No, señora, éste no es un envase judío, es católico! De todos modos aquí no aceptamos santurrones, ¿las máquinas son ecuménicas! ¡Entren, señores, aquí tienen algunos modelos nuevos para elegir, todo el armazón de pascalita, nuestra mayor oferta! ¡No se mueran hasta no haber elegido! ¡Decídanse! ¡Eh, guardián! Vigile a los chicos… Están molestando. En uno de los nuevos modelos han escrito: ABAJO LA MIERDA. Cuide la educación. Si se ponen molestos no los mate aquí. No queremos sus exhalaciones dentro de nuestros envases. Podría resultar subversivo…
Sabía que se estaba desmoronando y que May estaba encantada por ello. No tomaba un solo trago. Maternal. Estaba de un humor excelente ahora que podía cuidarlo y mimarlo. Parecería que la destrucción de él era la mejor terapia para May. En realidad, si Mathieu no hubiera sido tan amante del sexo probablemente se hubiese destruido a sí mismo. Pero, una cosa es terminar con la vida y otra muy diferente terminar con la vida sexual. Ni pensarlo.
De regreso en Venecia, se emborrachó tanto que vio a Jesús. Había estado mirando demasiada pintura renacentista.
Nunca había visto a May tan hermosa. Tenía un parecido impresionante con la Madonna de Bellini.
Tres meses atrás, después de la famosa noche del descubrimiento, había regresado a su casa y se había zambullido en la cama. En su cabeza continuaba sonando la última nota de posibilidad. Cada vez que cerraba los ojos se le aparecían instantáneamente los signos y los símbolos en tiza.
– He terminado May -le dijo-. Basta ya de investigación. Fini.
Luego la abrazó y temblando colocó la cabeza junto a la tibieza de May, De algún modo, debido al amor puro que le profesaba, encontró la fuerza para no decirle nada más. Había descubierto la forma de fraccionar la exhalación, de desintegrarla, aunque era posible que algún otro científico del mundo lo consiguiera.
Empero, había dado un paso más.
La última nota tenía en su cabeza el sonido final perfecto de la sinfonía entera.
Se preguntaba si Chávez también había visto la posibilidad. No obstante tenía sus dudas. Todavía perduraba en su mente un gigantesco salto con respecto a lo que había escrito en el pizarrón.
Pasaban las horas en la terraza de Danieli, contemplando Venecia, tal vez el panorama más hermoso y civilizado del mundo. Entre los turistas, ubicadas en distintas mesas, había varias personas cuyos rostros les eran familiares, y que aparentaban distraerse. La CIA, la KGB, la SDEC -los servicios secretos de las potencias nucleares- debían de haberse vuelto locos con su comportamiento errante de los últimos seis meses. Alcohol. Sexo. Odio. Todo estaba allí y era una buena señal de deserción. Solamente existía un problema. ¿Cómo desertar de sí mismo?
May era una turista concienzuda y tenía opiniones sólidas. Los cielos de Tiépolo están tan llenos de figuras que vuelan, que se parecen a una gran congestión de tráfico. No creo que Jesús fuese realmente débil y manso como lo muestra el Renacimiento; apuesto a que el establishment, es decir la Iglesia y los príncipes querían que el pueblo se sometiese y no se rebelase, y por eso mostraban a Jesús con la cabeza gacha, para que tomaran su ejemplo. Propaganda. Jesús era un verdadero hombre, un disidente y un rebelde.
A Mathieu le gustó la idea.
– El parecido más próximo que se puede encontrar con Jesús es el de los iconos bizantinos -le replicó, como queriendo decir: "conocí al sujeto personalmente"-. Jesús era todo rayos y truenos. Sabía lo que iba a suceder. Les dio una oportunidad, y la hicieron desaparecer. Sabía que las cosas serían así.
– ¿Cómo?
Conducían a Albert entre los olivares y viñedos de Perugia. El auto tenía una marcha notablemente suave. Tal vez tenía algo que ver con el buen Albert que había manejado un taxi durante cuarenta años. Era asombroso el poco escape que había. El motor había sido convertido con gran éxito y la aleación de pascalita tenía un coeficiente de pérdida muy bajo. Lo que se dice sobre el poderoso individualismo y el espíritu indomable de los franceses es sólo un disparate. Son iguales a los rusos y a los chinos. Una vez que se conoce la fórmula no existe ninguna diferencia. Y los norteamericanos… Todos hablan sobre su individualismo rudo, pero la forma en que se los convierte es una hermosura.
– ¿Por qué te ríes, Marc?
– Justicia poética -murmuró-. Tenía que llegar a eso.
– ¿A qué?
– Nada. Dios es severo pero es justo. Les concedió dos mil años y luego me los dio a mí. Se les permitió toda clase de oportunidades y las desperdiciaron. Así que ahora.
Tenía que tener cuidado. Demasiado Chianti. No había por qué despertar otra vez las sospechas de May. Estaba feliz y creía firmemente que Mathieu bebía porque había fracasado. Pensaba que el asunto de la exhalación había resultado ser la vieja y conocida energía nuclear. Sonriente y alegre. La luz de Italia se comportaba como si hubiera robado alguna de las aureolas brillantes que los santos llevan sobre la cabeza. May manejaba, sabía que Albert era solamente el nombre que le habían dado al auto y no había nada de humano -es decir, nada de inhumano- al respecto.