Drake pensó que resultaba extraño que la nave dijera algo así; la presencia de las grandes torres pentagonales indicaba el dominio de una tecnología muy superior al mero dominio del fuego. Pero podía ver —o imaginar— una imagen consistente en lo que sucedía en el calvero: animales de granja, pastando, contenidos por una valla y protegidos y dirigidos por el equivalente a unos perros pastores. Las criaturas rojas podrían ser la fase reproductora de uno de los dos tipos.
Pero ¿dónde estaba la inteligencia que había levantado esas torres? Una sociedad rumiante/procreadora tal y como él la conocía jamás podría producir semejante hazaña tecnológica.
—Este asentamiento parece típico. —La imagen barrió el canal para mostrar numerosas colonias, todas ellas cerca de una torre—. La pauta se repite en cientos de lugares. En todos ellos se pueden ver los mismos organismos. Pero ahora… fíjate.
Una de las torres se había derrumbado. Su armazón cruzaba el canal y se adentraba en el mosaico de campos abiertos. Parecía intacta tras la caída, lo que indicaba la resistencia de los materiales empleados en su construcción.
—Aquí no hay ninguna colonia. Todas las demás torres tienen una. Y mira esto.
La escena del monitor volvía a moverse, alejándose del canal para mostrar una telaraña de carreteras convergentes. En el centro de la red había edificios, algunos bajos y de tejados oscuros, otros tendidos hacia el cielo como las torres pentagonales. Había plantas parecidas a largas enredaderas que cubrían los tejados bajos o se enroscaban alrededor de las vigas del fondo de las torres. No había rastro de vida por ninguna parte.
—Edificios. Carreteras. Generadores. Ciudades iluminadas. Comunicaciones, a menos que las torres cumplan otra función. Hay civilización. Pero ¿dónde están los seres que han hecho todo esto? Me gustaría escuchar tu interpretación, antes de ofrecerte la mía.
—No se me ocurre ninguna. ¿Has visto señales de vida o artefactos en cualquier otro planeta de este sistema?
—No.
—Entonces desconocen el viaje espacial. Su desarrollo debe de haber sido enormemente distinto del nuestro. ¿Qué crees que ocurre?
—Tengo una prueba que todavía no has visto. Esta es una imagen tomada de noche.
Las brillantes ciudades resaltaban como puñados de joyas. Las carreteras que las unían eran invisibles, pero ante los ojos de Drake, líneas de luz azul destellaban intermitentemente a lo largo de ellas.
—He aumentado la duración del pulso y disminuido su velocidad aparente a un nivel adecuado para los ojos humanos. Lo que ves es un estallido de información transmitido vía láser óptico. Dada la ausencia de vida orgánica inteligente, la explicación que sugiere es sencilla: Esta civilización ha superado la fase industrial. Ahora se ocupa principalmente de la transferencia de información entre sus distintos elementos. La transferencia física de material ya no es relevante.
—¿Qué hay de los seres que impulsaron el desarrollo original?
—Supongo que evolucionaron a una forma inorgánica y fueron descargados a una red planetaria.
—¿Una red planetaria que no nos hace caso?
—Si no descubrieron el viaje espacial, es posible que nieguen incluso la posibilidad de vida alienígena. La pregunta es ¿qué hacemos ahora? Necesitamos mano de obra para construir un detector de señales de ondas-S, pero la inteligencia de este planeta nunca ha trabajado en el espacio. Además, como mi propia inteligencia, podría ser incapaz de asumir forma corpórea. ¿Cómo determinar si este es el caso?
—Ya que no responden a nuestras señales, tendré que bajar a echar un vistazo. Cabe la posibilidad de que no haya nada útil, pero si esto es lo mejor que has encontrado en ciento veinticuatro intentos, tenemos que asegurarnos.
—Lo mejor no. Lo único.
—¿Cuántas horas de luz quedan?
—A menos que decidamos cambiar de longitud, faltan seis horas para que anochezca.
Drake miró al sol, cuyo color era tan extraordinariamente parecido al del astro rey que él conocía.
—Espero haber vuelto para entonces. De lo contrario, pasaré la noche en el trasbordador. ¿Está preparado?
—Preparado.
—¿Cuántos cambios tienes que hacerme para que pueda sobrevivir en la superficie?
—Se han efectuado ligeras modificaciones durante el transcurso de tu encarnación. Este mundo es casi un doble de la Tierra. Te recomendaría, no obstante, que tengas cuidado al ingerir sustancias nativas.
—Nada de comida y nada de agua. Vale. ¿Qué más?
—No creo que sea esencial practicar más modificaciones.
—Sabías cuál iba a ser mi decisión, ¿verdad?
—Tenía mis sospechas.
Drake se preguntó qué habría estado haciendo la nave durante los dos millones de años que había durado su sueño. Estudiarlo, lo más probable. ¿Era posible que el cerebro de una nave se volviera más inteligente, o al menos más sagaz, con el paso del tiempo? Si la experiencia daba resultado con las personas, ¿lo daría también para los cerebros inorgánicos?
—¿Sabes lo que tienes que hacer si no regreso y se interrumpen mis señales?
—Lamentablemente, si no regresas no podré hacer nada por ayudarte. Si no envías instrucciones, aguardaré un año en órbita alrededor de este planeta. Luego la nave partirá hacia la siguiente estrella objetivo y proseguirá la búsqueda. Intentaré recuperar el trasbordador, si es posible.
Drake asintió. Nada de recuperar su cuerpo. Trasbordador sólo había uno. Mientras que él…
Era completamente prescindible. Si regresaba, el Drake Merlin contenido en el almacén de la nave se actualizaría para reflejar sus experiencias. En su siguiente encarnación experimentaría una plena continuidad de su consciencia.
Si no regresaba, todavía existiría una copia de él a bordo de la nave. Su siguiente encarnación, en un nuevo mundo objetivo, se sentiría exactamente igual que él ahora: como el único y genuino Drake Merlin. Experimentaría una continuidad de su consciencia, pero no recordaría haber visitado este sistema.
A Drake se le ocurrió otra idea aún más extraña. En cualquier momento se podía hacer otra copia de él, o cien. En estos momentos podría solicitar un duplicado. ¿Por qué no bajar acompañado de alguien de plena confianza: él mismo?
Suspiró. Tenía demasiada adrenalina en el sistema. Cuanto antes la quemara, mejor.
—De acuerdo. Estoy listo para aterrizar.
En su memoria aumentada, Drake contenía conocimientos prácticos de todos los lenguajes conocidos, visual, oral, táctil y feromonal.
¿Cuán útiles le resultarían? No se sentía demasiado optimista mientras la pinaza completaba su fase de frenado y flotaba para aterrizar a escasos kilómetros hacia el oeste de uno de los asentamientos. Resultaba sencillo dejarse engañar por un planeta superficialmente similar a la Tierra, pero podría estar a diez mil millones de años luz de distancia. Cualquier forma de vida de su galaxia natal podría ser un primo cercano comparado con esto.
Posó el trasbordador en un campo abierto al borde de una de las «ciudades» desiertas. Aquí había vida, pero las formas eran pequeñas y se escabulleron antes de que pudiera fijarse bien en ellas. Drake estimó que el mayor de los animales rojos con patas que habían divisado junto al canal mediría alrededor de una cuarta parte de su tamaño. Era el gigante de este planeta.
Bajó del trasbordador. La suave brisa que le acarició el rostro portaba una fragancia que le hizo arrugar la nariz. Le recordaba al de las cebolletas, y eso a su vez le sugirió sus recitales en Alemania, seguidos de cerveza tostada, risas y cenas a altas horas de la noche. ¿Cuándo había sido la última vez que algo activaba esos recuerdos?