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– Yo no creo que Mary estuviera en ningún momento en The Green Man -estaba comentando Charlie-, aunque con toda seguridad tuvo un encuentro con el capitán Thunder. Seguro. -Y sacó el bolso de su tía-. Está vacío. Lo encontramos en el camino, y una de sus bolsas de mano estaba en la cuneta, al lado. El canalla que decía ser propietario de The Green Man me contó que el capitán Thunder tiene una casa en los bosques, pero nadie sabe exactamente dónde. Hay una recompensa por su cabeza, así que tendrá miedo de que alguno de sus viles compinches lo traicione. Al final decidimos que lo mejor era solicitar tu consejo y ayuda, antes de hacer nada más.

– Gracias, Charlie -dijo su padre, muy satisfecho de cómo el joven se había desenvuelto en aquel asunto. Desde luego, Angus sería una buena influencia para él, siempre que Charlie se lo permitiera. Evidentemente, él y Angus se habían hecho muy buenos amigos, y a Fitz no se le escapó el detalle de que Angus había permitido que Charlie entrara solo en The Green Man.

Se levantó para servir un poco de Chambertin.

– Dicen que éste es el vino favorito de Napoleón -dijo, entregando copas a todos los que estaban a su alrededor-. Ahora que los franceses están desesperados y necesitan divisas extranjeras, estamos recibiendo magníficos vinos de nuevo, y creo que haré algún movimiento en la Cámara para aliviar las tasas de importación del coñac. -Se sentó y cruzó las piernas-. Habéis actuado correctamente, los tres -dijo, con una sonrisa especial dedicada a Owen-. Sabiendo que, para cuando quisierais partir, los acontecimientos podrían haberse precipitado, envié a Ned Skinner para que se ocupara también del problema. En muchos sentidos él está más habituado a este tipo de situaciones que vosotros, pero sus indagaciones no han obtenido mucho más fruto que las vuestras… realmente, una proeza por vuestra parte.

Interesadísimo, Charlie se inclinó hacia delante al saber que Ned había averiguado algo que merecía aquellos elogios.

– ¿Encontró él al capitán Thunder?

– Sí, lo encontró. Y vuestras deducciones son correctas. El capitán Thunder efectivamente abordó a Mary y le robó, pero no se la llevó a The Green Man. La dejó en medio del bosque, probablemente con la intención de que se agotara caminando por la espesura y vagara en círculos hasta que muriera. De todos modos, Charlie, tu tía está hecha de una materia más resistente que la mayoría de las mujeres. ¿Cómo se las arregló para volver al camino? No lo sé, pero lo hizo. Ned la encontró a pocas yardas del sendero.

– ¡Ah, bravo, bravo! -gritó Charlie, con el rostro emocionado de alegría-. ¿Así que está a salvo? ¿Está bien?

– Respecto a eso, ni Ned ni yo podemos aventurar ninguna suposición -dijo Fitz, frunciendo el ceño-. Ned había tenido un día muy duro, y cuando la descubrió, no se encontraba muy bien. Tenía dolor de estómago… él piensa que debido a una comida podrida que le dieron en The Black Cat.

Los tres estaban pendientes de las palabras de Fitz, mirándolo con los ojos desorbitados.

– Mary estaba inconsciente, y seguía muy débil. La habían maltratado horriblemente, y tenía un golpe muy feo en la cabeza. Cuando Ned le preguntó al capitán Thunder por los detalles, ese villano le dijo que Mary le había plantado cara y habían mantenido una pelea tremenda.

Esta declaración fue recibida con gruñidos e imprecaciones, pero Fitz continuó.

– Ned colocó a Mary cruzada en la grupa deJúpiter, y cabalgó hacia casa. Pero cuando se iba aproximando a The Peak, tuvo que responder a la ineludible llamada de la Naturaleza… la comida podrida había hecho mella en él. Y no sabiendo cuánto iba a tardar, bajó a Mary del caballo y la dejó a la orilla del camino por el que venía, y se adentró en una arboleda. Cuando regresó, Mary ya no estaba.

– ¿Que no estaba? -preguntó Angus, palideciendo.

– Sí, se esfumó. Según el reloj de Ned, él no estuvo ausente más de diez minutos, ni un segundo más.

– ¿Diez minutos? -preguntó Charlie-. ¿Cómo pudo esfumarse en sólo diez minutos?

– Exactamente: ¿cómo? Ned la buscó como sólo Ned puede hacerlo, y yo os aseguro que su dolor de estómago no interfirió lo más mínimo en su meticulosidad. Pero no pudo encontrar ni rastro de ella. Montó aJúpiter y buscó desde la altura del caballo, pues se alcanza a ver más. En vano. Había desaparecido como por arte de magia, igual que uno de esos prestidigitadores que hace desaparecer a su ayudante en el circo.

– ¡Ha sido el capitán Thunder! -exclamó Charlie, dándose una palmada en el muslo.

– No, Charlie. Pudo ser cualquiera, pero el capitán Thunder no. Para entonces, su cadáver ya estaba frío. Ned lo mató en un tiroteo, después de descubrir dónde estaba su casa.

– ¿Cómo pudo encontrarla si nadie lo sabía en los alrededores? -preguntó Owen.

– Se lo dijo un confidente en el patio de postas de Nottingham; uno que acechaba a las víctimas para él y compartía sus ganancias.

– Puede que Mary recuperara la consciencia y echara a caminar… -sugirió Angus, que no soportaba ver el dolor de Charlie y sentir el suyo propio. «¡Oh, Mary…! ¡Tú y tu estúpida cruzada!».

– Ned dice que no, y yo le creo. Las heridas de las muñecas e incluso las de la garganta no tenían importancia, pero el golpe de la cabeza era muy grave, lo bastante como para provocarle una inconsciencia prolongada. Si se levantó, lo cual es posible, se habría sentido desconcertada y habría tropezado, no habría podido mantenerse en pie. Ned escudriñó cada pulgada de aquellos montes en cinco millas a la redonda. A uno no le queda más remedio que asumir que no se fue andando, sino que se la llevaron.

– ¿Por qué? -preguntó Angus, casi desesperado.

– No lo sé.

– ¿Quién? -preguntó Owen-. ¿Quién haría una cosa así?

– Al principio pensé que, quienquiera que fuese el que se la hubiera llevado, habría actuado por un impulso caritativo o caballeresco, quizá pensando que Ned estaba implicado en un asunto delictivo. Como Chesterfield es la ciudad más cercana, yo mismo hice ayer exhaustivas pesquisas en ese lugar, esperando que alguien hubiera sabido que habían llevado a una mujer a la ciudad y se hubiera notificado el hecho al alcalde o al gobernador. Pero nadie había llevado a ninguna mujer a la ciudad. También le he pedido a mi gente que pregunte a todos los médicos, con el mismo resultado. De modo que, quienquiera que se llevara a Mary, no estaba actuando caballerosamente. Tiene un plan vil y rastrero en mente. He pensado que, si supieran que Mary es familiar mía, podría tratarse de un secuestro y he estado esperando que alguien viniera pidiendo un rescate. Pero no ha venido nadie. Porque, creo yo, nadie sabe quién es Mary. Estaba en condiciones muy lamentables… Iba muy sucia y magullada de mala manera.

– ¿Y todo esto se debe a un mal desayuno en The Black Cat? -exclamó Charlie-. Bueno, ya sé que en ese sitio dan una comida espantosa, pero encontrarla… ¡para perderla después otra vez…!

– Estoy de acuerdo.

– Entonces, padre, ¿qué hacemos ahora?

– Tenemos que hacer público este asunto… con reservas, naturalmente. Enviaremos anuncios diciendo que la señorita Mary Bennet se halla desaparecida, citando los lugares donde fue vista por última vez, y cuál es probablemente su estado. Diremos que es la hermana de la señora Fitzwilliam Darcy, y ofreceremos una recompensa de cien libras a cambio de cualquier información conducente al hallazgo de su paradero. Como Mary se parece mucho a tu madre de cara, le he pedido a tu hermana Susie que le haga un retrato, un esbozo a plumilla, y se incluirá en el anuncio. Además de enviar esa nota a todos los ayuntamientos de pueblos y ciudades, la haré insertar en todos los periódicos de la región.

– Y yo haré un artículo para elWestminster Chronicle que describa los peligros a los que se enfrenta una dama que viaja en diligencias públicas -dijo Angus-. Tengo lectores por toda Inglaterra.