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Desde el momento en que abres los ojos sin esas heridas, te conviertes en un escéptico: no aumentas tu importancia personal diciéndole a todo el mundo lo inteligente que eres o burlándote de otras personas que creen en todas esas mentiras. No, en el momento en que te despiertas, te conviertes en un escéptico porque ves claramente que el sueño no es verdad. Abres los ojos, estás despierto y todo te resulta obvio.

Cuando te despiertas, cruzas una línea que no tiene retorno y nunca más vuelves a ver el mundo de la misma manera. Todavía estás soñando -no se puede evitar el sueño porque soñar es una función de la mente-, pero la diferencia estriba en que sabes que se trata de un sueño. Y una vez que lo sabes, puedes disfrutarlo o sufrirlo. Eso depende de ti.

El despertar es como hallarse en medio de una fiesta en la que hay miles de personas y todas están borrachas excepto tú. Eres el único que se mantiene sobrio. Pues bien, eso es el despertar, ya que la mayoría de los seres humanos ven el mundo a través de sus heridas emocionales, a través de su veneno emocional. No son conscientes de que están viviendo en el sueño del infierno. No son conscientes de que están viviendo en un sueño, del mismo modo que los peces que nadan en el agua no son conscientes de que viven en el agua.

Cuando despiertes y descubras que eres la única persona sobria en una fiesta en la que todos los demás están embriagados, siente compasión por ellos porque, antes, tú estabas en sus mismas circunstancias. No juzgues, ni tan siquiera a la gente que está en el infierno, porque también estuviste en él.

Al despertar, tu corazón se transforma en una expresión del Espíritu, del Amor, en una expresión de la Vida. El despertar tiene lugar cuando cobras conciencia de que tú eres Vida. Y cuando cobras conciencia de que eres la fuerza que denominamos Vida, todo es posible. Los milagros se suceden sin cesar, porque es el corazón el que obra esos milagros. El corazón está en comunión directa con el alma humana, y aun cuando la cabeza oponga resistencia, cuando el corazón habla, algo cambia en tu interior; tu corazón se abre a otro corazón, y te es posible experimentar el verdadero amor.

Existe una vieja historia de India que nos habla de la soledad de Dios: Brahma. No existía nada más que Brahma, y por esa razón estaba muy aburrido. Brahma decidió jugar a un juego, pero no tenía a nadie con quien jugar. De modo que creó a una hermosa diosa, Maya, con el único propósito de divertirse. Una vez que Maya existió y Brahma le explicó el propósito de su existencia, ella le dijo: «De acuerdo, juguemos al juego más maravilloso, pero tú harás lo que yo te diga». Brahma aceptó y, siguiendo las instrucciones de Maya, creó todo el universo. Creó el Sol y las estrellas, la Luna y los planetas. Después, la vida en la Tierra: los animales, los océanos, la atmósfera, todo.

Entonces Maya le dijo: «Qué bello es este mundo de ilusión que has creado. Ahora quiero que crees un tipo de animal que sea tan inteligente y goce de tal conciencia que esté capacitado para apreciar tu creación». Finalmente, Brahma creó a los seres humanos, y una vez que acabó con la creación, le preguntó a Maya cuándo iba a empezar el juego.

«Lo empezaremos de inmediato», dijo ella. Cogió a Brahma y lo cortó en miles de pedacitos diminutos. Puso un trocito en el interior de cada ser humano y dijo: «¡Ahora empieza el juego! ¡Voy a hacer que olvides quién eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!». Maya creó el sueño y, hoy, Brahma todavía está intentando recordar quién es. Brahma está ahí, en tu interior, y Maya te impide que recuerdes quién eres.

Cuando te despiertas del sueño, te conviertes de nuevo en Brahma y reclamas tu divinidad. Ahora, si el Brahma que está en tu interior te dice: «De acuerdo. Estoy despierto, ¿qué ocurre con el resto de mí?», como conoces el juego de Maya, comparte la verdad con otras personas para que despierten también. Uno se divierte más cuando hay dos personas sobrias en la fiesta. Y si son tres, mejor que mejor. Empieza por ti. Después, empezarán a cambiar más y más personas, hasta que todo el sueño, toda la gente que está en la fiesta, esté sobria.

Las enseñanzas que nos llegan de India, de los toltecas, de los cristianos, de los griegos -de distintas sociedades de todo el mundo- provienen de la misma verdad. Todas nos hablan de reclamar la propia divinidad y encontrar a Dios en nuestro interior. Hablan de abrir el corazón por completo y convertirse en un sabio. ¿Eres capaz de imaginarte cómo sería el mundo si todos los seres humanos abriesen su corazón y descubriesen el amor en su interior? Podemos hacerlo. Cada uno puede hacerlo a su manera. No se trata de seguir una idea impuesta; se trata de encontrarte a ti mismo y de expresarte a tu manera. Esa es la razón por la cual tu vida es un arte. Tolteca significa «artista del espíritu». Los toltecas son los que pueden expresarse con el corazón, los que aman incondicionalmente.

Estás vivo por el poder de Dios, que es el poder de la Vida. Eres la fuerza que es la Vida, pero como sabes pensar al nivel de la mente, te olvidas de quién eres en realidad. Y cuando esto sucede, resulta fácil ver a otra persona y decir: «Oh, ahí está Dios. Dios se responsabilizará de todo; Dios me salvará». No. Dios sólo ha venido a decirte -a decirle al Dios que se encuentra en tu interior- que seas consciente, que elijas, que tengas valor para avanzar a través de todos tus miedos y cambiarlos a fin de no temer más al amor. El miedo al amor es uno de los mayores miedos que padecen los seres humanos. ¿Por qué? Pues porque, en el Sueño del Planeta, un corazón roto significa «Pobre de mí».

Tal vez te preguntes: «Si realmente somos la Vida o Dios, ¿por qué no lo sabemos?». Pues porque estamos programados para no saberlo.

Nos enseñan: «Eres un ser humano; estas son tus limitaciones». Entonces, nuestros propios miedos limitan nuestras posibilidades. Eres lo que crees que eres. Los seres humanos son magos poderosos. Cuando te crees que eres lo que eres, eso es lo que eres. Y puedes hacerlo porque eres Vida, Dios, Intento. Tienes el poder de convertirte en lo que eres ahora mismo. Pero no es la mente racional la que controla tu poder, sino lo que tú crees.

Como ves, todo son creencias. Lo que creemos es lo que dirige nuestra existencia, lo que dirige nuestra vida. Construimos un sistema de creencias que es como una caja en cuyo interior nos instalamos; no podemos escapar porque creemos que no podemos hacerlo. Y esta es la situación en la que nos encontramos. Los seres humanos crean sus propias restricciones, sus propias limitaciones. Decidimos lo que es humanamente posible y lo que es imposible, y, después, sólo porque así lo creemos, se convierte en nuestra verdad.

Las profecías de los toltecas han previsto el inicio de un nuevo mundo, de una nueva humanidad donde los seres humanos se responsabilizan de sus propias creencias, de sus propias vidas. Se acerca el momento en el que te convertirás en tu propio gurú. No necesitas que otros te digan cuál es la voluntad de Dios. Ahora Dios y tú estáis cara a cara, sin intermediario alguno. Buscabas a Dios y lo has encontrado en tu interior. Dios ya no está fuera de ti.

Cuando sabes que el poder que es la Vida reside en tu interior, aceptas tu propia divinidad, y aun así, eres humilde porque ves la misma divinidad en todas las personas. Ves cuán fácil es comprender a Dios, porque todo es una manifestación de Él. El cuerpo morirá, la mente también se disolverá, pero tú no. Eres inmortal; existes durante billones de años en distintas manifestaciones, porque eres Vida y la Vida no puede morir. Estás en los árboles, en las mariposas, en los peces, en el aire, en la luna, en el sol. Dondequiera que vayas, estás ahí, esperándote a ti mismo.

Tu cuerpo es un templo, un templo vivo en el que reside Dios. Tu mente es un templo vivo en el que reside Dios. Dios vive en tu interior, Dios es la Vida. La prueba de que Dios reside en tu interior es que estás vivo. Tu vida es la prueba.