Выбрать главу

Se comprende que con la promulgación de las primeras leyes para las salamandras surgió gente que, en nombre de la lógica y el derecho, aseguraba que la sociedad, al imponer obligaciones a las salamandras, tenía también que reconocerles algunos derechos. «El Estado que promulga leyes para las salamandras las reconoce ipso facto como seres responsables y libres, como sujetos jurídicos y, a fin de cuentas, hasta como sus ciudadanos.» «En este caso, es preciso solucionar de alguna forma sus relaciones de ciudadanos con respecto al Estado bajo cuya legislación viven. Desde luego, sería posible considerar a las salamandras como inmigración extranjera, pero entonces el Estado no podría imponerles ningún servicio determinado y la obligación de movilización en tiempos de guerra, como ocurre ahora (a excepción de Inglaterra), en todos los países civilizados. Seguramente queremos que las salamandras, en caso de guerra, defiendan nuestras costas, pero entonces no podremos negarles ciertos derechos de ciudadanía como, por ejemplo, el derecho al voto, el de reunión, el de representación en diferentes cuerpos, etc.[18]» Hasta llegó a proponerse que se diese a las salamandras como una especie de autonomía submarina. Pero éstas y otras consideraciones quedaron puramente en proyectos, no llegándose a ninguna solución práctica, principalmente porque las salamandras nunca solicitaron su derecho a la ciudadanía.

De la misma forma, sin interés directo o intervención de las salamandras, se trató otro problema que giraba alrededor de la conveniencia o no del bautizo de aquéllas. La Iglesia Católica, desde un principio, tomó la decisión de que era completamente innecesario porque, al no ser las salamandras descendientes de Adán, no habían heredado el Pecado Original y, por lo tanto, no necesitaban redimirse por medio del bautismo. La Santa Iglesia no quiso intervenir de ninguna forma en la cuestión de si las salamandras tenían o no un alma inmortal, o si participaban de la misericordia y gracias que concede el Creador a sus criaturas. Su buena voluntad hacia las salamandras la expresaba solamente acordándose de ellas en oraciones especiales, que eran leídas en días determinados junto a los ruegos por las almas del purgatorio y la intercesión por los paganos[19]. Mucho más complicada era esta cuestión para las iglesias protestantes. Reconocían que las salamandras tenían conocimiento y, por lo tanto, facilidad de comprender la enseñanza cristiana, pero dudaban en hacerlas miembros de la iglesia y, de esa forma, sus hermanos en Cristo. Por tanto, se conformaron en publicar un extracto de las Sagradas Escrituras para las salamandras en papel impermeable, editando millones de ejemplares. También se consideró el hacer para las salamandras, al estilo del basic-english, una especie de basic-Chñstian con las enseñanzas básicas bien simplificadas; pero los proyectos en este sentido levantaron tal número de protestas entre los teólogos que, finalmente, se desistió de ello[20]. Algunas sectas religiosas (sobre todo en Estados Unidos) no tuvieron tantos escrúpulos y enviaron a sus misioneros a predicar a las salamandras la Verdadera Fe, bautizándolas según las palabras de la Escritura: «Id por todo el mundo enseñando a todas las naciones.» Pero pocos misioneros consiguieron cruzar la valla que separaba las salamandras de la gente. Los propietarios les prohibían la entrada, para que con sus sermones no distrajeran inútilmente a las salamandras en su trabajo. Aquí y allá se veían predicadores asomados por las vallas de hormigón, entre los perros que ladraban furiosamente a sus enemigos del otro lado de la tapia. Sin embargo, a pesar de todos los inconvenientes, predicaban con gran fervor la Palabra de Dios.

Según se sabe, lo que se extendió más entre las salamandras fue el Monismo; algunas creían también en el materialismo, el patrón-oro y otras creencias científicas. Un popular filósofo llamado Georg Sequens compuso hasta una doctrina especial para las salamandras, cuyo mandamiento principal y más elevado era la fe en la Gran Salamandra. Es verdad que esta fe no encontró muchos adeptos entre las salamandras, pero en cambio obtuvo numerosos partidarios entre la gente, sobre todo en las grandes ciudades, donde surgieron, de la noche a la mañana, gran cantidad de templos para el Culto a las Salamandras[21]. En los últimos tiempos las salamandras habían aceptado, casi en su totalidad, otra religión que no se sabe cómo llegó hasta ellas. Era el culto a Moloch, al que se imaginaban como una inmensa salamandra con cabeza humana. Tenían tremendos ídolos submarinos fabricados en Armstrong o en Krupp, pero nunca se llegó a saber más detalles de sus ceremonias y ritos, según se decía, crueles y secretos, porque los celebraban bajo el agua. Parece ser que esta fe se extendió mucho entre ellas, porque el nombrado Moloch les recordaba su nombre científico (Molche) o el alemán Molch, que significa salamandra.

Como se ve claramente, la cuestión de las salamandras en su principio y durante largo tiempo, se refería solamente al siguiente punto: si las salamandras eran seres con conocimiento y suficientemente civilizados, capaces de disfrutar de ciertos derechos, aunque fuese solamente al margen de la sociedad y el orden humanos. En otras palabras, era una cuestión interior de los diferentes Estados, que se planteaba en el marco de los derechos civiles. Durante muchos años nadie imaginó que el Problema de las Salamandras pudiese tener algún día una gran importancia internacional, y que quizá fuese preciso negociar con ellas no sólo como con seres inteligentes, sino también como una colectividad o una nación. A decir verdad, el primer paso hacia esta concepción del problema de las salamandras lo dieron las sectas cristianas, hasta cierto punto excéntricas, que trataron de bautizarlas aplicando las palabras de la Escritura: «Id por todo el mundo enseñando a todas las naciones.» De esta forma se expresó, con palabras, por primera vez, el concepto de que las salamandras eran algo así como una nación[22].

Pero el primer reconocimiento internacional y básico de las salamandras como nación fue el contenido en la famosa proclama de la Internacional Comunista, firmada por el camarada Molokov y dirigida a «todas las salamandras oprimidas y revolucionarias del mundo[23]

Aunque parece ser que este manifiesto no hizo la menor mella en las salamandras, despertó gran eco en la prensa mundial y, como consecuencia de él, llovieron sobre las salamandras, por decirlo así, invitaciones de los más diferentes partidos para que se adhiriesen, como conjunto, a éste o aquel programa social o político de la sociedad humana[24].

Desde ese momento empezó a tratarse el Problema de las Salamandras hasta en la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra. Se enfrentaban allí dos opiniones: una reconocía a las salamandras como una nueva clase trabajadora y se esforzaba por que se extendiesen a ellas todas clase de leyes sociales referentes a jornadas de trabajo, vacaciones pagadas, seguro de invalidez, de vejez, etc.; la segunda opinión era que con las salamandras surgía una competencia peligrosa para las fuerzas trabajadoras humanas y que el trabajo de dichas salamandras debía prohibirse como algo antisocial. Contra esta opinión se pronunciaban no sólo los representantes de los patronos, sino también los delegados de la clase obrera, señalando que las salamandras no eran solamente una fuerza de trabajo, sino también grandes y cada vez más importantes clientes. Como lo demostraron con cifras, en los últimos tiempos había aumentado hasta un nivel nunca alcanzado el empleo de obreros en las industrias de herramientas de metal (utensilios de trabajo, máquinas e ídolos para salamandras), armamento y productos químicos (explosivos submarinos), producción de papel (libros de enseñanza para las salamandras), cemento, madera, productos alimenticios artificiales (Salamander-food), y en muchas otras ramas industriales. El tonelaje total de los barcos había aumentado, en comparación con la época pre-salamándrica, en un 27%, la producción de carbón en un 18.6%. Al aumentar el número de obreros empleados y el bienestar de la gente, se elevó también indirectamente la producción de otras ramas industriales. Más tarde, en los últimos tiempos, las salamandras incluso encargaban diferentes accesorios para máquinas de su propia construcción. Pagaban por dichos accesorios aumentando el rendimiento de su trabajo. Ya entonces, una quinta parte de toda la producción mundial de la industria pesada y mecánica ligera dependía de los pedidos de las salamandras. «Acabad con las salamandras y tendréis que cerrar inmediatamente una quinta parte de las fábricas. En lugar de la prosperidad de hoy, tendréis millones de desempleados.» La Oficina Internacional del Trabajo no podía, desde luego, pasar por alto estas objeciones. Finalmente, y después de muchas negociaciones, se consiguió, al menos, la solución siguiente:

вернуться

18

Algunos tomaron la igualdad de derechos de las salamandras tan al pie de la letra, que pidieron que se les dejase desempeñar cualquier clase de cargo público en el agua y en la tierra (J. Courtaud), o que se formasen con ellas ejércitos submarinos completamente armados, con un general especial de las profundidades (general m.s. Desfoeurs); otros pedían que fuesen permitidos los matrimonios mixtos entre salamandras y humanos (abogado Louis Pierrot). Los eruditos en Ciencias Naturales se oponían a dichos matrimonios diciendo que eran, por cuestiones anatómicas, imposibles, pero maitre Pierrot declaró que no se trataba de posibilidades de la Naturaleza, sino de un principio legal, y que él mismo estaba dispuesto a tomar por esposa a una salamandra hembra, para demostrar que la citada reforma del derecho matrimonial no iba a quedar, solamente, en el papel. (Maitre Pierrot se convirtió en un abogado muy solicitado en cuestiones relativas al divorcio).

вернуться

19

Véase la encíclica del Santo Padre, Mirabilia Dei opera.

вернуться

20

Sobre este tema se publicó tanta literatura que sólo su bibliografía ocuparía dos grandes tomos.

вернуться

21

Véase un folleto altamente pornográfico encontrado entre los papeles del señor Povondra que, por lo que se dice, fue impreso en Bxxx, según el informe policial. Los hechos referidos en este «impreso particular publicado con fines científicos», no pueden ser citados en un libro decente. Publicamos solamente algunos detalles:

вернуться

22

También el documento católico, al que nos referimos con anterioridad, definía a las salamandras como Dei creatura de gente Molche (la nación de las salamandras, criaturas de Dios).

вернуться

23

La proclama, conservada entre los papeles del señor Povondra, decía así:

¡CAMARADAS SALAMANDRAS!

El sistema capitalista ha encontrado sus últimas víctimas. Cuando ya su tiranía empezaba a desmoronarse definitivamente ante la fuerza revolucionaria del proletariado con conciencia de clase, el podrido capitalismo os encadenó a vosotras para su servicio, obreras del mar, os esclavizó moralmente con su civilización burguesa, os sometió con sus leyes de clase, os privó de toda noción de libertad e hizo todo lo necesario para poderos explotar brutal e impunemente.

(14 líneas censuradas)

¡Trabajadores salamandras! Se aproxima el momento en que empezaréis a daros cuenta de todo el peso de la esclavitud en que vivís.

(7 líneas censuradas)

y exigir vuestros derechos como clase y como nación. ¡Ca-maradas salamandras! El proletariado revolucionario del mundo entero os tiende la mano

(11 líneas censuradas)

por todos los medios. ¡Fundad consejos de fábrica, elegid vuestros delegados, estableced un fondo para huelgas!

Contad con que la clase obrera consciente no os abandonará en vuestra justa lucha y, mano a mano con vosotras, emprenderá la lucha final.

(9 líneas censuradas)

¡Salamandras oprimidas y revolucionarias de todo el mundo, unios! ¡Comienza ya la lucha decisiva!

вернуться

24

En la colección del señor Povondra hemos encontrado algunos de estos manifiestos; los demás seguramente fueron quemados por la señora Povondra. Del material conservado publicaremos, por lo menos, algunos títulos:

~ 39 ~