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– Quede Haynes dormido -dijo Morel-. Pesa mucho, y si van a buscarlo nunca llegará el momento de empezar.

* * *

Morel extendió los brazos y dijo con voz entrecortada:

– Debo hacerles una declaración.

Sonrió nerviosamente:

– No es grave. Para no cometer inexactitudes, he decidido leer. Por favor, escuchen:

(Empezó a leer las páginas amarillas que inserto en la carpeta. Hoy a la mañana, cuando me escapé del museo, estaban sobre la mesa; las tomé de ahí.)

"Tendrán que disculparme esta escena, primero fastidiosa, después terrible. La olvidaremos. Esto, asociado a la buena semana que hemos vivido, atenuará su importancia.

"Había resuelto no decirles nada. No hubieran pasado por una inquietud muy natural. Yo habría dispuesto de todos, hasta el último instante, sin rebeliones. Pero, como son amigos, tienen derecho a saber."

En silencio movía los ojos, sonreía, temblaba; después siguió con ímpetu:

"Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre. Imagínense un escenario en que se representa completamente nuestra vida en estos siete días. Nosotros representamos. Todos nuestros actos han quedado grabados".

– ¡Qué impudor! -gritó un hombre de bigotes negros y dientes para afuera.

– Espero que sea broma -dijo Dora. Faustine no sonreía. Parecía indignada.

"Podría haberles dicho, al llegar: Viviremos para la eternidad. Tal vez lo hubiéramos arruinado todo, forzándonos para mantener una continua alegría. Pensé: cualquier semana que nosotros pasemos juntos, si no sentimos la obligación de ocupar bien el tiempo, será agradable. ¿No fue así?

"Entonces les he dado una eternidad agradable.

"Por cierto que las obras de los hombres no son perfectas. Aquí faltan algunos amigos. Claude se ha disculpado: trabaja la hipótesis, en forma de novela y de cartilla teológica, de un desacuerdo entre Dios y el individuo; hipótesis que le parece eficaz para hacerlo inmortal y que no quiere interrumpir. Madeleine hace dos años que no va a la montaña; teme por la salud. Leclerc se comprometió con los Davies para ir a Florida."

Agregó:

– El pobre Charlie, es claro…

Por el tono de estas palabras, más señalado en pobre, por la solemnidad muda, con algunos cambios de postura y movimientos de sillas, que hubo en seguida, inferí que ese Charlie era un muerto; con más precisión: un muerto reciente.

Morel dijo después, como queriendo aliviar al auditorio:

– Pero lo tengo. Si alguno quiere verlo, puedo mostrárselo. Fue uno de mis primeros ensayos con buen resultado.

Se detuvo. Me parece que advirtió el nuevo cambio en la sala (en el primero había pasado de un aburrimiento afable a la pesadumbre, con ligera reprobación por el mal gusto de traer un muerto a la mitad de una broma; ahora estaba perpleja, casi horrorizada).

Volvió a los papeles amarillos, con precipitación.

"Mi cerebro ha tenido, desde hace mucho tiempo, dos ocupaciones primordiales: pensar mis inventos y pensar en…" Se restableció, decididamente, la simpatía entre Morel y la sala. "Por ejemplo, corto las páginas de un libro, paseo, cargo mi pipa, y estoy imaginando una vida feliz, con…"

Cada interrupción provocaba una salva de aplausos.

"Cuando completé el invento se me ocurrió, primero como un simple tema para la imaginación, después como un increíble proyecto, dar perpetua realidad a mi fantasía sentimental…

"Creerme superior y la convicción de que es más fácil enamorar a una mujer que fabricar cielos, me aconsejaron obrar espontáneamente. Las esperanzas de enamorarla han quedado lejos; ya no tengo su confiada amistad; ya no tengo el sostén, el ánimo para encarar la vida.

"Convenía seguir una táctica. Trazar planes" (Morel cambió de tono, como queriendo cortar la gravedad que habían traído sus palabras.) En los primeros, o la convencía de venirnos solos (imposible: no la he visto sola desde que le confesé mi pasión) o la raptaba (habríamos estado peleando eternamente). Nótese que, por esta vez, no cabe exageración en la palabra eternamente". Alteró mucho este párrafo. Dijo -me parece- que había pensado raptarla, y ensayó algunas bromas.

"Ahora les explicaré mi invento."

* * *

Hasta aquí un discurso repugnante y desordenado. Morel, mundano hombre de ciencia, cuando deja los sentimientos y entra en su valija de cables viejos, logra mayor precisión; su literatura continúa desagradable, rica en palabras técnicas y buscando en vano cierto impulso oratorio, pero es más clara. Juzgue el lector:

"¿Cuál es la función de la radiotelefonía? Suprimir, en cuanto al oído, una ausencia espaciaclass="underline" valiéndonos de transmisores y receptores podemos reunirnos en una conversación con Madeleine, en este cuarto, y aunque ella esté a más de veinte mil kilómetros, en las afueras de Quebec. La televisión consigue lo mismo, en cuanto a la vista. Alcanzar vibraciones más rápidas, más lentas, será extenderse a los otros sentidos; a todos los otros sentidos.

"El cuadro científico de los medios de contrarrestar ausencias era, hace poco, más o menos así:

"En cuanto a la vista: la televisión, el cinematógrafo, la fotografía;

"En cuanto al oído: la radiotelefonía, el fonógrafo, el teléfono.

"Conclusión:

"La ciencia, hasta hace poco, se había limitado a contrarrestar, para el oído y la vista, ausencias espaciales y temporales. El mérito de la primera parte de mis trabajos consiste en haber interrumpido una desidia que ya tenía el peso de las tradiciones y en haber continua-do, con lógica, por caminos casi paralelos, el razonamiento y las enseñanzas de los sabios que mejoraron el mundo con los inventos que he mencionado.

"Quiero señalar mi gratitud hacia los industriales que, tanto en Francia (Société Clunie), como en Suiza (Schwachter, de Sankt Callen), comprendieron la importancia de mis investigaciones y me abrieron sus discretos laboratorios.

"El trato de mis colegas no tolera el mismo sentimiento. "Cuando fui hasta Holanda, para conversar con el insigne electricista Juan Van Heuse, inventor de una máquina rudimentaria que permitiría saber si una persona miente, encontré muchas palabras de aliento, y, debo decirlo, una baja desconfianza.

"Desde entonces trabajé solo.

"Me puse a buscar ondas y vibraciones inalcanzadas, a idear instrumentos para captarlas y transmitirlas. Obtuve, con relativa facilidad, las sensaciones olfativas; las térmicas y las táctiles propiamente dichas requirieron toda mi perseverancia.

"Hubo, además, que perfeccionar los medios existentes. Los mejores resultados honraban a los fabricantes de discos de fonógrafo. Desde hace mucho era posible afirmar que ya no temíamos la muerte, en cuanto a la voz. Las imágenes habían sido archivadas muy deficientemente por la fotografía y por el cinematógrafo. Dirigí esta parte de mi labor hacia la retención de las imágenes que se forman en los espejos.

"Una persona o un animal o una cosa, es, ante mis aparatos, como la estación que emite el concierto que ustedes oyen en la radio. Si abren el receptor de ondas olfativas, sentirán el perfume de las diamelas que hay en el pecho de Madeleine, sin verla. Abriendo el sector de ondas táctiles, podrán acariciar su cabellera, suave e invisible, y aprender, como ciegos, a conocer las cosas con las manos. Pero si abren todo el juego de receptores, aparece Madeleine, completa, reproducida, idéntica; no deben olvidar que se trata de imágenes extraídas de los espejos, con los sonidos, la resistencia al tacto, el sabor, los olores, la temperatura, perfectamente sincronizados. Ningún testigo admitirá que son imágenes. Y si ahora aparecen las nuestras, ustedes mismos no me creerán. Les costará menos pensar que he contratado una compañía de actores, de sosías inverosímiles.