– ¿Entonces no es un error? ¿No ha habido ningún error de cálculo, no has cometido ninguna equivocación? ¿Lo has sabido siempre?
– Por supuesto.
– ¿Sabías verdaderamente que iba a suceder una reacción en cadena?
– Desde el principio de la ética, May, todo el mundo lo ha sabido. No existe, no puede haber algo como la "deshumanización limitada". No puede haber un límite, digamos, para los nazis, para Stalin, o para My Lai en Vietnam. En la exhalación hay una unidad fundamental. No puedes desintegrar locamente la exhalación, sin envilecer lo que ella es en sí. Sólo que en el pasado era un concepto de moral religiosa. Ahora, la ciencia lo ha logrado. No puedes desintegrar una exhalación, Santa May de Albania. Continúa extendiéndose siempre. Existe una unidad básica.
– Y mañana, ¿lo harás?
– No. Lo harán ellos mismos.
– Pero eres tú…
– No. Aceptarán hacerlo. Lo dispararán ellos mismos. Sólo se necesita una explosión nuclear.
– No lo saben y ya es demasiado tarde para hacérselo saber -sostuvo May.
– Ellos lo saben. Lo han sabido todo el tiempo. No obstante lo harán igual. No querrán perder el poder. Saben cómo evitarlo, pero prefieren destruir al mundo antes que perder el poder. Está en sus manos. Tirarán la bomba. Lo saben, May, y hace dos días yo le envié otro mensaje a Pablo VI.
A esa hora del crepúsculo en la que la luna y las estrellas mitigan el cansancio de los ojos con el azul y la frialdad plateada del infinito, y la tierra aún conserva el último hálito de tibieza del día, el Santo Padre se encontraba de pie en la gruta de olivos de la residencia veraniega de Castel Gandolfo.
En la belleza de la noche; en el silencio de los pájaros y de las hojas; en la quietud y la fragancia de los árboles; en la quieta indiferencia de la naturaleza no había nada que pudiera haberse tomado por una señal de preocupación o de piedad por el hombre, como si lo que la humanidad se estaba haciendo a sí misma no encontrara ningún eco en sus viejos compañeros. Sin embargo era una falta de fe ver indiferencia y alejamiento, aquí en toda esta belleza serena e inmaculada, pues también podía implicar una intención, un mensaje de confianza.
El Pontífice escuchaba al profesor Gaetano:
– …y por supuesto, en algún lugar detrás de todo esto, hay por fin una teoría de unificación. Una idea de Galli que ahora comparte el mismo Altman. Lo que este trágico joven llama la exhalación tiene su fuente en algún lugar del universo y representa la energía elemental de la creación, tanto de la vida como de la materia. Mathieu mismo había llegado lo más cerca posible a esta formulación, mas se había mantenido alejado de un punto de vista tan revolucionario. Lo habían detenido el peso de los últimos siglos; el obscurantismo; el poderío reaccionario del pensamiento convencional. Aun así ya se notaba la armonía en el mundo subatómico, y la transmutación de la materia -es decir, las partículas descomponiéndose en otras partículas cuando se bombardea el núcleo por un proceso de aceleración- ya hace varios años que marcha hacia una especie de fuente única, de unidad, en ambos polos del micro y del macrocosmos. A la búsqueda de la unidad subatómica se le dio el nombre de "caza del quark". Luego surgió un elegante patrón matemático y, es muy cierto, que los descomunales aceleradores norteamericanos de Brookhaven consiguieron obtener la partícula menos omega… Desde entonces, las tablas periódicas súbnucleares han encontrado una expresión satisfactoria, que abarca la relatividad. Y actualmente, lo que Crespi llama la "sospecha matemática" de que la exhalación tiene una fuente que él describe como "total", hace que la física nuclear se fusione con la cosmología. La energía es fantástica. Los mismos rayos cósmicos son lo que Mathieu denominó usando las palabras de Balzac, les cousins pauvres, los parientes pobres de la energía. Y, sin embargo, los mismos nombres, salvo pocas excepciones, todavía emplean con entera confianza el lenguaje del ateísmo del siglo diecinueve, al hablar con toda tranquilidad de "descomposición de la energía en vida y materia". Para ellos, todas las formas de la vida y de la creación espirituales -el arte, la música, la poesía- son simplemente una "respuesta irracional a un principio dinámico creador". Y no se admiten discusiones… Es un conservadurismo reaccionario de la especie más burguesa, sí, capitalista: el capital allí es el dogma positivista. Cuando se lo pregunto directamente, me dicen que soy una víctima de la brecha que se abre entre el progreso de la ciencia y los medios lingüísticos que están a nuestra disposición para volcar los logros y descubrimientos científicos en un vocabulario que, básicamente, es el de los humanistas griegos. Así se reduce a considerar como una simple crisis del vocabulario lo que constituye la crisis más grave de nuestra civilización y su punto culminante…
El Santo Padre empezó a caminar nuevamente por el sendero de cipreses. El aire estaba saturado con la fragancia de las rosas, que a ambos lados del camino, crecían en espesos arbustos. Bajo sus pies, las sombras tenían la inmovilidad de una noche sin viento. El cardenal Zalt se apoyaba con fuerza sobre el bastón.
– Probablemente la situación más extraordinaria de la historia -murmuró-. Todos se dirigen en la misma dirección, pero dándose la espalda.
– Toda la basura y los escombros pesan fuerte sobre ellos y retardan sus progresos -dijo el profesor Gaetano. El Pontífice miró hacia el cielo que se ensombrecía.
– Cuando veníamos ayer en el auto -dijo-, me di cuenta de que el chofer estaba nervioso. Me aseguró que era la hora más peligrosa sobre la ruta, la hora del crepúsculo, antes de que el día se extinga, y cuando la obscuridad aún no está presente. En ese momento el día ya no es suficiente para ver sin faros y aún es demasiado temprano para que los faros tengan alguna utilidad. Éste es el instante peor para la ciencia, cuando la luz no alcanza hasta donde se necesita.
– Existen pocos científicos que tienen interés en la búsqueda -afirmó el doctor Gaetano-. Sólo les interesa la investigación.
Oyeron pasos detrás de ellos y vieron acercarse una delgada y blanca figura que se agitaba como un pájaro: era monseñor Domani.
– Parecería que este jovencito ya no puede caminar -acotó el Santo Padre-, ahora vuela. Es prematuro.
Cuando los alcanzó, monseñor Domani ya casi no podía respirar. Durante las últimas semanas estaba viviendo acosado por la idea constante de que un minuto perdido podía significar que ya era demasiado tarde, lo que lo torturaba doblemente, pues este temor podía interpretarse como una falta de fe. Una vez que hubo encontrado al Santo Padre, se quedó allí, sin resuello, e incapacitado de hablar. Luego recuperó la voz y le dijo al Pontífice que había un nuevo mensaje de la Embajada Italiana de Albania.
31
El descenso hasta el escollo terminaba en un caos rocoso de unos mil metros, que tenía una caída vertical de casi doscientos metros. Era el acceso más difícil al valle, aunque el único al abrigo de las luces que, iluminaban desde abajo cada metro cuadrado de roca.
A mitad de camino alivianaron los equipos mientras que Grigoroff y el albanés seguían bajando. No obstante cuando llegaron al final del descenso, la nariz de Grigoroff sangraba, y estaba en cuclillas, curándose los dedos.
– Soukin syn -murmuró-. El h… de p…
– Hable, hombre, -aulló Little-. ¿Dónde está?
– Se fue -le dijo Grigoroff-. Se fue allí abajo…
Señaló con un gesto hacia las luces que estaban debajo de ellos. Ni siquiera se atrevieron a preguntarle. Si el albanés era un traidor, todo estaba terminado. Los atraparían en pocos minutos.
– No -dijo Grigoroff, sacudiendo la cabeza-. No es así. Se fue para alertar a su pueblo, como nos dijo que haría. Quiere que se rebelen en contra… de esta cosa. El estúpido piensa que si lo saben,-se alzarán en protesta y liberarán a la… energía. Traté de detenerlo, pero…