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¿Qué es la felicidad, pues? ¿Es ésta una de sus horas, o es algo semejante? ¿Algo así, impalpable, un suspiro apenas, un matiz desvanecido? No estoy seguro, de modo que déjeseme el beneficio de la duda. ¿Tienes Tú, diáfano, remedio para casos como el mío? (Ah, el temblor físico y el espíritu turbado que hubo en mí estos últimos tres anos.) ¿Y lo viertes invisible por el aire sobre mí, sutilmente, místicamente?

III. LOS TREINTA Y TRES MOMENTOS FELICES DE CHIN

Estamos mejor preparados ahora para examinar y apreciar los momentos felices de un chino, según él los describe. Chin Shengt'an, el gran crítico impresionista del siglo XVIII, nos ha dado, entre sus comentarios sobre la obra teatral Cámara occidental, una enumeración de los momentos felices, que cierta vez contó con su amigo, cuando estuvieron encerrados diez días en un templo a causa de las lluvias. Estos, pues, son los que él considera momentos verdaderamente felices de la vida humana, momentos en que el espíritu está inseparablemente atado a los sentidos:

I ( [18]): Es un día caluroso de junio, cuando el sol pende quieto del cielo y no hay un hálito de viento o de aire, ni una traza de nubes; el patio y el jardín son como hornos, y ni un pájaro osa volar. El sudor corre por todo mi cuerpo en arroyitos. Ante mí está la comida del mediodía, pero no la puedo tomar, por el calor. Pido una estera para estirarla en el suelo y tenderme, pero la estera está empapada de humedad y las moscas vuelan como en un enjambre y se me posan en la nariz, y no quieren irse. En este momento, cuando me siento tan completamente desventurado, hay un trueno repentino, y grandes masas de nubes negras tapan el cielo y se acercan majestuosamente como un gran ejército que avanza a la batalla. Comienza a caer el agua de la lluvia como cataratas de los aleros. Cesa el sudor. Desaparece la pegajosidad del suelo. Todas las moscas se marchan para esconderse, y puedo comer mi arroz. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Un amigo, a quien no he visto durante diez anos, llega de pronto, a la puesta del sol. Abro la puerta para recibirle y, sin preguntarle si vino por agua o por tierra, y sin pedirle que se siente en la cama o en la yacija, voy a la cámara interior, y pregunto humildemente a mi esposa: "¿Tienes un galón de vino como la esposa de Su Tungp'o?" Mi esposa se quita alegremente del pelo su horquilla de oro para venderla. Calculo que nos durará tres días. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy solo, sentado en un cuarto vacío, y me va enfureciendo una laucha que siento en la cabecera de la cama, y me pregunto qué significa ese ruidito; qué prenda mía está mordiendo, o qué volumen de mis libros está comiendo. Mientras me encuentro en este estado de ánimo, y no sé qué hacer, veo de pronto a un gato de feroz aspecto, que agita la cola y mira con los ojos muy abiertos, como si buscara algo. Contengo el aliento y espero un instante, completamente quieto, y dfe pronto, con apenas un ruido, la laucha desaparece como una ráfaga de viento. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: He quitado el hait'ang y el chihching ( [19]) que había frente a mi estudio y acabo de plantar diez o veinte verdes bananeros. jAh! ¿No es • esto felicidad?

I: Estoy bebiendo con algunos amigos románticos, en una noche de primavera y me siento a medias embriagado; me es difícil cesar de beber, e igualmente difícil seguir bebiendo. Un sirviente comprensivo, a mi lado trae de pronto una caja de grandes cohetes, alrededor de una docena, y me levanto de la mesa y voy a encenderlos. El olor del azufre me entra por la nariz y mt llega al cerebro, y siento todo el cuerpo confortado. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Escuchar a nuestros hijos que recitan los clásicos tan de corrido, como el sonido del agua que se vierte de una jarra. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Por no tener nada que hacer, después de una comida voy a las tiendas y me encapricho por una cosita. Después de regatear un rato, discutimos todavía por una pequeña diferencia, pero el mozo de la tienda se niega a vender. Entonces saco una cosita de la manga, que vale casi lo mismo que la diferencia, y la arrojo al mozo. El mozo sonríe de pronto, y se inclina cortésmente, diciendo: "¡Oh, es usted muy generoso!" ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Nada tengo que hacer después de una comida y trato de revisar las cosas guardadas en viejos arcenes. Veo que hay docenas o centenares de pagarés de gente que debe dinero a mi familia. Algunos han muerto y otros viven todavía, pero de todos modos no hay esperanza de que devuelvan el dinero. Sin que me vean, hago una pila con los papeles, y enciendo con ellos una hoguera, y miro al cielo y veo desaparecer la última huella del humo. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Es un día de verano. Salgo descalzo y con la cabeza descubierta, con un quitasol, para ver a los jóvenes que entonan canciones del pueblo de Soochow mientras trabajan en la rueda de agua del molino. El agua salta sobre la rueda en un tumultuoso torrente, como plata derretida o como nieve fundida en las montañas. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Me despierto de mañana y me parece oír que alguien suspira y dice que anoche murió alguien. Pregunto inmediatamente quién, y me entero de que es el tipo más astuto, más calculador de la aldea. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Despierto temprano en una mañana de estío, y veo que están aserrando un largo tronco de bambú para emplearlo como caño de agua, bajo un cobertizo de esteras. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Camino por la calle y veo a dos pobres tunantes que discuten acaloradamente, con las caras encendidas y llenos los ojos de furor, como si fueran enemigos mortales, aunque pretenden ser ceremoniosos, pues alzan los brazos y doblan las cinturas para saludarse, y emplean el lenguaje más culto; se tratan de tú y de ti. y dicen por lo tanto, y ¿no es así/ El palabrerío es interminable. De pronto aparece un hombre grande y morrudo, que agita los brazos y se- acerca a ellos y con un grito les ordena que se marchen. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Ha estado lloviendo un mes entero, y estoy tendido en cama, por la mañana, como un ebrio o un enfermo, y me niego a levantarme. De pronto escucho un coro de pájaros que anuncian un día claro. Corro rápidamente la cortina, abro la ventana y veo el sol hermoso que brilla y resplandece, y el bosque invita a darse un baño. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: De noche me parece escuchar que alguien piensa en mí a la distancia. Al día siguiente voy a visitarle. Entro por su puerta y miro en torno a su cuarto, y le veo sentado ante su escritorio, cara al sur, leyendo un documento. Me ve, asiente suavemente y me toma por la manga para hacerme sentar, diciendo: "Ya que estás aquí, ven a mirar esto." Y reímos y gozamos hasta que han desaparecido las sombras de las paredes. Siente hambre, y me pregunta lentamente: "¿También tú tienes hambre?" ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Sin tener serias intenciones de construirme una casa, empecé a construir, sin embargo, porque inesperadamente me llegó una pequeña suma de dinero. Desde ese día, todas las mañanas y todas las noches se me decía que necesitaba comprar madera y piedras y tejas y ladrillos y argamasa y clavos. Y he explorado y agotado todos los medios de conseguir dinero, todo a causa de esta casa, pero sin poder vivir en ella todo este tiempo, hasta que me resigné a tal estado de cosas. Un dia, por fin, está terminada la casa, han blanqueado las paredes y barrido los pisos; se han pegado las ventanas de papel y colgado pinturas de las paredes. Todos los trabajadores se han marchado, todos mis amigos han llegado y están sentados en sitios diferentes, en orden. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy bebiendo, una noche de invierno, y de pronto noto que la noche se ha puesto sumamente fría. Abro la ventana y veo caer los copos de nieve del tamaño de una mano, y ya hay tres o cuatro pulgadas ¿e nieve en la tierra. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

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[18] Cuando un chino redacta una serie de diecisiete o dieciocho reglas, es su costumbre (modismo de nuestro idioma) escribirlas como "Artículos I. I, I, I, I, I", etc.

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[19] Hait'ang es de la familia del peral, con frutos como las manzanas silvestres, y el chihching florece en primavera, con pequeñas flores violetas que salen directamente del tronco y las ramas.