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La fase termina de un modo bastante abrupto, y si no ha habido concepción, el individuo retorna a la fase sómer en unas pocas horas (nota: Otie Nim opina que esta cuarta fase es el equivalente del ciclo menstrual) y el ciclo común comienza de nuevo. Si el individuo era la parte femenina y ha habido embarazo la actividad hormonal continúa, y durante el período de gestación, 8,4 meses, y el período de lactancia, de 6 a 8 meses, el individuo sigue siendo hembra. Los órganos sexuales masculinos permanecen retráctiles (como en sómer), el tamaño de los pechos aumenta, y la pelvis se amplía. Junto con el fin de la lactancia la hembra entra en sómer, y pasa a ser una vez más un perfecto andrógino. No se establece ningún hábito fisiológico, y la madre de varios niños puede ser el padre de otros.

Observaciones sociales. Superficiales hasta ahora. He estado poco tiempo en un mismo sitio para poder presentar observaciones sociales coherentes.

El kémmer no siempre es vivido en pareja. La pareja parece ser la costumbre más común, pero en las casas de kémmer de las ciudades y pueblos se forman grupos a veces, y el acoplamiento sexual puede ser de carácter promiscuo. El otro extremo de esta práctica es la costumbre del voto de kemmerante (karhidi oskiómmer) que es de cualquier modo que se la considere un matrimonio monógamo. No tiene valor legal, pero social y éticamente es una institución vigorosa y antigua. Toda la estructura de los clanes —hogares y dominios de Karhide se basa indudablemente en la institución del matrimonio monógamo. No estoy muy enterado de las leyes de divorcio en general. Aquí en Osnoriner hay divorcio, pero no nuevo matrimonio luego del divorcio o la muerte del compañero. Los Votos de kémmerer se hacen una sola vez en la vida.

La descendencia es reconocida, en todo Gueden, en la línea materna, el «padre en la carne» (karhidi, amha).

El incesto, con distintas restricciones está permitido entre hermanos de sangre de un voto de kémmerer.

Los hermanos sin embargo, no están autorizados a hacer voto de kémmerer, ni a mantener el kémmer luego del nacimiento de un niño. El incesto entre generaciones está estrictamente prohibido en Karhide/Orgoreyn, pero parece que se lo permite en las tribus de Perunter, el continente antártico, aunque quizá sea una calumnia.

¿Qué otra cosa sé con seguridad? Esto parece resumirlo todo.

Hay un aspecto de estas anomalías que parece tener sentido de adaptación. Como el coito ocurre sólo durante los períodos fértiles la posibilidad de concepción es alta, como en el caso de todos los mamíferos que tienen un ciclo estro. En condiciones duras, cuando la mortalidad infantil es alta, es posible encontrar algún factor importante de supervivencia. En la actualidad ni la mortalidad infantil ni el índice de nacimientos son muy elevados en las áreas civilizadas de Gueden. Tinibossol estima una población de más de 100 millones en los tres continentes, y considera que se ha mantenido estable por lo menos durante un milenio. La abstención ética y ritual y el uso de drogas anticonceptivas parecen haber tenido especial importancia en el mantenimiento de esta estabilidad.

Hay tres aspectos de la ambisexualidad que hemos vislumbrado o entrevisto apenas, y que quizá nunca entendamos del todo. El fenómeno kémmer, por supuesto, nos fascina a todos nosotros, los investigadores. Nos fascina a nosotros, pero gobierna a los guedenianos, los domina. La estructura social, la administración de las industrias, la agricultura y el comercio, las dimensiones de las casas, los temas literarios, todo se ordena con el fin de acomodarse al ciclo sómer —kémmer.

Todas las gentes tienen un día libre una vez al mes; nadie, cualquiera sea el puesto que ocupe, está obligado a trabajar cuando se encuentra en kémmer. Nadie tiene vedado el acceso a la casa de kémmer por más pobre o desconocido que sea. Todo cede ante esa tormenta recurrente, esa fiesta de la pasión. Esto podemos entenderlo con facilidad. Lo que no parece nada fácil de entender es que en tres cuartas partes del tiempo no hay en esa gente ningún signo de demostración sexual. Se da mucho espacio al sexo, realmente, pero un espacio de algún modo separado, aparte. La sociedad de Gueden, en su funcionamiento y continuidad cotidianos, no tiene sexo.

Considérese: Cualquiera puede cambiarse en cualquiera de los dos sexos. Esto parece simple, pero los efectos psicológicos son incalculables. El hecho de que cualquiera entre los diecisiete y los treinta y cinco años, aproximadamente, pueda sentirse «atado a la crianza de los niños» (como dice Nim) implica que nadie está tan «atado» aquí como pueden estarlo, psicológica o físicamente, las mujeres de otras partes. Las cargas y los privilegios son compartidos con bastante equidad: todos corren los mismos riesgos o tienen que afrontar las mismas decisiones. Por lo tanto nadie es aquí tan libre como un hombre libre de cualquier otra parte.

Considérese: No hay imposición sexual, no hay violaciones. Como en la mayoría de los mamíferos no humanos el coito implica una invitación y un consentimiento mutuos; de otro modo no es posible. La seducción es por supuesto posible, pero sólo con un extraordinario sentido de la oportunidad.

Considérese: No hay división de la humanidad en dos partes: fuerte/débil; protector/protegido; dominante/sumiso; sujeto de propiedad/objeto de propiedad; activo/pasivo. En verdad toda esa tendencia al dualismo que empapa el pensamiento humano se encuentra aminorada, o cambiada, en Invierno.

Lo que sigue ha de incluirse en mis directivas últimas: cuando uno se encuentra con un guedeniano no puede comportarse, ni deberá hacerlo, como un ser bisexual normaclass="underline" esto es considerar al guedeniano hombre o mujer, y adoptar uno mismo el rol opuesto correspondiente, de acuerdo con las propias expectativas acerca de la estructura o interacciones posibles entre personas del mismo o de distinto sexo. Todas nuestras formas de interacción socio—sexual son aquí desconocidas. No les es posible a los guedenianos entrar en el juego. No se ven a si mismos como hombres o mujeres. Si, ni siquiera alcanzamos a imaginarlo, y ya lo rechazamos como imposible. ¿Qué es lo primero que preguntamos cuando nace un niño?