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Por lo tanto, hasta que la exploracin no estuviese terminada, poda admitirse que la isla no estaba habitada.

Pero la frecuentaban al menos en ciertas pocas los indgenas de las islas vecinas? Esta pregunta era muy difcil de contestar, pues en un radio de cincuenta millas no se vea tierra alguna. Pero una distancia de cincuenta millas podan franquearla sin dificultad los praos malayos o las piraguas polinesias. Todo dependa, pues, de la

situacin de la isla, de su aislamiento en el Pacfico o de su proximidad a los archipilagos. Podra Ciro Smith, que estaba desprovisto de instrumentos, precisar su posicin en longitud y latitud? Sera muy difcil. En todo caso, era conveniente tomar algunas precauciones contra un desembarco posible de los indgenas vecinos.

La exploracin de la isla estaba concluida, determinada su configuracin, fijado su relieve, calculada su extensin y reconocida su hidrografa y su orografa. La disposicin de los bosques y de las llanuras haba sido anotada de una manera general en el plano levantado por el corresponsal; slo faltaba descender de la montaa y explorar el terreno desde el triple punto de vista de sus recursos minerales, vegetales y animales.

Pero antes de dar a sus compaeros la seal de partida, Ciro Smith les dijo con voz reposada y grave:

-Este es, amigos mos, el estrecho rincn del mundo donde el Todopoderoso nos ha arrojado. Aqu tendremos que vivir quin sabe cunto tiempo; pero tambin puede suceder que nos llegue pronto algn socorro imprevisto o que pase algn barco por casualidad Digo por casualidad, porque esta isla es poco importante, no ofrece ni siquiera un puerto que pueda servir de escala a los buques, y es de temer que se encuentre situada fuera del rumbo que ordinariamente siguen, es decir, demasiado al sur para las naves que frecuentan los archipilagos del Pacfico, y demasiado al norte para las que se dirigen a Australia doblando el cabo de Hornos. No quiero ocultaron cul es nuestra verdadera situacin.

-Y hace usted muy bien, mi querido Ciro -contest el corresponsal-. Habla usted con hombres con quienes puede contar para todo, pues tienen absoluta confianza en usted. No es cierto, amigos mos?

-Le obedecer en todo, seor Ciro -dijo Harbert, estrechando la mano del ingeniero.

-Aqu y en todas partes ser usted mi amo! -exclam Nab.

-En cuanto a m -dijo el marinero-, que pierda mi nombre si no ayudo en todo lo que sea necesario, y si usted quiere, convertiremos esta isla en una pequea Amrica. Levantaremos edificios, construiremos ferrocarriles, instalaremos el telgrafo, y cuando est enteramente transformada, embellecida y civilizada, la ofreceremos al gobierno de la Unin. Slo pido una cosa.

-Cul? -pregunt el corresponsal.

-Que no nos consideremos nufragos, sino colonos que hemos venido aqu a colonizar. Ciro Smith se sonri y la proposicin del marino fue aceptada. Despus dio las gracias a sus compaeros y aadi que contaban con su valor y con la ayuda del cielo.

-Pues bien, en camino hacia las Chimeneas! -grit Pencroff.

-Un momento, amigos mos -repuso el ingeniero-. Creo conveniente dar nombres a esta isla, a los cabos y a los promontorios y a las corrientes de agua que tenemos a la vista.

-Muy bien! -exclam el corresponsal-. Esto simplificar en lo sucesivo las instrucciones que tenga usted que damos.

-En efecto -aadi el marino-, ya es algo poder decir adnde se va y de dnde se viene. A lo mejor se sabe que est uno en alguna parte. -Las Chimeneas, por ejemplo -propuso Harbert.

-Justo -repuso Pencroff-. Ese nombre es muy adecuado y ya se me haba ocurrido.

Daremos a nuestro campamento el nombre de Chimeneas, seor Ciro? -S, Pencroff, puesto que lo han bautizado ustedes as.

-Bueno, en cuanto al resto, no ser difcil darles nombres -continu el marino, que estaba en vena-. Empleemos los mismos que Robinson, cuya historia me s de memoria:

la "Baha de la Providencia", la "Punta de los Cachalotes", el "Cabo de la Esperanza

fallida"

-O bien los nombres de Smith, Spilett, Nab -dijo Harbert. -No, no! -interrumpi Nab, dejando ver sus dientes de brillante blancura. -Por qu no? -replic Pencroff-. El "puerto Nab" suena muy bien. Y el "cabo

Geden"?

-Yo preferira nombres tomados de nuestro pas -dijo el corresponsal-y que nos recordasen nuestra Amrica.

-S -repuso Smith-, para los principales, las bahas o los mares, me adhiero a esa proposicin. As, por ejemplo, a la baha del este podramos llamarla "baha de la Unin"; a esta ancha escotadura del sur, "baha de Washington"; al monte en que nos hallamos en este momento, "monte Franklin"; al lago que se extiende ante nuestra vista, "lago Grant"; me parece esto lo mejor, amigos mos. Estos nombres nos recordaran nuestra patria y los ciudadanos que ms la han honrado; mas para los ros, golfos, cabos y promontorios que vemos desde lo alto de esta montaa, debemos buscar nombres que se avengan con su configuracin particular, pues se nos grabarn ms fcilmente en la memoria y sern al mismo tiempo ms prcticos. La forma de la isla es demasiado extraa y nos podemos imaginar nombres que den una idea aproximada de su figura. En cuanto a las corrientes de agua que an no conocemos, a las diversas partes de bosques que ms adelante exploraremos y a las ensenadas que vayamos descubriendo, les pondremos nombres a medida que se vayan presentando. Qu les parece a ustedes, amigos mos?

La proposicin del ingeniero fue aprobada por unanimidad. La isla se presentaba a su vista como un mapa desplegado y no haba ms que poner un nombre a todos los ngulos entrantes y salientes y a todos los relieves. Spilett los anotara a su tiempo y en lugar correspondiente y la nomenclatura geogrfica de la isla sera definitivamente adoptada.

Desde luego se dieron los nombres de "baha de la Unin" y "baha de Washington" y monte Franklin" a los puntos designados por el ingeniero.

-Ahora -dijo el corresponsal-, propongo que a esa pennsula que se proyecta al sudoeste de la isla se la denomine "pennsula Serpentina", y "promontorio del Reptil" a la cola encorvada que la termina, porque es verdaderamente una cola de reptil.

-Aprobado -dijo el ingeniero.

-Ahora -dijo Harbert-, a ese otro extremo de la isla, ese golfo que se parece tan singularmente a una mandbula abierta, le llamaremos el "golfo del Tiburn".

-Bien dicho! -exclam Pencroff-, y completaremos la imagen denominando "cabo de Mandbula" a las dos partes que forman la boca.

-Pero hay dos cabos -observ el corresponsal.

-Es igual! -contest Pencroff-, tendremos el cabo Mandbula al norte y el cabo Mandbula al sur.

-Ya estn inscritos -respondi Geden Spilett. -Falta dar nombre a la punta sudeste de la isla -dijo Pencroff.

-Es decir, al extremo de la baha de la Unin -respondi Harbert.

-Cabo de la Garra -exclam Nab-, que quera tambin, por su parte, ser padrino de algn sitio de sus dominios.

Y, en verdad, Nab haba encontrado una denominacin excelente, porque aquel cabo representaba la poderosa garra del animal fantstico que figuraba aquella isla tan singularmente dibujada.

Pencroff estaba encantado del giro que tomaban las cosas, y las imaginaciones, un poco sobreexcitadas, pronto encontraron las denominaciones siguientes:

Al ro que abasteca de agua potable a los colonos, y cerca del cual les haba arrojado el globo, el nombre de "Merced", verdadera accin de gracias a la Providencia.

Al islote sobre el cual los nufragos haban tomado tierra primeramente, el nombre de islote de Salvacin.

A la meseta que coronaba la alta muralla de granito encima de las Chimeneas, y desde donde la mirada deba abrazar toda la vasta baha, el nombre de meseta de Gran Vista.

En fin, a toda aquella masa de impenetrables bosques que cubran casi toda la isla Serpentina, el nombre de bosques del "Far-West".