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TRIGORIN.- ¿No será mucho?

MASCHA.- ¡Claro que no! ( Llena las copas.)¡No me mire así!... ¡Las mujeres beben con más frecuencia de la que usted cree! ¡La menor parte de ellas lo hace abiertamente, como yo..., la mayor, a escondidas!... ( Chocando los vasos.) ¡Le deseo toda clase de venturas!... ¡Es usted un hombre sencillo y da pena separarse de usted! ( Beben.)

TRIGORIN.- Tampoco yo tengo gana de marcharme.

MASCHA.- ¡Pues pídala que se quede!

TRIGORIN.- No. Ya no se queda... Su hijo se está comportando con absoluta falta de tacto. Lo mismo antes, cuando se pegó el tiro, que ahora, proponiéndose desafiarme. ¿Y por qué..., me pregunto yo?... ¡Se enfada, refunfuña, predica nuevas formas para el arte!... ¡Si para todos puede haber sitio!... ¡Lo mismo para los nuevos que para los viejos! ¿Por qué empujarse, entonces?

MASCHA.- Celos también... Pero es asunto en el que no me meto. ( Pausa.)

Escena II

IAKOV atraviesa la escena de izquierda a derecha transportando una maleta. EntraNINA y se detiene al lado de la ventana.

MASCHA.- ¡Mi maestro no es muy inteligente, pero es un buen hombre y me quiere mucho! ¡Me da lástima de él! ¡Me la da también su madre..., esa viejecita!... ¡En fin! ¡Permítame que le desee cuanto mejor pueda desearse! ¡No guarde mal recuerdo de nosotros! ( Le estrecha fuertemente la mano.) ¡Le estoy muy agradecida por sus deferencias conmigo! ¡No se olvide de mandarme sus libros y, por supuesto, con una dedicatoria autógrafa! ¡Solo que no vaya a poner: «A mi estimada...», sino sencillamente así: «A María, la que no recuerda su nombre ni sabe por qué vive en este mundo.» ¡Adiós! ( Sale.)

NINA.- ( Tendiendo aTRIGORIN el puño cerrado.) ¿Pares o nones?

TRIGORIN.- Pares.

NINA.- ( Suspirando.) ¡No!... ¡Lo que tengo en la mano es solo un garbanzo!... ¡Estaba echando a suertes el hacerme o no artista!... ¡Si tuviera a alguien que me aconsejara.

TRIGORIN.- En eso no se puede aconsejar. ( Pausa.)

NINA.- ¡Vamos a separarnos, y quizá no nos encontremos más!... ¡Le ruego acepte como recuerdo este pequeño medallón!... Encargué grabaran aquí sus iniciales, y por este otro lado el título de su obra Días y noches...

TRIGORIN.- ¡Muy fino!... ( Besando el medallón.) ¡Un regalo maravilloso!

NINA.- ¡Acuérdese alguna vez de mí!

TRIGORIN.- Me acordaré... ¡Me acordaré de usted como era en aquel claro día!... ¿Lo recuerda?... Hace una semana. Iba usted vestida de blanco, y nos pusimos a charlar... Sobre el banco estaba echada una gaviota también blanca...

NINA.- ( Pensativa.) ¡Una gaviota..., sí! ( Pausa.) Viene gente. No podemos seguir hablando... ¡Antes de marcharse, concédame dos minutos!... ¡Se lo suplico! ( Sale por la izquierda. En ese mismo momento entran por la derechaARKADINA ySORIN; este vestido de frac y con una condecoración en el pecho. Detrás, IAKOV, ocupado en la preparación del equipaje.)

ARKADINA.- ¡Mejor sería que te quedaras en casa, viejo! ¿Cómo vas a ir de visitas con tu reuma? ( ATRIGORIN.) ¿Quién acaba de salir de aquí? ¿Nina?

TRIGORIN.- Sí.

ARKADINA.- «¡ Pardon» entonces!... ¡Hemos venido a estorbar!... ( Se sienta.) Me parece que lo he empaquetado ya todo. Estoy cansadísima...

TRIGORIN.- ( Leyendo las palabras escritas en el medallón.) «Días y noches»... «Página ciento veintiuna»... «Renglones once y doce»...

IAKOV.- ( Quitando la mesa.) ¿Y las cañas? ¿Quiere el señor que las meta también en el equipaje?

TRIGORIN.- Sí... Las necesitaré. Los libros puedes dárselos a quien quieras.

IAKOV.- Como usted mande.

TRIGORIN.- ( Para sí.) Página ciento veintiuna... Renglones once y doce... ¿Qué habrá en esos renglones?... ( AARKADINA.) ¿Hay libros míos en casa?

ARKADINA.- Sí. En el despacho de mi hermano. En el armario de esquina.

TRIGORIN.- ¡Página ciento veintiuna!... ( Sale.)

ARKADINA.- ¡En serio te lo digo, Petruscha! ¡Quédate en casa!

SORIN.- ¡Marchándoos vosotros, me será muy penoso quedarme aquí!

ARKADINA.- ¿Y qué tiene de distinto para ti la ciudad?

SORIN.- ¡Nada en especial..., aunque ( Riendo.) van a colocar la primera piedra de la Casa Provincial..., aparte de otras cosas más!... ¡Me gustaría, al menos, distraerme dos o tres horas!... ¡Salir de esta vida pequeña y monótona!... ¡Me paso demasiado tiempo en el mismo sitio..., como una boquilla vieja que ya no usas!... He mandado enganchar los caballos para la una, conque nos iremos a la vez.

ARKADINA.- ( Después de una pausa.) ¡Que te vaya muy bien..., que no te aburras..., que no pases frío y que vigiles a mi hijo! ¡Cuídalo!... ¡Enséñale a vivir! ( Pausa.) ¡Y pensar que me marcho así..., sin saber por qué quiso pegarse ese tiro Konstantin!... Me parece que el motivo principal fueron los celos...; de manera que cuanto más pronto me lleve de aquí a Trigorin, mejor será.

SORIN.- ¿Qué voy a decirte yo?... ¡Tenía también otros motivos! ¡Es cosa comprensible! ¡Imagínate a un hombre joven e inteligente viviendo solo en el campo, en un rincón apartado, sin dinero, sin situación y sin porvenir!... ¡Carece de ocupación, se avergüenza de su ociosidad y la teme!... ¡Yo le quiero muchísimo y él está muy unido a mí; pero, de todos modos, a fin de cuentas, se considera un parásito..., un gorrón! ¡La cosa es natural! ¡Su amor propio!...

ARKADINA.- ¡Qué pesadumbre tengo con él! ( Meditando.) Quizá le convendría encontrar un empleo...

SORIN.- ( Silbando ligeramente primero y después en tono indeciso.) ¡Yo creo que lo mejor sería que le dieras algún dinero!... ¡Lo primero que tiene que hacer es vestirse humanamente!... ¡Hace ya tres años que lleva el mismo traje, y no tiene abrigo! ( Ríe.) ¡Tampoco estaría mal que el muchacho se divirtiera un poco! ¡Que fuera, por ejemplo, al extranjero!... ¡Eso no cuesta mucho!

ARKADINA.- ¡De ningún modo!... ¡Quizá para un traje pudiera darle algo, pero para ir al extranjero!... ¡No!... ¡Ni siquiera para el traje puedo darle dinero ahora! ( En tono decidido.) ¡No lo tengo! (SORIN ríe.) ¡No!