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Lo primero que fabricaron los colonos fue una vajilla de barro muy a propsito para la coccin de alimentos. La primera materia fue la arcilla del suelo, con la cual Smith mezcl un poco de cal y de cuarzo. En realidad aquella pasta constitua el verdadero barro de pipa, y con ella se hicieron pucheros, tazas, para las cuales sirvieron de molde varios cantos de formas convenientes, grandes jarros, cntaros y cubetes para contener el agua, etc. La forma de estos objetos era defectuosa y fea, pero, despus que se hubieron cocido a una alta temperatura, la cocina de las Chimeneas se hall provista de cierto nmero de utensilios tan preciosos, como si hubiera entrado en su composicin el ms hermoso caoln.

Aqu debemos advertir que Pencroff, deseoso de saber si aquella arcilla as preparada justificaba su nombre de barro de pipa, se fabric algunas pipas bastante burdas, que hall admirables, y a las cuales no faltaba ms que el tabaco. Esta era una gran privacin para Pencroff.

"Pero el tabaco vendr como todas las cosas", repeta para s en sus momentos de confianza absoluta.

Los trabajos que hemos reseado duraron hasta el 15 de abril y no se puede decir que perdieron el tiempo. Los colonos, convertidos en alfareros, no hicieron ms que vajilla de cocina.

Cuando conviniese a Ciro Smith transformarlos en herreros, seran herreros. Pero siendo el da siguiente domingo, y domingo de Pascua, todos convinieron en santificar aquel da con el descanso. Aquellos norteamericanos eran hombres religiosos, fieles observadores de los preceptos de la Biblia, y la situacin en que se encontraban no poda menos de desarrollar sus sentimientos de confianza en el Autor de todas las cosas.

En la noche del 15 de abril volvieron todos a las Chimeneas. El resto de vajilla fue llevado a su sitio y el horno se apag, esperando un nuevo destino. La vuelta fue sealada por un incidente afortunado: el descubrimiento que hizo el ingeniero de una sustancia que poda reemplazar la yesca.

Esta sustancia esponjosa y aterciopelada proviene de ciertos hongos del gnero polporo. Convenientemente preparada es muy inflamable, sobre todo cuando ha sido antes saturada de plvora o cocida en una disolucin de nitrato o clorato de potasa. Pero hasta entonces no se haba encontrado ninguno de aquellos polporos ni de otros hongos que pudieran reemplazarlos.

Aquel da el ingeniero, habiendo reconocido cierta planta del gnero artemisa, que cuenta entre sus principales especies el ajenjo, el toronjil, el estragn, el jengibre, etc., arranc varios tallos y, presentndolos al marinero, le dijo:

-Tome, Pencroff, esto le va a poner contento.

Pencroff mir atentamente la planta revestida de pelos sedosos y largos, cuyas hojas estaban cubiertas de un suave vello parecido al algodn.

-Y qu es esto, seor Ciro? -pregunt-. Bondad del cielo! Es tabaco?

-No -respondi Ciro-, es artemisa china para los sabios y para nosotros ser yesca.

En efecto, aquella artemisa convenientemente desecada, dio una sustancia inflamable, sobre todo cuando el ingeniero la hubo impregnado de aquel nitrato de potasa que la isla tena en abundancia en muchas capas, y que no era ms que el salitre.

Aquella noche todos los colonos, reunidos en la habitacin central, cenaron convenientemente; Nab haba preparado un guisado de agut y jamn de cabiay aromatizado, al cual se unieron tubrculos cocidos del Caladium macrorhizum, especie de planta herbcea de la familia de las arceas, y que bajo la zona tropical habra tenido una forma arborescente. Aquellos rizomas tenan un excelente sabor, eran muy nutritivos y semejantes a la sustancia que se vende en Inglaterra bajo el nombre de sag de Portland, pudiendo en cierto modo reemplazar el pan, del que estaban enteramente privados los colonos de la isla Lincoln.

Terminada la cena, y antes de entregarse al sueo, Ciro Smith y sus compaeros salieron a tomar el aire por la playa. Eran las ocho de la noche, noche que se anunciaba magnfica. La luna, que haba entrado en el plenilunio cinco das antes, no haba aparecido an, pero el horizonte se argenteaba ya con esos matices suaves y plidos que podran llamarse el alba lunar. En el cenit austral las constelaciones circumpolares resplandecan, y entre todas, aquella Cruz del Sur, a la cual el ingeniero, pocos das antes, saludaba desde la cima del monte Franklin.

Ciro Smith observ la esplndida constelacin, que tiene en su cima y en su base dos estrellas de primera magnitud, en el brazo izquierdo una estrella de segunda, y en el derecho una de tercera.

Despus de haber reflexionado, pregunt a Harbert: -No estamos a 15 de abril?

-S, seor -contest el joven.

-Pues bien, si no me equivoco, maana ser uno de los cuatro das del ao en los cuales el tiempo verdadero se confunde con el tiempo medio, es decir, maana, con corta diferencia de segundos, el sol pasar por el meridiano precisamente cuando los relojes sealen las doce. Si el tiempo es bueno, creo que podr obtener la longitud de la isla con una aproximacin de pocos grados.

-Sin instrumentos ni sextante? -pregunt Geden Spilett.

-S -continu el ingeniero-. Ya que la noche es tan clara, voy a ver ahora mismo si puedo obtener su latitud calculando la altura de la Cruz del Sur, es decir, del polo austral, por encima del horizonte. Ya comprendern ustedes, amigos mos, que antes de emprender los trabajos de una instalacin en regla, no basta haber averiguado que esta tierra es una isla, sino que es necesario hacer lo posible por averiguar a qu distancia est situada, tanto del continente americano, como del australiano, como de los principales archipilagos del Pacfico.

-En efecto -dijo el corresponsal-, en vez de construir una casa, puede ser preferible construir un buque, si por ventura no estuvisemos ms que a un centenar de millas de alguna costa habitada.

-Por eso mismo -repuso Ciro Smith-voy a tratar de obtener esta noche la latitud de la isla Lincoln, y maana al medioda procurar averiguar la longitud.

Si el ingeniero hubiera podido disponer de un sextante, aparato que permite medir con exactitud la distancia angular de los objetos por reflexin, la operacin no habra ofrecido dificultad alguna. Aquella noche, por la altura del polo, y al da siguiente por el paso del sol por el meridiano, habra tenido las coordenadas de la isla; pero faltando el aparato, era necesario suplirlo de otro modo.

Ciro Smith volvi a las Chimeneas, y all, al resplandor del hogar, cort dos reglas y uni una a otra por uno de sus extremos, de manera que formasen una especie de comps, cuyos extremos pudieran abrirse o cerrarse. El punto de unin estaba fijo por medio de una fuerte espina de acacia que Ciro tom de la lea seca.

Terminado el instrumento, volvi el ingeniero a la playa, y como era preciso tomar la altura del polo por encima de un horizonte netamente marcado, es decir, de un horizonte de mar, y como el cabo de la Garra le ocupaba el horizonte del sur, tuvo que ir en busca de una estacin ms a propsito. La mejor hubiera sido sin duda el litoral expuesto directamente al sur, pero haba que atravesar el ro de la Merced, entonces muy profundo, y sta era una dificultad grave.

Por consiguiente, Ciro Smith resolvi hacer una observacin desde la meseta de la Gran Vista, reservndose tomar su altura sobre el nivel del mar; altura que pensaba calcular al da siguiente por medio de un simple procedimiento de geometra elemental.

Los colonos se trasladaron a la meseta subiendo por la orilla izquierda del ro de la Merced y se colocaron en el lmite que se orientaba al nordeste y sudeste, es decir, en la lnea de rocas caprichosamente cortadas que formaban la orilla del ro.

Aquella parte de la meseta dominaba en unos cincuenta pies las alturas de la orilla derecha, que bajaban por una doble pendiente hasta el extremo del cabo de Garra y hasta la costa meridional de la isla.