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– Pero Lukyanov trabajaba para el señor Revnik -dijo Falcón.

– Tal vez no es usted consciente de la magnitud de las discrepancias entre el señor Revnik y Vasili Lukyanov -dijo la voz-. Dar a un hombre una paliza cuando es incapaz de devolver una deuda es permisible, pero se pasó de la raya al violar y secuestrar a la hija de un hombre. Fue muy costoso para el señor Revnik apartar a Lukyanov y a su amigo de esa situación. El señor Revnik está todavía más furioso ahora que ha vuelto de Moscú y se ha encontrado con que han desaparecido ocho millones de euros y otros bienes. Puede que usted no lo sepa, inspector jefe, pero nadie roba a un vor-v-zakone. Eso merece un único castigo, que en este caso ha sido ejecutado por el Poder Supremo.

– Todo eso está muy bien -dijo Consuelo, que sentía que había quedado relegada de la conversación-, pero si ustedes no tienen a mi hijo, entonces no veo claro qué es lo que proponen.

– Tenemos una propuesta -dijo la voz firmemente-. La parte más importante de esta propuesta desde nuestro punto de vista es que usted no entre en negociaciones con Yuri Donstov. Probablemente le ofrezca la devolución del niño si el inspector jefe echa mano del dinero y unos discos que fueron robados por Lukyanov.

– El dinero es imposible. Ya está en el banco -dijo Falcón-. Sabemos lo que contienen los discos.

– Se conformarán con los discos. Contienen materiales de importante poder negociador. La extorsión es un negocio fundamental -dijo la voz.

Aquí hubo una omisión que Falcón no pasó por alto: los discos eran mucho más que un mero instrumento de negociación empresarial.

– Como sabe -dijo Consuelo-, yo soy empresaria. Normalmente en mi trabajo negocio con alguien que tiene algo que yo quiero. Puedo utilizar un agente si aporta un conocimiento valioso, pero en la situación en que nos encontramos, usted está intentando ser el agente cuando ya estoy en contacto directo con la persona que tiene lo que yo quiero.

– No creo que me haya escuchado muy atentamente, señora Jiménez. No sólo he explicado la clase de persona que es Yuri Donstov, un hombre sin código de honor y sin normas, que ha dado la espalda a la misma gente que lo hizo vor-v-zakone; también le he dicho que está dirigiendo una operación que muy pronto dejará de existir. Dudo que usted tenga costumbre de hacer negocios con gente que está en bancarrota -dijo la voz-. La otra ventaja para usted, señora Jiménez, es que no tiene que hacer nada. Le devolveremos pronto a su hijo. Sólo tiene que sentarse y esperar.

– Pero aun así tengo que llamar a Yuri Donstov. Ya me ha enviado un correo electrónico para decirme que su paciencia no es infinita. Como si la mía lo fuera.

– Dígale que hay complicaciones. Primero, que no pueden conseguir el dinero porque está en el banco, y segundo, que se ha puesto en contacto con ustedes otro grupo que dice que son ellos los que tienen a su hijo. Usted no sabe a quién creer, de modo que tiene que darle pruebas inequívocas de que su hijo está bien, antes de que usted dé ningún paso. Estoy seguro de que usted, con su experiencia, es experta en ganar tiempo en una negociación.

– ¿Pero cómo me van a devolver ustedes a mi hijo? Todos ustedes son hombres violentos. Si van a resolver esto con violencia, matándose unos a otros, no quiero que mi hijo esté en medio de una guerra.

– Créame, señora Jiménez, ésta no es una acción unilateral. La presión puede aplicarse en numerosos sentidos.

– Eso suena como si fuera un proceso lento -dijo Consuelo- No tengo tiempo. Mi hijo está en manos de un monstruo. No voy a esperar mientras usted aplasta poco a poco a ese… ese forúnculo infectado de su organización.

– No espere que sea más explícito, señora Jiménez -dijo la voz-. El inspector jefe tiene un interés personal en toda la actividad criminal, aunque sea por el bien general.

– Ya no sé qué pensar.

– Ahora vamos a colgar -dijo Falcón-. Necesitamos tiempo para tomar una decisión.

– Prométame una cosa, inspector jefe -dijo la voz-, que va a posponer, de un modo u otro, sus negociaciones con el señor Donstov. Si no está seguro de sus capacidades en ese asunto, vuelva a ponerse en contacto con nosotros para que tengamos la oportunidad de convencerle.

– Una última cosa -dijo Consuelo-. ¿Qué quieren sacar ustedes de todo esto?

– Una pequeña recompensa -dijo la voz, y colgó.

Falcón se apoyó en el respaldo de la silla. Consuelo tenía la mirada fija en la mesa.

– Lo has hecho muy bien -dijo Falcón.

– Ya no sé qué pensar -dijo Consuelo, repitiéndose, intentando racionalizar un gigante obstáculo emocional.

– Piensa en las dos partes con las que has hablado -dijo Falcón-. ¿Qué te parecen?

– Al menos esta gente no me ha amenazado ni ha amenazado con hacer daño a Darío, pero aun así, ellos no lo tienen. A lo mejor serían más desagradables si lo tuvieran -dijo Consuelo.

– ¿Qué pensaste cuando te pidió que esperases y empezó a decir que necesitaba permisos de una autoridad superior?

– Estaban planteándose un cambio de enfoque -dijo Consuelo-. Inicialmente iban a jugar a un juego con nosotros: fingir que tenían a Darío, pero, cuando les pedí la sencilla prueba, se dieron cuenta de la inviabilidad de su táctica. Están siendo convincentemente razonables porque son débiles. Nosotros tenemos acceso, o mejor dicho tú, a lo que quieren, pero no pueden darnos lo que queremos. Así que nos hacen creer que estamos tratando con un monstruo y nos ofrecen intervenir y ser fuertes en nuestro nombre. Para mí el único problema es…

– Lo que ellos prevén hacer.

– Por lo que parece, van a matar a Yuri Donstov. Él se está metiendo en su territorio, infringiendo todos los códigos de conducta, y utilizarán armas y, no sé, granadas propulsadas por cohete para expulsarlo.

– Estoy empezando a pensar que Lukyanov era muy importante para la organización de Donstov -dijo Falcón-. La voz nos dijo que la operación de Donstov pronto «dejará de existir», lo que probablemente significa que las líneas de suministro de heroína de Donstov se van a interrumpir, o ya se han interrumpido.

– Eso es así si damos crédito a todo lo que nos ha dicho la voz -dijo Consuelo.

– Lukyanov, con los ocho millones de euros, iba a aportar liquidez al juego y su experiencia en prostitución. Y, dado que hablamos de chicas más que de heroína, el suministro puede venir de cualquier lugar.

– Luego están los discos que debía entregar Lukyanov -dijo Consuelo-. Pero no sabes qué prevén hacer.

– Uno de los tíos que aparecen en los discos es un ingeniero de caminos que dirige la rama de construcción de Horizonte -dijo Falcón-. También sé que uno de esos grupos rusos tiene las zarpas metidas en la Alcaldía y que se va a celebrar muy pronto una reunión crucial en Sevilla, probablemente entre el consorcio l4lT/Horizonte, el alcalde y otros sectores relevantes.

– ¿Y el tiempo va a ser un factor importante para ellos?

– La reunión se va a celebrar en las próximas veinticuatro horas.

– ¿Empresarios confraternizando con prostitutas? ¿Y eso te parece tan terrible en los tiempos que corren? -preguntó Consuelo, encogiéndose de hombros-. Raúl se iba de putas. Algunas de las personas con las que hago negocios, sobre todo en el sector inmobiliario y la construcción, consumen cocaína, van a orgías. Ya no estamos envueltos en el catolicismo.

– Pero I4IT es una corporación americana, propiedad de dos adictos rehabilitados que son cristianos conversos. Te dejan entrar como pecadora, pero tienes que reformarte. No tolerarían la clase de conducta que dices en ningún ejecutivo de sus compañías. Esos tipos perderían un empleo que les reporta más de un millón de euros anuales, lo que los sitúa en una posición donde ganan el doble que en la economía sumergida.