Mai-Brit puso el intermitente al acercarse a un desvío.
– Gasolina -dijo.
Después de repostar entraron en la tienda y compraron refrescos y bocadillos. La mujer mayor del mostrador, que llevaba un antiguo y decente vestido negro que cubría pulcramente su cuerpo desde las muñecas y los tobillos hasta el cuello, les sonrió ampliamente, sin preocuparse de que le faltara un diente. Mai-Brit pagó y preguntó por el baño. La mujer inclinó la cabeza, llamó a su hijo y condujo a Mai-Brit con un gesto de la mano regordeta al exterior, donde le indicó una puerta en la parte trasera del edificio.
– Id -dijo sonriente, abrió la puerta de una estancia sin ventanas y apretó el interruptor de la luz. El retrete era un agujero en el suelo. «Pero aquí huele a jabón», pensó Mai-Brit, y pasó un dedo por el lavabo limpio.
– Si necesitas una pausa, yo puedo conducir -dijo Simon LaTour cuando se disponían a meterse en el coche de nuevo.
– Estoy bien -dijo Mai-Brit y sonrió. Tenía su propia teoría según la cual tenía lugar un repentino aumento de los niveles de testosterona, innato y automático, en cuanto un hombre se sentaba al volante de un coche. Simplemente se sentía más segura y cómoda cuando ella u otra mujer ocupaba el asiento del conductor.
De vuelta en la autopista comieron un poco hasta que Mai-Brit dijo:
– ¿Cómo se llama este tipo de hermandades u órdenes? ¿Son católicas?
Simon se rió y masticó un par de veces antes de contestar: -No, eso es casi lo único que no son, porque muchas de las hermandades surgieron originalmente como una especie de protesta contra la Iglesia católica. Aunque existen algunas organizaciones católicas, como por ejemplo los Caballeros de Colón.
Mai-Brit miró de reojo al francés para ver cómo evitaba que se le manchara la barba de mayonesa. No lo evitaba. Mai-Brit se concentró en la carretera. En realidad, nunca le habían gustado las barbas, ni tampoco la mayonesa.
LaTour siguió masticando, hasta que de pronto dijo: -Todo depende de cómo se defina «orden» y «hermandad» y por eso es fácil encontrar miembros católicos en la mayoría de organizaciones de este tipo. Ya no son tan puntillosos, por decirlo de alguna manera. Deja que te enumere algunas de las hermandades, para que puedas hacerte una idea de su diversidad. Como ya te he dicho antes, está la Fellowship Foundation cristiana, que es una organización joven, con apenas cien años de existencia. Sus ideas fundamentales resultan bastante conservadoras y protestantes. En cambio, la orden de los Caballeros Templarios es muy antigua y tiene unos rituales gnósticos y utiliza unos símbolos ocultos que se remontan a los siglos XIII y XIV. Existen una infinidad de ramificaciones y variedades de esta orden con nombres que se parecen entre sí hasta la confusión. Por ejemplo, los Caballeros de la Orden del Temple, con sede en Toulouse, que fue la primera que conocí. En sus orígenes fue una orden de carácter local, pero tengo la impresión de que ahora está extendida por la mayor parte de Francia. Otras del mismo tipo serían los Caballeros Malteses, la Orden Maltesa, el Alba Dorada, y como sea que se llamen todas ellas. La orden Rosacruz es otra, uno de los grandes misterios del Renacimiento. Es una orden basada en la filosofía hermética, es decir, en un pensamiento alquímico, por así decirlo.
Media rodaja de tomate había aterrizado en el pecho de la camisa de Simon, y Mai-Brit consideró si debía decírselo o fingir que no se había dado cuenta. Eran este tipo de elecciones existenciales las que hacían que las relaciones sociales fueran tan estimulantes, pensó con una sonrisa disimulada dirigida al retrovisor. Un BMW oscuro, que llevaba una hora pegado a ellos, había desaparecido.
– Parece haberse disuelto y desaparecido -dijo LaTour, y Mai-Brit tardó un rato en descubrir que no estaba hablando del BMW sino de la orden Rosacruz-. Sin embargo, parece haber dado lugar a una serie de sociedades anónimas de nueva creación, como se diría en el mundo empresarial. También puedo mencionar algunas órdenes más ocultas, como son el Templo Hermético o, por ejemplo, la Hermandad de Isis. Supongo que ambas son consideradas relativamente inofensivas pese a su fanatismo. Por otro lado, siempre hay que andarse con cuidado con los fanáticos. Los hay que no escatiman medios para alcanzar los objetivos que se proponen. Permíteme que incluya la Iglesia de Satanás, que posee su sede en California, pero que posee varias organizaciones hermanas en Europa. Otra organización americana extremista es el Ku Klux Klan. Es discutible si se trata de una hermandad en línea con los Caballeros del Temple, como ya he dicho antes, todo depende de las definiciones, pero en todo caso comparten el tipo de organización y de rituales secretos, y podría decirse que están en la misma línea que, podría decirse, la mafia.
– Europa -dijo Mai-Brit-. Es más interesante Europa. ¿Hay alguna grande en Europa?
Mai-Brit le lanzó una mirada que pretendía ser hiriente, pues quería mostrarle que no acababa de tomárselo a él y a su fobia por las órdenes en serio, pero a la vez notó que cierta ansiedad se instalaba en su cuerpo. Consideró si sería de mala educación poner algo de música, baja, sólo para que hubiera un fondo tranquilo. Tenía la grabación de Herbert von Karajan y de la London Philharmonic de la sexta de Beethoven en el bolso. Era su «píldora de la felicidad», la que utilizaba cuando el desasosiego y el nerviosismo se instalaban en ella, o sencillamente cuando necesitaba un poco de buen humor. La tonalidad y el ritmo de aquella versión eran inigualables y, además, tocaba unas cuerdas en su interior y desataba unos sentimientos en ella que la hacían sentir enormemente viva y alegre. A propósito del Ku Klux Klan: podían decirse muchas cosas del director de orquesta Herbert von Karajan (algo que también había leído que hacían muchos), pero que fue uno de los directores más geniales del mundo hasta su muerte no se lo podía quitar nadie, por antipático que pudiera resultar su comportamiento. Era extraño, por cierto, que los genios a menudo resultasen ser bastante detestables. ¿Acaso la imagen que tenían de sí mismos se había distorsionado por su inteligencia o por la admiración desmedida que a menudo les rendía el mundo, hasta tal punto que sólo eran capaces de ver su propia magnificencia y a sí mismos como superhombres? Afortunadamente, Even no sufría de esta clase de abominaciones; comparado con tipos como Newton o Karajan, estaba todavía en párvulos.
Mai-Brit sonrió para sus adentros y lanzó una mirada rápida al pasajero. La imagen que tenía de él resultaba tan anquilosada que él mismo parecía haberse olvidado de su existencia por completo. No era del tipo introspectivo y autocrítico y, sin embargo, tenía un aire vulnerable.
No, seguramente se tomaría mal el acompañamiento musical de su relato.
LaTour se rascó la barba desaliñada, se manchó los dedos de mayonesa y luego se los lamió.
– ¿En Europa, dices? Bueno, tenemos una orden, una orden cristiana, de la que sólo he tenido conocimiento recientemente. O mejor dicho, sabía que existía hace trescientos años, pero creía que se había disuelto hace tiempo. Apenas hace un año descubrí que está vivita y coleando. Se trata de una sociedad extremadamente secreta, fundada probablemente a la estela de la devastación de la orden Rosacruz, en el siglo XVII. Para mi sorpresa, parece ser que es una de las más importantes de Europa, a la vez que es prácticamente desconocida para quien no sea miembro de ella. La hermandad invisible surgió en Londres, pero…
– ¡La hermandad invisible! -le interrumpió Mai-Brit en voz alta. El autobús que iba detrás de ellos insistió en adelantarlos, les hizo luces e hizo sonar irritado el claxon pero finalmente ella consiguió enderezar el coche.