Выбрать главу

Tibe desea que Karhide aprenda a mentir. Ha seguido el ejemplo de Orgoreyn, un buen ejemplo. Pero creo que nos será difícil aprender a mentir, habiendo practicado tanto tiempo el arte de dar vueltas y vueltas a la verdad, nunca manchándola con mentiras, nunca alcanzándola.

Un saqueo orgota ayer del otro lado del Ey: quemaron los graneros de Tekember. Lo que el Sarf quiere, y lo que Tibe quiere. Pero, ¿a dónde vamos?

Slose, interpretando las declaraciones del Enviado de acuerdo con su misticismo yomesh, dice que la venida del Ecumen a la tierra es en verdad la venida a este mundo del Reino de Meshe, y pierde de vista nuestro propósito. Tenemos que parar esta rivalidad con Karhide antes que lleguen los nuevos hombres, dice. Tenemos que preparar las almas para esa venida, abandonar todo shifgredor, prohibir los actos de venganza, y unirnos todos sin envidia como hermanos de un mismo hogar.

¿Pero cómo, hasta que vengan? ¿Cómo romper el circulo?

Guirní susmi. Slose encabeza un comité de persecución de piezas obscenas, que se interpretan aquí en las casas públicas de kémmer; deben de ser algo parecido a las huhud de Karhide. Slose las combate porque son triviales, vulgares y blasfemas.

Oponerse a algo es mantenerlo.

Dicen aquí «todos los caminos llevan a Mishnori». Si, claro; si le damos la espalda a Mishnori y nos alejamos estamos todavía en el camino de Mishnori. Oponerse a la vulgaridad es inevitablemente ser vulgar. Hay que ir a alguna otra parte; hay que tener otra meta; entonces el camino es distinto.

Yegey en el salón de los Treinta—y—tres, hoy: —Me opongo una vez más a este bloqueo de exportación de granos a Karhide, y el espíritu de competencia que lo motiva. —Correcto, pero por ahí no saldrá del camino de Mishnori. Tiene que ofrecerles una alternativa. Tanto Orgoreyn como Karhide han de abandonar el camino que siguen ahora, en direcciones opuestas. Yegey, creo, tendría que hablar del Enviado y nada más.

Ser un ateo y sostener a Dios. La existencia o no existencia de Dios es casi lo mismo en el plano de la prueba. De modo que prueba es una palabra que los handdaratas no usan a menudo, pues han elegido no tratar a Dios como hecho, sujeto de prueba o creencia. Así han roto el círculo, y son libres.

Aprender qué preguntas no pueden contestarse, y no contestarlas: esta capacidad es de veras necesaria en tiempos de tensión y oscuridad.

Tormenbod susmi: Mi intranquilidad crece. Todavía ni una palabra acerca del Enviado en la radio de las oficinas centrales. Ninguna de las noticias que dimos de él en Erhenrang se oyó nunca aquí, y los rumores que proceden de la recepción ilegal de estaciones de radio del otro lado de la frontera, y de las historias de comerciantes y viajeros, no parecen haberse extendido mucho. El Sarf vigila las comunicaciones con una eficacia que yo no hubiese creído posible. Esta sola posibilidad es aterradora. En Karhide el rey y el kiorremi tienen bastante poder sobre lo que la gente hace, pero poco sobre lo que la gente oye, y ninguno sobre lo que dicen. Aquí el gobierno no sólo vigila los actos sino también el pensamiento. No creo que ningún hombre tenga tanto poder sobre otros.

Shusgis y algunos más llevan abiertamente a Genly Ai por la ciudad. Me pregunto si entienden que esta exhibición oculta el hecho de que el Enviado vive oculto. Nadie sabe que está aquí. Les he preguntado a mis compañeros de fábrica y no saben nada y piensan que hablo de algún enloquecido sectario yomesh. Ninguna información, ningún interés, nada que pueda apoyar la causa de Ai, o protegerle la vida.

Es una lástima que se nos parezca tanto. En Erhenrang la gente lo señalaba a menudo en la calle, pues sabían de él alguna verdad o algún rumor, y que estaba allí. Aquí donde la presencia de Ai es un secreto nadie le presta atención. Lo ven seguramente como yo lo vi al principio: un joven muy alto, fornido y moreno que está entrando en kémmer. He estudiado los informes médicos del año pasado. Las diferencias de Ai con nosotros son profundas, y no se ven fácilmente. Hay que conocerlo para saber que es un extraño.

¿Por qué lo ocultan entonces? ¿Por qué ninguno de los comensales se decide a hablar de él por radio en un discurso público? ¿Por qué calla el mismo Obsle? Miedo.

Mi rey le tenía miedo al Enviado. Estas gentes se tienen miedo entre ellas. Pienso que yo, un extranjero, soy la única persona en quien Obsle confía. Le complace de veras mi compañía y muchas veces ha dejado de lado el shifgredor y me ha pedido consejo. Pero cuando lo incito a hablar, a despertar el interés público como defensa contra la intriga de facciones, Obsle no me escucha.

—Si toda la comensalía tiene los ojos puestos en el Enviado, el Sarf no se atreverá a tocarlo —dije —, ni a tocarlo a usted.

Obsle suspira: —Sí, si, pero no es posible, Estraven. Radio, boletines impresos, periódicos científicos, todos están en manos del Sarf. ¿Qué podría hacer yo? ¿Pronunciar discursos en la esquina de una calle como un sacerdote fanático?

—Bueno, se puede hablar con la gente, propagar rumores. Hice algo parecido el año último en Erhenrang. Que la gente haga preguntas para las que usted tiene respuestas, es decir el Enviado mismo.

—Si al menos trajese aquí esa condenada nave, y pudiéramos mostrarle algo al pueblo. Pero tal como…

—No traerá la nave hasta asegurarse de que están ustedes actuando de buena fe.

—¿Y no es ese mi caso? —gritó Obsle, hinchándose como un pez hobo —. ¿No he dedicado todo un mes a este asunto? ¡Buena fe! ¡Espera que creamos todo lo que dice! ¡Y como retribución no nos tiene ninguna confianza!

—¿Podría ser de otro modo?

Obsle bufó y no dijo más.

Obsle está más cerca de la honestidad que cualquier otro miembro del gobierno orgota.

Odgedeni susmi. Para llegar a ser jerarca del Sarf es imprescindible, parece, una cierta y complicada estupidez. Gaum es un ejemplo. Ve en mí a un agente de Karhide que intenta empujar a Orgoreyn a una tremenda pérdida de prestigio, haciéndoles creer en la patraña del Enviado del Ecumen; piensa que como primer ministro me he pasado los días preparando este engaño. Dios, hay en mi vida tareas más interesantes que un duelo de shifgredor con la escoria. Pero Gaum no alcanza a ver esta simplicidad. Ahora que en apariencia Yegey me ha dejado de lado, Gaum cree que se me puede comprar, y está preparando la compra a su propio y curioso modo. Me observó o hizo que me observaran con bastante atención como para saber que yo tendría que entrar en kémmer en posde o tormenbod; y así se me apareció anoche en pleno kémmer, sin duda inducido por hormonas, dispuesto a seducirme. Un encuentro accidental en la calle Pyenefen. —¡Har! No lo veo desde hace un mes, ¿dónde ha estado ocultándose? Venga a tomar una copa de cerveza conmigo.

Eligió una casa de bebidas junto a una casa publica de kémmer. No pidió cerveza para nosotros, sino agua de vida. No quería perder tiempo. Luego del primer vaso puso la mano sobre la mía y acercó la cara, murmurando: —No nos encontramos por casualidad. He estado esperándote, te deseo para mi kémmer de esta noche —y me llamó por mi nombre primero. No le corté la lengua porque desde que dejé Estre no llevo cuchillo. Le dije que era mi propósito abstenerme mientras viviese en el exilio. Gaum arrulló y susurró, tomándome las manos. Estaba pasando muy rápidamente a fase plena como mujer. Gaum es muy hermoso en kémmer, y contaba con esta belleza y una apropiada insistencia sexual, sabiendo, supongo, que como yo era de los handdaras no usaría drogas reductoras del kémmer, y preferiría probar mi abstinencia. Olvidó que el odio es tan bueno como cualquier droga. Me libré del manoseo, que por supuesto estaba haciendo algún efecto en mí, y lo dejé, insinuándole que probara la casa pública de kémmer próxima. Gaum me miró entonces con un odio lastimoso, pues estaba, aunque tuviese segundas intenciones, de veras en kémmer y excitado.