Hay otras causas que impiden cumplir con la Voluntad Divina. La más dañina y frecuente es el Ego. A todo el mundo le gusta sentirse importante, valorado, reconocido, galardonado. Para conseguirlo, generalmente hacen uso de los dones que la naturaleza les dio. Los elogios que reciben a su manera de escribir, de cantar, de bailar o de dirigir un país, los hace olvidar la razón por la que les fueron dados tales dones. Si nacieron con ellos, no fue para su lucimiento personal, sino para que los pusieran al servicio de la Voluntad Divina.
El don de organizadora que Azucena tiene es la mejor arma con la que cuenta para realizar su misión, pero, pa- radójicamente, puede llegar a ser su peor enemigo. Está tan atrapada en los elogios que el compadre Julito le hace a su capacidad organizativa y a su inteligencia, ¡se siente tan importante la señorita!, que está utilizando su libre albedrío en la toma de decisiones que la van a conducir a obtener un triunfo. Triunfo que obviamente le acarreará más elogios, pero que, al mismo tiempo, la estará alejando cada vez más de su misión.
¿Por qué? Porque si triunfa se convertirá en una dirigente política. El poder le va a dar la sensación de que es muy importante. Al sentirse importante, creerá que se merece todo tipo de honores y reconocimientos. Si no los obtiene de inmediato se va a sentir ofendida, lastimada, disminuida, y va a reaccionar con odio hacia la persona o personas que le negaron el reconocimiento. ¿Por qué? Porque hasta ahora nadie que detente el poder ha podido reaccionar de otra manera. Nada más por eso.
¿Después qué? Tratará de mantenerse en el poder a como dé lugar. Intrigando, asesinando y en pocas palabras, odiando. Enseguida el rencor vendrá a cubrir su aura con una capa densa de polo negativo. Mientras más rencor acumule, menos capacitada estará para escuchar mis consejos, pues éstos viajan en vibraciones muy sutiles de energía que chocarán contra la cortina de elogios que la mantendrá atrapada en el engaño.
¿Y luego? Pues nunca más podremos cruzar palabra alguna. Esa capa provocará que rompamos relaciones de cualquier tipo y me botará de su lado. ¡A mí, que soy su Ángel de la Guarda, y últimamente con el que tiene que trabajar y de quien debería estar esperando reconocimiento y no del pendejo del compadre Julito! ¡Qué horror! ¡Pero qué digo! Estoy insultando a un inocente. Es que Azucena realmente me está haciendo perder la cabeza. Si no reacciona creo que voy a terminar realmente loco. Lo que más le recrimino es que por su culpa estoy perdiendo a Lilith. ¡No lo soporto! Sé muy bien que se trata de un vulgar problema de Ego y que lo más conveniente es hacerlo a un lado si no quiero que obstaculice el cumplimiento de mi misión al lado de Azucena, pero qué quieren, no puedo controlarlo. ¡Qué vergüenza! Sé que es muy lamentable el espectáculo que ofrezco. ¡Un Ángel de la Guarda muerto de celos! Sería una buena nota para un periódico amarillista. Lo más increíble es que hice un doctorado sobre la manera en que un Ego deformado puede arruinar una relación de pareja. Les aseguro que me sé de memoria la teoría.
Una persona con problemas de ego querrá tener a su lado una pareja que sea un objeto preciado y valorado por todos los demás. El más bello, el más inteligente, etcétera. Un objeto que sólo él posea, porque si todo el mundo lo tuviera perdería su valor. Ya que lo obtiene, cuidará enormemente su propiedad para que nadie lo toque, para que nadie se lo quite, porque si lo pierde su Ego se verá disminuido. La pareja se convertirá en una propiedad que da estatus y provoca admiración. Nunca se preguntará si esa pareja era la que le correspondía tener en esa vida de acuerdo con el Plan Divino. Tal vez la pareja adecuada pasó frente a sus ojos y ni siquiera la vio porque no tenía suficiente talento y no había acumulado los músculos, la belleza o la inteligencia que esperaba. Su incapacidad de ver en el fondo del alma humana le impidió reconocerla, y en cambio, la voz del Ego le hizo unirse a una persona que no le correspondía.
La única manera de solucionar estos problemas es convirtiendo el Ego negativo en positivo a través del conocimiento. Cuando uno realmente se conoce en profundidad aprende a amarse y se valora entonces por lo que es y no por la persona que lo acompaña. Este amor por nosotros cambiará la polaridad negativa de nuestra aura por positiva y, gracias a la Ley de la Correspondencia, atraeremos a la persona indicada a nuestra vida. Nos dejaremos de sentir infelices si alguien nos rechaza porque comprenderemos que las atracciones y los rechazos tienen que ver con la Ley del Karma y no con nuestro valor como seres humanos. El Ego sufre si alguien nos rechaza, pero si uno lo supera por medio del conocimiento se dará cuenta de que ese rechazo fue ocasionado por nosotros mismos al romper la Ley del Amor, y que la única manera de restablecer el equilibrio es por medio del Amor.
¿Ven? Me lo sé de memoria. ¡Pero eso no quita que estoy que me lleva la chingada!
¡En la madre! Ahí viene mi Arcángel de la Guarda. ¡Lo único que me faltaba! Siempre se aparece cuando nuestra línea de comunicación está obstruida y cuando verdaderamente la estoy cagando. Pero ¿qué es lo que estoy haciendo mal? La que se está orinando fuera de la bacinica es Azucena, no yo. ¿O sí? A lo mejor como lo que es arriba es abajo ya me contagié de su necedad y estoy esperando que ella cambie para que todo se arregle, cuando el que tendría que cambiar soy yo. ¡Ay güey! ¿Y ahora?
Tres
Los rezos de los miles de personas que viajaban en el interior de la enorme nave espacial infundían esperanza al corazón de Azucena. Tanta fe concentrada en un espacio tan pequeño era altamente contagiosa. El calor de las veladoras y el olor del copal generaban una sensación de tibieza, de inocencia, de pureza. Azucena se sentía más joven que nunca. Sus mejillas habían adquirido un color rosado. Sus dolores habían desaparecido. Se había olvidado por completo de su ceguera, de sus manos artríticas, de su ciática. La relación con Teo la hacía sentirse completamente segura, amada y deseada. Sabía que a él no le importaba que tuviera la piel arrugada, la cabeza llena de canas y dentadura postiza. Igual la quería. Ni duda cabe que eso del enamoramiento le viene bien a cualquiera. La vida cambia por completo. Azucena, acurrucada en los brazos de Teo, se sentía la mujer más juvenil y bella del mundo. Se preguntaba si eso pasaba sólo en su caso o era común que les pasara a las personas de edad avanzada. ¿Qué significaba tener un cuerpo viejo? Nada. El interior es el mismo. Los deseos son los mismos.
Al momento de pensar en sus deseos, Azucena de pronto recordó a Rodrigo. ¡Se había olvidado por completo de él! Lo cual era lógico. Entre beso y beso, no resultaba fácil acordarse de nada. Además, Teo se había encargado de convencerla de que Rodrigo la amaba más que a nadie en el mundo, su único problema era que no se acordaba. Azucena, como cualquier otra mujer, al aceptar que su amado sólo la quería a ella podía permitir la infidelidad. Entendía bien que si Rodrigo se sentía atraído por Citlali era debido a una pasión pasajera de otras vidas, pero que en cuanto recuperara el conocimiento volvería a ella para siempre. Mientras tanto ella se la estaba pasando de maravilla con Teo y no se sentía culpable. Teo tenía una idea muy interesante sobre la fidelidad que ella había terminado por compartir. Decía que una pareja es buena para alguien en la medida en que le mantiene el corazón inflamado de amor. Pero el día en que esa relación propicia odios, resentimientos y todo tipo de actitudes negativas, en lugar de servir, retrasa la evolución de un ser humano. Su alma se llena de oscuridad y ya no ve el camino que finalmente lo va a conducir a su alma gemela, a la recuperación del Paraíso.
A Azucena definitivamente le convenía que Citlali y Rodrigo se enamoraran, porque a través de la infidelidad Rodrigo iba a regresar a ella. Últimamente uno se pasa catorce mil vidas siendo infiel a su pareja original pero, paradójicamente, la infidelidad es la única manera de regresar a ella. Claro que no se trata de ser infiel nada más porque sí. El amor que hace evolucionar es aquel que es producto de una entrega total entre dos personas. El que surge dentro de un círculo cerrado que contiene en su interior lo masculino y lo femenino, el Yin y el Yang, los dos elementos indispensables para que surja la vida, el placer, el equilibrio. Cuando uno está con una pareja debe estar solamente con esa pareja, y mientras más enamorado y entregado estén uno del otro, más energía circulará entre ambos y más rápido evolucionarán. Pero si alguno de sus integrantes decide romper su círculo de energía para enlazarse con el de una nueva pareja, forzosamente dejará escapar gran parte de la energía que había logrado generar con su entrega amorosa, y en estos casos la infidelidad se convierte en perjudicial. Pero, ojo, esto no quiere decir que si uno ya tiene una pareja establecida deba serle fiel por toda la vida. No, deberá permanecer a su lado únicamente mientras la energía amorosa circule entre ambos. Cuando el amor se termine deberá buscar un nuevo compañero. En síntesis, la solución es la infidelidad, pero una infidelidad comprometida. El objetivo es mantenerse siempre lleno de energía amorosa tal y como Teo y Azucena se encontraban.