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No podemos salir de nuestra irracionalidad fundamental por medio del razonamiento. Lo único que podemos hacer es aprender el arte de ser irracional en forma racional.

En Pala, después de tres generaciones de Reforma, no existen feligresías sumisas ni Buenos Pastores eclesiásticos que las esquilen y las castren; no existen rebaños bovinos o porcinos, ni pastores autorizados, monárquicos o militares, capitalistas o revolucionarios, que las marquen, encierren y maten. Hay sólo asociaciones voluntarias de hombres y mujeres que recorren el camino hacia la plena humanidad.

¿Melodías o guijarros, procesos de cosas sustanciales? «Melodías», responden el budismo y la ciencia moderna. «Guijarros», dicen los filósofos clásicos de Occidente. El budismo y la ciencia piensan en el mundo en términos de música. La imagen que surge a la mente cuando sé lee a los filósofos de Occidente es una figura de un mosaico bizantino, rígida, simétrica, compuesta de millones de cuadraditos de algún material pétreo, firmemente unidas a las paredes de una basílica carente de ventanas.

La gracia de la bailarina y, cincuenta años después, su artritis: ambas cosas son funciones del esqueleto. Gracias a una estructura inflexible de huesos, la joven puede hacer sus piruetas; gracias a los mismos huesos, un tanto enmohecidos, la abuela está condenada a un sillón de ruedas. Del mismo modo, el firme apoyo de la cultura es la condición primordial de toda originalidad y creatividad individuales; y es también su principal enemigo. La cosa con cuya ausencia no podemos convertirnos en seres humanos completos es, con suma frecuencia, lo que nos impide crecer.

Un siglo de investigaciones en torno de la medicina moksha ha demostrado con claridad que personas sumamente comunes son muy capaces de tener experiencias visionarias y aun en todo sentido liberadoras. En este sentido los hombres y mujeres que producen y gozan la cultura elevada no están mejor que los ignorantes. Una elevada experiencia es perfectamente compatible con una baja expresión simbólica. Los símbolos expresivos creados por los artistas palaneses no son mejores que los creados por los artistas de otras partes. Como son el producto de la felicidad y de un sentimiento de plenitud, son quizá menos conmovedores, quizá menos satisfactorios en el plano estético que los símbolos trágicos o compensatorios creados por las víctimas de la frustración o la ignorancia, de la tiranía, la guerra y las supersticiones engendradoras de sentimientos de culpabilidad e incitadoras del delito. La superioridad palanesa no reside en la expresión simbólica, sino en un arte que, si bien más elevado y mucho más valioso que todos los demás, puede ser practicado por todos: el arte de experimentar en forma adecuada, el arte de conocer de modo más íntimo todos los mundos que, como seres humanos, estamos habitando. La cultura palanesa no debe ser juzgada como (por falta de mejores criterios) juzgamos a otras culturas. No tiene que ser juzgada por los logros de unos pocos y talentosos manipuladores de símbolos artísticos o filosóficos. No, es preciso juzgarla por lo que todos los miembros de la comunidad, los comunes tanto como los extraordinarios, pueden experimentar y experimentan en todas las contingencias y en cada intersección sucesiva del tiempo con la eternidad.

Sonó el timbre del teléfono. ¿Debía dejarlo sonar, o seria mejor contestar e informar al que llamaba que el doctor Robert no regresaría? Will se decidió por lo segundo.

— El bungalow del doctor MacPhail — dijo, en una parodia de secretario eficiente —. Pero el doctor ha salido y no volverá.

— Tant m'teux — dijo la rica voz real del otro extremo —. ¿Cómo está usted, mon cher Farnaby?

Sorprendido, Will balbuceó su agradecimiento por la graciosa averiguación de Su Alteza.

— De modo que ayer por la tarde — dijo la rani — lo llevaron a ver una de esas cosas que llaman iniciaciones…

Will se había recobrado de la sorpresa lo suficiente para responder con una palabra neutral y en el tono menos comprometedor posible.

— Fue algo notable — dijo.

— Notable — repitió la rani, deteniéndose con énfasis en los equivalentes verbales de las mayúsculas peyorativas y laudatorias —, pero sólo como la Caricatura Blasfema de la VERDADERA Iniciación. No han aprendido a establecer la distinción elemental entre el Orden Natural y el Sobrenatural.

— Muy cierto — murmuró Will —, muy cierto…

— ¿Cómo dijo? — preguntó la voz del extremo del hilo.

— Muy cierto — repitió Will en voz más alta.

— Me alegro de que esté de acuerdo conmigo. Pero no lo he llamado — continuó la rani — para discutir sobre la diferencia entre lo Natural y lo Sobrenatural… por Supremamente Importante que sea la diferencia. No, lo llamé por un asunto más urgente.

— ¿El petróleo?

— El petróleo — confirmó ella —. Acabo de recibir una comunicación sumamente inquietante de mi Representante Personal en Rendang. Ubicado en Esferas Muy Elevadas — agregó entre paréntesis — e invariablemente Bien Informado.

Will se preguntó cuál de los oleosos y enmedallados invitados al cóctel del ministerio de Relaciones Exteriores había traicionado a sus traicioneros colegas… incluido él mismo, por supuesto.

— En los últimos días — prosiguió la rani —, representantes de no menos de tres Grandes Compañías Petroleras han llegado por avión a Rendang-Lobo. Compañías europeas y norteamericanas. Mi informante me dice que ya están trabajando con las cuatro o cinco Figuras Clave de la administración que en alguna fecha futura podrían influir en lo referente a quién recibirá la concesión de Pala.

Will chasqueó la lengua en señal de desaprobación. Considerables sumas, insinuó ella, habían sido, si no directamente ofrecidas, por lo menos mencionadas y tentadoramente sugeridas.

— Nefario — comentó Will.

Nefario, convino la rani, era la palabra justa. Y por eso Había que Hacer Algo al Respecto, e Inmediatamente. Por Bahu se había enterado de que Will ya había escrito a lord Aldehyde, y de quien sin duda recibiría una respuesta en el término de pocos días. Pero unos pocos días eran demasiado tiempo. El tiempo era esencial… no sólo por lo que tramaban las compañías rivales, sino, además (y la rani bajó la voz misteriosamente) por Otros Motivos. «¡Ahora, ahora! — la exhortaba su Vocecita —. ¡Ahora, sin más de moras!» Era preciso informar a lord Aldehyde, por cable, de lo que estaba sucediendo (el fiel Bahu, agregó entre paréntesis, se había ofrecido a trasmitir el mensaje en código por intermedio de la legación de Rendang en Londres), y junto con la información debía haber un urgente pedido de que diese poderes a su Corresponsal Especial para tomar las medidas — en esa etapa las medidas adecuadas serían de carácter predominantemente financiero — necesarias para asegurar el triunfo de la Causa Común.

— De manera que, con su permiso — concluyó la voz —, le diré a Bahu que envíe el cable en el acto. En nombre de los dos, Mr. Farnaby, en el suyo y el Mío. Tengo la esperanza.. mon cher de que usted esté de acuerdo.

No estaba de acuerdo del todo, pero en apariencia no existía excusa alguna, puesto que ya había escrito la carta a Joe Aldehyde para tratar de ganar tiempo.

— Sí, por supuesto — exclamó entonces, con una exhibición de entusiasmo desmentida por su prolongada pausa de duda, antes de pronunciar las palabras, en busca de una respuesta alternativa —. Es casi seguro que mañana recibiremos alguna respuesta — agregó.

— La recibiremos esta noche — le aseguró la rani.

— ¿Es posible?

— Con dios, con espressione, todas las cosas son posibles.

— Muy cierto — dijo él —, muy cierto. Pero aun así…