– Esta tarta habría sido un veneno para mi hermana -dijo él.
Poco después, y sin atreverse a hacer ninguna sugerencia en cuanto a recoger los platos, Florence se levantó para marcharse. El señor Brundish la acompañó hasta el recibidor. Había oscurecido bastante, y ella se preguntó si se quedaría sentado en la oscuridad o si encendería las luces al cabo de un rato. Él le deseó buena suerte, como ya había hecho antes, con su empresa.
– No debo preocuparme -dijo ella-. Mientras hay vida, hay esperanza.
– Qué idea tan terrible -murmuró el señor Brundish.
British Railways [14] realizó el porte de los ejemplares de Lolita desde la estación de Flintmarket, a 40 kilómetros de distancia. La aparición de la furgoneta provocó, como de costumbre, un aplauso entre los observadores. Llegaba algo nuevo a Hardborough. A la puerta de cada pub había paquetes preparados para salir, y Raven, para ahorrar gasolina, quería que le acercaran a los pantanos.
Christine estaba atónita ante el tamaño del pedido. No habían vendido jamás tanto de una sola cosa, ni siquiera de Cómo construir su propio barco de regatas. Y era tan largo… cuatrocientas páginas. Pero admiraba la integridad de su patrona y sus aparentes excesos. Florence le había dicho que el libro ya era famoso.
– Todo el mundo habrá oído hablar de él. Probablemente no esperan poder comprarlo aquí, en Hardborough.
– No esperarán encontrarse doscientos cincuenta ejemplares. Creo que ha perdido del todo la cabeza.
Cerraron más pronto que de costumbre para poder volver a decorar el escaparate. Colocaron Lolita en pirámides detrás de las contraventanas, igual que las latas en una tienda. Todas las viejas ventas se colocaron entre los Permanentes, y cambiaron de sitio, sin contemplaciones, a los dignos Ilustrados y demás libros grandes.
– ¿Qué es todo este dinero que hay en la caja? -preguntó Christine-. Tiene casi cincuenta libras sueltas aquí dentro.
Pero Florence lo había sacado intencionadamente, bastante segura de que lo necesitaría todo. El cajero la había mirado con una emoción controlada y esperó hasta que ella hubo salido del banco para ver qué pensaba el señor Keble del asunto.
8
4 diciembre 1959
Estimada Sra. Green,
Me ha llegado una carta de John Drury & Co. en representación de su cliente, la Sra. Violet Gamart de The Stead, en la que se indica que su actual escaparate atrae tanta atención indeseable de clientes potenciales y reales, que está causando una obstrucción temporal, muy poco razonable tanto por la cantidad como por la duración, del uso de la carretera, por lo cual su cliente tiene la intención de alegar perjuicios contra su persona ya que es necesario que ella, como juez de Paz y presidenta de numerosos comités (se adjunta listado) realice sus compras con mucha celeridad. Además, los usuarios habituales de su biblioteca, quienes, no debe olvidar, desde el punto de vista legal, son invitados, se han encontrado incómodos en unas ocasiones, apretujados y empujados en otras, y, en algunos casos, personas ajenas al distrito se han referido a ellos como viejezuelos, veteranos, carcamales e incluso matusalenos. La acción civil, que es independiente de cualquier medida policial que se tome en el futuro para acabar con la mencionada molestia, puede derivar en la entrega de una suma considerable por perjuicios.
Atentamente,
Thomas Thornton
Abogado y notario
5 diciembre 1959
Estimado Sr. Thornton,
Ha sido mi abogado durante varios años y entiendo que «representarme» significa «tomar parte activa a mi favor». ¿Ha visto el escaparate con sus propios ojos? Es cierto que estamos muy ocupados con las ventas en este momento, pero si pudiera recorrer 200 metros podría acercarse a la tienda y darme su opinión.
Sinceramente,
Florence Green
5 diciembre 1959
Estimada Sra. Green,
En respuesta a su carta del 5 de diciembre, cuyo tono me sorprendió ligeramente, he intentado en dos ocasiones diferentes acercarme a su escaparate, pero me ha sido imposible. Los clientes parecen venir de tan lejos como Flintmarket. Creo que tendremos que admitir que la obstrucción del paso es poco razonable en lo que a cantidad se refiere. En cuanto a sus otras observaciones, me parece aconsejable que, para el bien de ambos, guardemos copia de toda comunicación futura.
Atentamente, Thomas Thornton
Abogado y notario
6 diciembre 1959
Estimado Sr. Thornton,
¿Qué aconseja entonces?
Sinceramente,
Florence Green
8 diciembre 1959
Estimada Sra. Green,
En respuesta a su carta del 6 de diciembre, creo que deberíamos poner fin a la obstrucción, con lo cual quiero decir que hay que evitar que el público se reúna en la parte más estrecha de High Street, antes de que surja cualquier acusación. Asimismo deberíamos detener la venta de la novela sensacionalista y que tantas quejas ha recibido, escrita por V. Nabokov. No podemos remitirnos al caso de Herring contra el Consejo Metropolitano del Trabajo de 1863 en esta instancia, ya que la muchedumbre no se ha arremolinado como resultado de una hambruna ni debido a la escasez de artículos de primera necesidad.
Atentamente,
Thomas Thornton,
Abogado y notario
9 diciembre 1959
Estimado Sr. Thornton,
Un buen libro es la preciosa savia del alma de un maestro, embalsamada y atesorada intencionadamente para una vida más allá de la vida y, como tal, no hay duda de que debe ser un artículo de primera necesidad.
Sinceramente,
Florence Green
10 diciembre 1959
Para: Sra. Florence Green
Estimada Sra.,
No puedo por más que repetirle el consejo que ya le ofrecí, y permítame añadir que, en mi opinión, aunque esto es un asunto personal y por tanto fuera de mi ámbito, haría bien en disculparse formalmente con la Sra. Gamart.
Atentamente,
Thomas Thornton
Abogado y notario
11 diciembre 1959
Estimado Sr. Thornton,
¡Cobarde!
Sinceramente,
Florence Green
Si Florence era valiente, lo era de una forma bien distinta al general Gamart, que se habría comportado exactamente de la misma manera en medio de un fuego cruzado que en un momento de calma; o al señor Brundish, cuya forma de rebelarse contra el mundo consistía en impedir que el mundo entrara en sus dominios. La valentía de ella, al fin y al cabo, no era otra cosa que su determinación por sobrevivir. La policía, sin embargo, no tomó medidas ni consideró tomarlas siquiera, y, después de que Drury le explicara a la señora Gamart que no había ni mucho menos pruebas suficientes para proceder con el caso, la queja quedó olvidada. La muchedumbre se hizo más manejable, la tienda obtuvo 82, libras, 10 chelines y 6 peniques de beneficio en la primera semana de diciembre sólo con Lolita, y los clientes nuevos regresaron para comprar los pedidos de Navidad y los calendarios. Por primera vez en su vida, Florence tenía una alarmante sensación de prosperidad.