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La voz de la nave era infinitamente tranquilizadora. Drake contempló los nubarrones, haciendo visera con una mano frente a la lluvia que arreciaba de forma gradual.

—Por hoy ya está bien. Vuelvo a la pinaza. No creo que vayamos a encontrar capacidad de manufacturación aquí, pero quiero echar otro vistazo al interior del edificio mañana.

Mientras hablaba, Drake caminaba deprisa por la carretera, con la cabeza agachada para que las gotas de agua no se le metieran en los ojos. Levantó la cabeza un momento para escudriñar la cortina de lluvia y se detuvo en seco. El trasbordador debería estar a un lado de la carretera, a cincuenta o sesenta metros de los edificios. El campo que tenía delante se extendía a lo lejos. Estaba vacío.

¿Habría dado la vuelta y salido de la ciudad en la dirección equivocada?

Eso era imposible. Había abandonado el edificio por la misma abertura y se había alejado directamente de la alta torre central. Podía distinguir una zona aplastada donde había dejado el trasbordador.

—¿Has hecho algo con la pinaza?

Claro que no. ¿Ha sufrido alguna interferencia?

—Peor que eso… no está.

Corrió. Pronto estuvo lo bastante cerca para ver otras marcas en la vegetación empapada. Había un rastro peculiar que se dirigía a la ciudad. El trasbordador estaba equipado para planear y avanzar, pero no se habían utilizado esas funciones. Algo lo había arrastrado por el suelo.

—Puedo ver adónde ha ido. Voy a seguirlo.

No solo lo habían arrastrado, sino que habían tirado de él sin preocuparse de los daños que podían causar al trasbordador. Drake siguió la amplia depresión hasta toparse con una banda de metal y un barrote desprendido de una de las patas de aterrizaje del aparato. Cogió la barra y se la acercó a la cara. Además de pegotes de barro, mostraba manchas como si algo lo hubiera levantado, sostenido y descartado.

El rastro no conducía al edificio más cercano, sino a otro más grande que había a su izquierda. La pared lucía un enorme emblema negro en el centro. Al acercarse, Drake comprendió que la zona oscura era un boquete en la pared. El surco que seguía conducía hacia él, hasta desvanecerse cuando la superficie cambiaba de suelo blando a sólido material impermeable.

—Creo que el trasbordador ha sido introducido en ese edificio.

¿Qué te propones hacer?

—No tengo elección. Debo recuperar el trasbordador. Sin él, no puedo regresar a la órbita.

Podrías esperar a que se haga de día.

—No me atrevo. Es posible que se trate de un accidente, pero ha sufrido desperfectos.

Drake avanzaba hacia el edificio mientras hablaba. Caminaba despacio y sigilosamente, con el barrote del equipo de aterrizaje del trasbordador pegado al pecho. Todo estaba en silencio salvo por el lento tabaleo de las gotas de lluvia.

Se detuvo al llegar a la pared. La abertura era lo bastante grande como para que cupiera el trasbordador entero. ¿Estaría justo al otro lado, de donde podría sacarlo volando? ¿O lo habrían arrastrado por alguna rampa a un nivel inferior?

Dio dos cautelosos pasos hacia dentro. Inmediatamente, sintió un violento golpe en las costillas, justo por debajo de la tetilla izquierda. Descargó un golpe con la barra, sin pensar. Impactó contra algo que profirió un grito, con un timbre tan alto y estridente que le lastimó los oídos. Sintió un choque en la cadera izquierda, luego otro en la derecha. Dos objetos invisibles pasaron corriendo a su lado. Se giró y los siguió. Tuvo tiempo de ver dos formas altas y blancas que se desvanecían a la luz del ocaso.

La lluvia se había reducido a un goteo disperso. Apareció un destello de luz espectral, a lo lejos. Después otro.

Escuchó un crujido a su espalda. Se apresuró a dar media vuelta para encararse con él.

No surgió ninguna forma alta y blanca del umbral oscuro para atacarlo, pero de pronto se produjo otro destello de luz dentro del edificio. Le proporcionó la luz necesaria para ver el trasbordador. Lo habían arrastrado hasta el centro de la sala, donde yacía de costado. A menos que consiguiera enderezarlo, no podría despegar.

¿Estás herido? —La nave no podía verlo, pero recibía un informe de sus rápidos movimientos.

—Estoy bien. Pero el trasbordador está dañado.

¿Se puede arreglar?

—No lo sé. —De nuevo un destello dentro del edificio, esta vez un fulgor carmesí que variaba en intensidad como una llama oscilante—. Tengo que entrar otra vez.

La nave respondió algo, pero él no lo oyó. Estaba concentrado en la pared que había al otro lado de la abertura. Reflejaba la luz procedente de fuentes situadas más adentro. Había antorchas encendidas, que ardían con un errático brillo rojo anaranjado.

Drake avanzó, con la roma barra metálica sobre el hombro. Pensó que estaba prevenido, pero la rapidez y la violencia del asalto lo sorprendieron.

Media docena de ellos salieron de la oscuridad como pálidos fantasmas. Estaban agazapados y al acecho a un lado del cuarto. Unas tenazas afiladas se hundieron en su brazo izquierdo. El dolor le hizo dar un respingo instintivo hacia atrás, que le salvó la vida. El tosco machete que atacó su vientre le traspasó la ropa, pero solo practicó una herida poco profunda, aunque alargada.

Se giró y golpeó la cabeza dotada de tenazas, que se abrió y derramó un líquido frío sobre su rostro y su cuello. Siguió girándose, atacando todo lo que tenía a su alcance. El fantasma armado con el machete silbó y chilló cuando la barra metálica impactó sólidamente contra su abdomen. Se desplomó, derribando a otro en su caída. Drake corrió en pos de la abertura. La luz de las antorchas a su espalda era más brillante.

Se alejó corriendo treinta metros del edificio antes de mirar atrás. Todo estaba en calma. Nada de formas blancas saliendo del agujero en la pared. Nada de antorchas naranjas ardiendo en el interior. Por el momento, estaba a salvo.

—¿Me recibes con claridad?

Perfectamente. Preveo cielos despejados y buena visibilidad para dentro de dos horas.

—Demasiado tiempo. Escucha atentamente y graba esto en el informe permanente. —La advertencia no era necesaria, pero Drake quería cerciorarse—. Tu hipótesis de que este planeta ha superado la fase postindustrial era correcta, pero la inteligencia principal no ha asumido una forma más avanzada. Ha regresado al primitivismo. No hemos visto antes la inteligencia dominante porque es nocturna y pasa el día bajo tierra en estos edificios. Por lo que he podido ver, no hay ninguna posibilidad de que este planeta nos proporcione la tecnología aeroespacial que necesitamos. Muchos de los antiguos sistemas siguen en activo, pero apostaría a que sus actuales habitantes desconocen su funcionamiento. Es igualmente probable que ahora los veneren.

»Estas son tus instrucciones. Sigue buscando una civilización dotada para el viaje espacial por toda esta galaxia. Si tienes éxito, resucita una de mis copias y solicita ayuda a los seres que encuentres. Si rastreas esta galaxia entera y no encuentras nada de utilidad, no te dirijas a la próxima. La búsqueda de nuestra galaxia natal sin una señal que nos guíe podría ocuparnos toda la eternidad. En vez de eso, empieza a investigar esta galaxia con un nuevo objetivo. Busca un sistema estelar donde haya materias primas disponibles de forma accesible. Ya sabes lo que hace falta para construir un detector de señales de ondas-S. Cuando encuentres el sistema estelar adecuado, resucita copias mías, todas las que hagan falta para llevar a cabo las labores de construcción espacial. Construye el detector de señales y utilízalo. ¿Comprendes estas instrucciones?

Comprendo su significado, pero no tus motivos para dármelas. ¿Y tú? ¿No piensas buscar el trasbordador y volver a la órbita?