MASCHA.- ( Tomando rapé.) Bueno, sí... mañana. ¡Qué pegajoso!
Escena II
EntranPOLINA ANDREEVNA yTREPLEV . Este viene cargado con unas almohadas y una manta,y POLINA ANDREEVNA con las demás ropas de la cama. Después de depositarlo todo sobre el diván turco, TREPLEV se dirige a la mesa escritorio y se sienta ante ella.
MASCHA.- Y eso ¿para qué es, mamá?
POLINA ANDREEVNA.- Para Piotr Nikolaevich, que ha pedido le hicieran la cama en la habitación de Kostia.
MASCHA.- Traiga. Yo se la haré. ( Se pone a hacer la cama.)
POLINA ANDREEVNA.- ( Suspirando.) ¡Un viejo es como un niño!... ( Se acerca a la mesa escritorio y, apoyándose en ella, contempla los papeles manuscritos. Se sucede una pausa.)
MEDVEDENKO.- Entonces, yo me marcho. Adiós, Mascha. ( Besa la mano a su mujer.) Adiós, mamá. ( Hace ademán de besar la de su suegra.)
POLINA ANDREEVNA.- ( Con enojo.) ¡Vaya!... ¡Vete con Dios! (TREPLEV le tiende en silencio la mano. MEDVEDENKO sale.)
POLINA ANDREEVNA.- ( Mirando los manuscritos.) ¡A quién se le iba a ocurrir pensar que de usted, Kostia, saldría todo un escritor!... ¡Hele aquí ya, gracias a Dios, ganando dinero de los periódicos! ( Le acaricia el cabello con la mano.) ¡Y, además, se ha puesto usted guapo!... ¡Kostia! ¡Querido!... ¡Es usted bueno! ¡Sea más cariñoso con mi Mascheñka!
MASCHA.- ( Haciendo la cama.) ¡Déjale, mamá!
POLINA ANDREEVNA.- ( ATREPLEV.) ¡Es muy buena! ( Pausa.) ¡A una mujer, Kostia, le basta con que la miren con cariño! ¡Juzgo por mí misma! (TREPLEV se levanta de la mesa y abandona, en silencio, la estancia.)
MASCHA.- ¡Le ha enfadado usted! ¿Qué necesidad tenía de decirle todo eso?
POLINA ANDREEVNA.- ¡Me das lástima, Mascheñka!
MASCHA.- ¿Y qué falta me hace dártela?
POLINA ANDREEVNA.- ¡Mi corazón sufre por ti! ¡Lo ve todo! ¡Todo lo comprende!
MASCHA.- ¡Tonterías!... ¡El amor sin esperanza solo existe en las novelas! ¡Tonterías! ¡Lo que no hay que hacer es dejarse llevar y estar siempre aguardando algo!... ¡Si el amor brota en el corazón, lo que es preciso es arrancarle de él!... Me han prometido trasladar a mi marido a otra región. Cuando nos mudemos a ella, me olvidaré de todo. Me lo arrancaré de raíz del corazón. ( De un aposento lejano llegan los compases de un vals melancólico.)
POLINA ANDREEVNA.- Es Kostia el que toca. Ello quiere decir que se ha entristecido.
MASCHA.- ( Después de dos o tres silenciosos giros de vals.) Lo principal, mamá, es no tenerle delante de los ojos. Si conceden a mi Simion el traslado, créame que en un mes lo habré olvidado todo... ¡No son más que tonterías! ( La puerta de la izquierda se abre,y DORN yMEDVEDENKO entran, empujando el sillón en que está sentadoSORIN.)
MEDVEDENKO.- ¡Tengo seis personas en casa, y la harina está a setenta «kopeikas» el «pudd 5»!.
DORN.- ¡Pues redúcete!
MEDVEDENKO.- ¡Le resulta a usted fácil tomarlo a risa!... ¡Como a usted le sobra tanto el dinero que ni las gallinas lo quieren!
DORN.- ¿Dinero?... ¡En los treinta años que llevo desempeñando una profesión en la que no se tiene tranquilidad, ni se pertenece uno a sí mismo, ni de día ni de noche, tan solo llegué a reunir los dos mil rublos que me gasté recientemente en el extranjero!... ¡No tengo nada!
MASCHA.( A su marido.) Pero ¿no te habías marchado?
MEDVEDENKO.- ( En tono culpable.) ¿Qué le voy a hacer si no me dan un caballo?
MASCHA.- ( A media voz, con amargura y enojo.) ¡Si mis ojos no te hubieran visto!... ( El sillón es situado en la mitad izquierda de la habitación. POLINA ANDREEVNA, MASCHA yDORN toman asiento junto a él. MEDVEDENKO, con aire triste, se retira a un lado.)
DORN.- ¡Por cierto..., cuántos cambios habéis hecho! ¡Habéis transformado el salón en despacho!
MASCHA.- Konstantin Gavrilovich se encuentra aquí más cómodo para trabajar. Cuando quiere, puede salir al jardín y meditar. ( Se oye golpetear fuera el cayado del guarda.)
SORIN.- ¿Dónde está mi hermana?
DORN.- Ha ido a la estación, a buscar a Trigorin. Enseguida vuelve.
SORIN.- El que hayan ustedes considerado necesario hacer venir aquí a mi hermana, significa que estoy muy grave! ( Después de un silencio.) ¡Tiene gracia la cosa! ¡Estoy grave, y no se me da ninguna medicina!
DORN.- ¿Y qué quiere usted que le demos? ¿Gotas de valeriana?... ¿Bicarbonato?... ¿Quina?...
SORIN.- ¡Ya empezamos otra vez a filosofar!... ¡Qué fastidio! ( Indicando con la cabeza el diván.) ¿Es para mí para quien se ha preparado todo eso?
POLINA ANDREEVNA.- Para usted, Piotr Nikolaevich.
SORIN.- Muchas gracias.
DORN.- ( Canturreando.) «¡Flota la luna en el cielo nocturno!»...
SORIN.- Quiero sugerir a Kostia un argumento de novela. Tiene que llevar este título: «El hombre que quiso...» « L'home qui a voulu»... En mi juventud quise ser literato, y no lo fui. Quería manejar bien la lengua, y hablaba pésimamente. No pasaba de frases como estas: «De manera, señores»..., o «Como les iba diciendo»...; y de ahí no salía, por lo que, al llegar al resumen, estaba sudando a mares. Quise también casarme, y no me casé; quería vivir siempre en la ciudad, y heme aquí, terminando mi vida en el campo...
DORN.- Quise ser consejero civil, y lo he sido...
SORIN.- ( Riendo.) ¡Ese no fue afán mío! ¡Cayó por su propio peso!
DORN.- ¡Manifestar descontento hacia la vida, a los sesenta y dos años..., convendrá conmigo que no es generoso!
SORIN.- ¡Qué terquedad la suya!... ¡Compréndalo de una vez! ¡Tiene uno ganas de vivir!
DORN.- Pero ¡es una inconsciencia!... ¡Es ley de la Naturaleza que a toda vida le llegue un fin!
SORIN.- ¡Razona usted como hombre satisfecho que es! ¡Como lo está usted, toma la vida con indiferencia, y le da todo igual!... ¡Claro que de morir sí tendrá usted miedo!