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– Sí -dijo él con dulzura-. Seguro que lo es, porque no puede hacer nada para repararlo.

– Jamás.

– Bueno, tanto como jamás… eso no podría decírselo. En esta vida, lo mejor que podemos hacer todos es aprender de nuestros errores e intentar no volver a cometerlos. Ninguno de nosotros es infalible, Ruth, pero nos debemos a nosotros mismos, y se lo debemos a quienes nos rodean, el actuar con toda la sabiduría que poseamos. De otro modo, ¿cómo conseguirá mejorar la humanidad?

Ella apretó los labios para contener las lágrimas.

– ¿Y usted cree que sería prudente que yo abortara?

– Sí -replicó él con una sinceridad absoluta-. Lo creo. -Posó su mano ancha sobre el vientre de ella-. De momento, usted no es ni lo bastante mayor ni lo bastante dura como para ser madre y padre de otro ser humano, y se siente demasiado llena de culpabilidad por su abuela, y por lo que usted ve como su traición hacia ella, como para entregarle este bebé a otra persona. -Sonrió con cierta timidez-. No quiero decir que espere que usted esté de acuerdo conmigo ni que vaya a volverle la espalda si decide tener su bebé. La doctora Blakeney tiene bastante razón cuando dice que la elección es suya. Pero yo preferiría verla embarazada cuando haya vivido un poco más y encontrado un hombre al que pueda querer y que también la quiera. Entonces sus bebés serán deseados y usted estará en libertad de ser el tipo de madre que quiera ser.

Ella intentó darle las gracias pero las palabras no le salían, así que él la tomó entre los brazos y la estrechó con fuerza. Detrás de ellos, Sarah volvió hacia Jack una cara surcada por las lágrimas.

– Recuérdame esto -susurró-, siempre que me sienta satisfecha de mí misma sin razón. Acabo de aprender lo poco que en realidad sé.

Mi querida Ruth [había escrito Mathilda], tu madre y yo nos hemos indispuesto por una carta que escribió mi tío Gerald Cavendish poco antes de morir, mediante la cual dejaba a Joanna como heredera suya. Me amenaza con llevarla a los tribunales porque cree que puede usarla para impugnar el testamento de mi padre. No tendrá éxito, pero no he podido convencerla de eso. Se siente comprensiblemente agraviada y quiere castigarme. Ahora me doy cuenta de que ha habido demasiado secretismo dentro de la familia, así que te escribo para ponerte al tanto de lo que ella ya sabe, porque no quiero que te enteres por ella. Pienso que tu madre no te lo contará con amabilidad: James Gillespie no fue el padre de tu madre. Lo fue Gerald Cavendish. Comprendo lo conmocionada que te sentirás por esta información, pero te insto a hacer lo que yo he hecho durante todos estos años, y verlo como algo que ocurrió y que no debe lamentarse. Puede que esto te resulte difícil de creer pero, a pesar de todo, yo siempre le he tenido cariño a tu madre, como también te he tenido cariño a tí.

Ahora me encuentro enfrentada con una elección difícil. Soy consciente, querida mía, de que has estado robándome durante meses. También soy consciente de que tu madre ha renunciado a la vida y prefiere el mundo crepuscular de la drogodependencia y las relaciones casuales que le proporcionan la ilusión de ser amada sin las ataduras de la responsabilidad. Las dos estáis permitiendo que los hombres abusen de vosotras y, a la vista de mi propia historia, eso me resulta profundamente descorazonador. Me doy cuenta de que os he fallado, y he decidido, por tanto, dejaros en libertad para que toméis vuestras propias decisiones con respecto a vuestro futuro.

Tengo intención de transferiros una cantidad global de dinero tanto a tí como a tu madre el día de tu decimoctavo cumpleaños, cantidad que se dividirá en proporciones de 2 a 1, y de la que tu madre recibirá el doble que tú. Tal vez es algo que debería de haber hecho hace mucho tiempo, pero sentía reticencia a renunciar a lo que he luchado tanto por conseguir en nombre del apellido Cavendish. Como están las cosas ahora, veo que un apellido no es nada, a menos que las personas que lo llevan se eleven por encima de sus iguales, porque no es el accidente de nuestro nacimiento lo que nos hace grandes, sino nuestro carácter individual. Al dejaros a ti y a tu madre en libertad para que llevéis las vidas de vuestra elección, espero daros la oportunidad de poneros a prueba a vosotras mismas, al igual que ya lo han hecho otros, los menos afortunados.

En conclusión, si cualquier cosa me sucediera o te encontraras con la necesidad de una amiga, te insto a que hables con la doctora Sarah Blakeney, mi médico de cabecera, que no te dará más que buenos consejos cualquiera sea la situación en que te encuentres.

Con amor, la abuela.

Cooper depositó la carta delante del detective inspector jefe Jones.

– He estado preguntándome de dónde iba a sacar la cantidad de dinero que tenía intención de entregarles a la señora y la señorita Lascelles, si ya había hecho testamento dejándoselo todo a la doctora Blakeney.

Charlie recorrió la página con rapidez.

– ¿Has encontrado una respuesta?

– Calculo que está en la grabación de vídeo, con que sólo supiéramos qué buscar. ¿Recuerdas cuando le estaba hablando a Ruth al final, y mencionó su promesa de dejarle Cedar House a la muchacha antes de que el comportamiento de Ruth durante los últimos seis meses la persuadiera de cambiar de opinión? Bueno, casi inmediatamente después de eso ella continuaba diciendo algo así como «habrías tenido la elección de vender o quedarte en la casa, pero habrías vendido porque la casa habría perdido su encanto una vez regularizado el asunto de los terrenos». O unas palabras parecidas.

Charlie asintió con la cabeza.

– Yo supuse que la frase «una vez regularizado el asunto de los terrenos» hacía referencia a lo que le dejaría a Joanna como parte de lo que le tocaba en herencia.

– Continúa.

– Ahora creo que estaba hablando de terrenos para edificar. Estaba planeando vender el parque para edificación. ¿De qué otra forma podía reunir una suma global para las mujeres Lascelles, y aun así dejarle la casa y su contenido a la doctora Blakeney? Imagina el impacto que eso habrá tenido en Duncan Orloff. Un hombre que no puede soportar el pensamiento de tener a unos niños ruidosos en la casa de al lado, es tan seguro como el diablo que no iba a sentarse mansamente y mirar cómo su jardín se convertía en un terreno de construcción.

– Pruébelo -dijo Duncan con placidez-. Nombre al constructor. Explique por qué no hay correspondencia ninguna con esta mítica compañía. Por Dios, hombre, ella ni siquiera habría obtenido permiso de construcción para un proyecto semejante. La época de deshacer el cinturón verde ha pasado hace tiempo. Ahora están rehaciéndolo a toda velocidad. Hay ventajas electorales en el voto ambientalista y ninguna en absoluto en el vandalismo especulativo.

Todo lo cual, pensó Charlie, lúgubre, era verdad. Quedaba en manos de Cooper el aportar una dosis de sentido común a la situación.

A la mañana siguiente, tras largas consultas con el funcionario de planificación urbana local, se presentó en Howard & Sons, constructores urbanos de Learmouth desde 1972. Una secretaria de mediana edad, ávida de curiosidad por esta inesperada aparición de un policía de paisano en medio de ellos, lo condujo con cierta ceremonia a la oficina del señor Howard padre.

El señor Howard, un hombre mayor, corpulento, con pelo gris canoso ralo, alzó la vista de un conjunto de planos, con el entrecejo fruncido.

– ¿Y bien, sargento? ¿Qué puedo hacer por usted?

– Tengo entendido que su compañía era la responsable de la urbanización de Cedar House, en Fontwell. Se construyó hace diez años. ¿Lo recuerda?

– Sí -ladró el otro-. ¿Qué pasa? ¿Quién se ha quejado?

– Nadie, por lo que yo sé -replicó Cooper con placidez.

Hizo un gesto con la mano en dirección a una silla.

– Siéntese, hombre. Nunca puede estarse demasiado seguro de algo en estos días. Es un mundo de lobos devoradores, de lobos en el que litigio es el nombre del juego y los únicos que engordan son los abogados. Esta mañana recibí una carta de un bastardo tacaño que se niega a pagar lo que debe porque dice que hemos faltado el contrato por poner un enchufe de menos de los que requieren los planos. -Juntó las cejas con aire feroz-. Bueno, ¿qué interés tiene en la urbanización Cedar?